Una exposici¨®n revisa la obra renovadora del escultor Pablo Gargallo
La sala Kubo de San Sebasti¨¢n presenta 88 piezas emblem¨¢ticas del artista aragon¨¦s
Como si fuera un gran escenario teatral y las esculturas hicieran de actores en permanente di¨¢logo, la sala Kubo de San Sebasti¨¢n propone a los visitantes un recorrido por el trabajo de Pablo Gargallo (Maella-Zaragoza, 1881-Reus-Tarragona, 1934), considerado uno de los artistas m¨¢s significativos de la vanguardia espa?ola e internacional. Formado en Barcelona y Par¨ªs, contribuy¨® a renovar la pl¨¢stica escult¨®rica del siglo XX al introducir el vac¨ªo como volumen.
La exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el pr¨®ximo 30 de septiembre, presenta 52 esculturas emblem¨¢ticas, a las que se suman 20 dibujos, cuatro trabajos de orfebrer¨ªa y una docena de cartones que el artista utilizaba como patrones para preparar sus piezas. Esta selecci¨®n pone de manifiesto "la dualidad constante" de la trayectoria de Gargallo, que se mantiene entre "una l¨ªnea de influencia modernista y filiaci¨®n m¨¢s clasicista y otra de ra¨ªz netamente vanguardista", explic¨® ayer la comisaria de la muestra, Dolores Dur¨¢n. Esta ¨²ltima l¨ªnea es la que supone "el gran avance en su obra". En ella aparece la soldadura de chapa met¨¢lica y la utilizaci¨®n del vac¨ªo como elemento constructivo de sus esculturas, seg¨²n detall¨®.
La sala de entrada de Kubo acoge las obras m¨¢s cl¨¢sicas de la primera ¨¦poca de Gargallo y sus dibujos. Es el espacio central el que se ha montado como una escena teatral. Consciente de la dualidad del artista, su nieto Jean Anguera, arquitecto y escultor, ha creado unos recorridos en forma de elipses o c¨ªrculos en los que las piezas cl¨¢sicas y vanguardistas hablan entre s¨ª.
El juego con el vac¨ªo
Y es que pese a ser de estilos diferentes, comparten ciertos criterios. Por ejemplo, la pieza en bronce Mujer acostada (1923), pese a ser de corte m¨¢s cl¨¢sico, tiene en com¨²n con Peque?a bailarina (1925) que ambas fueron modeladas por Gargallo bajo la idea de la inversi¨®n del volumen, seg¨²n relat¨® su nieto durante una visita por la exposici¨®n.
El juego con el vac¨ªo como volumen tiene algunas de sus expresiones m¨¢s claras en la pieza M¨¢scara de arlequ¨ªn sonriente (1927) y en la emblem¨¢tica Gran profeta (1933), prestada por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Las m¨¢scaras, por cierto, son muy importantes en el trabajo de Gargallo. Es un motivo que se repite, igual que el de los bailarines, que para el artista eran s¨ªmbolos de libertad, seg¨²n apunt¨® Anguera. La exposici¨®n ofrece la oportunidad de contemplar Bailarina (I), de 1929, una obra que se exhibi¨® por ¨²ltima vez hace m¨¢s de 30 a?os en Alemania.
La ¨²ltima pieza que firm¨® fue precisamente un bailar¨ªn que bautiz¨® como David. Fue en 1934. Gargallo falleci¨® con s¨®lo 53 a?os, una muerte temprana que le impidi¨® continuar investigando y abriendo nuevos caminos a la escultura del siglo pasado. Porque como record¨® su ¨²nica hija, Pierrette Gargallo, el artista aragon¨¦s, que fue amigo de otros vanguardistas como Pablo Picasso, sab¨ªa que no bastaba con hacer "lo que hac¨ªa todo el mundo", sino que era preciso "adelantarse e inventar".
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