Memoria atrincherada
El grupo Frente de Madrid recrea la batalla de Brunete en su 70? aniversario y dos veteranos del conflicto rememoran sus experiencias
"El d¨ªa que se mueran los ¨²ltimos combatientes, nosotros seremos los ¨²nicos que recordaremos c¨®mo fue la contienda", exclama con la boca torcida Andr¨¦s Pozuelo, de 32 de a?os, integrante de la asociaci¨®n Frente de Madrid, que se dedica a recrear pasajes hist¨®ricos de la Guerra Civil. Esta organizaci¨®n est¨¢ integrada en la plataforma Ay Carmela! que durante todo este fin de semana recuerda el 70? aniversario de la batalla de Brunete.
Pozuelo, "porque en la guerra te llamaban seg¨²n el pueblo de donde ven¨ªas", viste ropas del ej¨¦rcito republicano: porta un Mauser, el fusil espa?ol de la ¨¦poca; cartucheras reglamentarias; un casco Trubia, de los que se llevaban las tropas; y una camisola blanca escondida por una manta liada sobre sus hombros.
"Hemos esperado este homenaje a?os... Ya quedamos pocos", dice un veterano
Oriol Mir¨®, que lleg¨® el viernes a Quijorna desde Barcelona. Tambi¨¦n viste el uniforme republicano. ?ste matiza cuando se le pregunta sobre el objetivo del acto: "No somos una asociaci¨®n pol¨ªtica. Nos vestimos de nacionales o de republicanos seg¨²n nos toque. Nuestra intenci¨®n es recordar la historia", insiste Mir¨®. Tras un silencio. Pozuelo sentencia: "un pueblo que es capaz de representar sus tragedias es un pueblo que las tiene superadas". Pero estos j¨®venes no creen que en Espa?a hayan cicatrizado las heridas. "Los abuelos han perdonado. Pero todav¨ªa queda mucho rencor entre los hijos y los nietos".
El colectivo Guadarrama se ha encargado de organizar los actos. Ayer algunos de sus miembros recorrieron, junto a una veintena de personas, el cerro del Mosquito una zona repleta de antiguas trincheras y con abundantes vestigios de la Guerra Civil. Ernesto Vi?as, miembro de la asociaci¨®n, explic¨® el movimiento ofensivo de las tropas republicanas, que hace 70 a?os pretendieron cortar el frente nacional de Madrid. "Lo de aquellos d¨ªas", relata Vi?as, "fue la batalla de la sed. Hac¨ªa mucho calor". El lugar esta repleto de pinos, encinas y arbustos. "Entonces esto era casi un p¨¢ramo sobre el que se desplomaba el sol". Mientras habla se?ala con el pie un pedazo de metal oxidado por el paso del tiempo. "Es un trozo de metralla", explica mientras sonrie por el hallazgo.
Quienes no tienen necesidad de recrear nada, ni de disfrazarse, son Juan Antonio Mayoral y Vicente Corrales. Ambos participaron en el hist¨®rico combate. Aunque no se conoc¨ªan. Ayer coincidieron por primera vez en sus vidas. Pero enseguida se hicieron amigos. Hace 70 a?os lucharon en el mismo frente, sin saberlo, sin rozarse. Uno en Brunete y el otro a unos kil¨®metros de distancia, en Villanueva de la Ca?ada. Ambos nacieron en un pueblo de La Mancha, cerca de Toledo, ambos se fueron a la guerra siendo muy j¨®venes. Juan Antonio ten¨ªa 14 a?os y Vicente 18. Las historias de aquellos d¨ªas brotan espont¨¢neas y les unen con m¨¢s solidez que el cemento, a pesar del tiempo que se ha metido de por medio, de la memoria que empieza a vacilar. "Me pisaron la libertad", Juan Antonio explica por qu¨¦ se fue al frente haciendo c¨ªrculos con el dedo en el aire. La libertad, ni m¨¢s ni menos. Un sustantivo que para ¨¦l no necesita ning¨²n adjetivo. Este se?or de 84 a?os ("83 en Canarias", bromea), peque?o y agil, lleg¨® a Brunete el 16 de julio de 1937. La ofensiva del bando rebelde era m¨¢s aguda e insistente. Le llamaban artillero y como era tan peque?o entregaba los mensajes de un punto a otro del frente. "Recuerdo sobre todo el miedo que pas¨¦. Y la sed", dice. Hace 70 a?os hac¨ªa "tanto calor" como ayer. "La camisa se me pegaba al pecho y el polvo se me met¨ªa en la garganta".
Vicente escucha con una dulce sonrisa. Camina con la ayuda de unas muletas y un par de Ray Ban de Aviator le protegen del sol. "La primera vez que sal¨ª de mi pueblo fue para ir a la guerra", dice orgulloso pero tambi¨¦n queriendo decir que alguien le rob¨® la juventud. "Me fui ni?o y volv¨ª hombre", dice Juan Antonio, que entiende a Vicente sin necesitar muchas palabras. No dejan de darse la mano con cari?o y palmadas en la espalda, pero a menudo la alegr¨ªa del reencuentro confluye en una melancol¨ªa nost¨¢lgica: "Hemos tenido que esperar demasiado tiempo este momento, ahora quedamos pocos", se dicen, y se abrazan. Piensan en todos los que "cayeron". En los muertos.
Juan Antonio saca el pa?uelo del bolsillo para secarse las l¨¢grimas de los ojos, mientras Vicente se apoya en sus muletas con la cabeza baja. Ha llegado la hora de volver a casa. Recoge su bandera tricolor republicana, que ha mantenido en sus rodillas todo el tiempo, y se despide de su amigo: "?Salud y Rep¨²blica!". "Vale, pero que sea la Tercera", le contesta Juan Antonio con una sonrisa.
El grupo de recreaci¨®n hist¨®rica del Frente de Madrid reconstruy¨® con el m¨¢s m¨ªnimo detalle una escena de la batalla como homenaje a ellos dos, viejos veteranos, y a todos los que fallecieron en el frente. Sobre una colina en la poblaci¨®n de Quijorna, unas 30 personas se enfrentaron divididas en dos bandos.
"Tengo mucho miedo", a la primera explosi¨®n, el primer estruendo b¨¦lico, Sergio, de cinco a?os, se tapa los o¨ªdos y se esconde detr¨¢s de su madre. En primera fila quedan sus dos amiguitas, m¨¢s o menos de su misma edad, apoyadas en una valla. "Venga, cu¨¦ntame la historia", dice una a la otra. Paula empieza seria: "En la trinchera est¨¢n los republicanos, con camisa blanca y alpargatas; escondidos en la cuesta tras los ¨¢rboles, est¨¢n los enemigos". "?De d¨®nde son los enemigos?, ?moros?". "No, eran espa?oles". ?C¨®mo que espa?oles?", F¨¢tima repite sin creerse lo que le cuenta la amiga. "S¨ª, s¨ª", insiste la otra, "era espa?oles, y espa?oles que pensaban diferente y se peleaban". F¨¢tima vuelve la cara a los soldados: est¨¢n gritando, tienen los fusiles apuntando, explota una bomba, alguien cae a tierra. F¨¢tima no entiende.
Del bolsillo de Juan Antonio Mayoral sale otra vez el pa?uelo para taparse las l¨¢grimas y esconder el rostro.
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