Jugar con fuego
Las terrazas de Madrid pueden ser un suplicio. No s¨®lo por el calor, por los camareros temporales que confunden los chopitos con los chupitos o por el olor a mierda de perro, sino por el tabaco. Estos meses los no-fumadores sufrimos la inmunidad de la que gozan los fumadores al aire libre. Parece que el humo, a cielo abierto, se lo lleva el viento, pero sucede que la potencia inhaladora de los pulmones v¨ªrgenes de nicotina supera a cualquier otra fuerza meteorol¨®gica.
En las terrazas de Nueva York s¨®lo se permite fumar en la fila de mesas m¨¢s alejada del bar o restaurante. No es la soluci¨®n definitiva a la contaminaci¨®n de cajetilla, pero, al menos, quien lo desee puede apartarse de los ego¨ªstas fumadores. Es una falta de respeto fumar delante de quien no lo hace. Desgraciadamente, los consumidores de tabaco tienen bula para encenderse cigarrillos en los espacios p¨²blicos al aire libre, pero el ejercicio de esa libertad es una desconsideraci¨®n. Tampoco est¨¢ multado depilarse en las mesitas de la calle Preciados o quedarse en ropa interior en las t¨®rridas colas para renovarse el pasaporte y nadie (o casi nadie, al menos sin una un¨¢nime cr¨ªtica del entorno) se atreve.
Los consumidores de tabaco tienen bula para encenderse cigarrillos en los espacios p¨²blicos al aire libre
El Gobierno regional apenas realiza inspecciones ni sanciona a los bares que no habilitan una zona de no fumadores
Much¨ªsimos no-fumadores seguimos sinti¨¦ndonos indefensos frente al humo que se nos prende en la ropa, el pelo y los alveolos sin merecerlo. La ley antitabaco puesta en marcha por el Gobierno hace un a?o y medio ha fracasado en Madrid. Desde su implantaci¨®n, el Ministerio de Sanidad ha tenido un duro enfrentamiento con la Comunidad por ignorar sistem¨¢ticamente la normativa. El PP no deja de propugnar un Madrid verde y ecol¨®gico inventando carriles-bici, calles peatonales y zonas verdes a la ribera del Manzanares, pero sigue permitiendo que la contaminaci¨®n prospere en el interior de los ciudadanos. El Gobierno regional apenas realiza inspecciones ni sanciona a los bares que, con m¨¢s de cien metros cuadrados, no habilitan una zona de no-fumadores o a aquellos que, con una extensi¨®n m¨¢s reducida, optaron por declararse libre de humos y siguen toler¨¢ndolos.
Una de las plataformas m¨¢s activas en la defensa del fumador pasivo, Nofumadores.org, ha presentado ya m¨¢s de cien quejas contra diversos establecimientos y s¨®lo una ha sido investigada por la Agencia Antidroga. La OCU y el PSOE tambi¨¦n han criticado la "dejadez" y la "falta de voluntad" de la Comunidad por hacer cumplir la normativa antitabaco. La mayor¨ªa de los no-fumadores suscribimos las demandas de Nofumadores.org: no pedimos que los fumadores dejen el vicio ni que se creen cursos de deshabituaci¨®n tab¨¢quica, simplemente reivindicamos nuestro derecho a no fumarnos a pachas el cigarrillo de un extra?o.
Mientras que los pol¨ªticos regionales no dudan en hacer campa?as antidroga, no dan muestras, sin embargo, de que les importen mucho los 700 fumadores pasivos que mueren a causa del tabaco cada a?o en Espa?a. La DGT se apena por no poder conducir por los dem¨¢s, pero ning¨²n organismo oficial parece lamentar que otros s¨ª que fumen por nosotros. Si no existe una actitud realmente controladora y represiva por parte de las autoridades, dif¨ªcilmente los fumadores respetar¨¢n las normas y, menos a¨²n, adquirir¨¢n una conciencia c¨ªvica.
Gran parte de los fumadores se siente cercada por unas leyes antitabaco que, parad¨®jicamente, resultan especialmente laxas tanto en Madrid como en el resto de Espa?a. En Irlanda, Italia y Noruega no se puede fumar en ning¨²n lugar p¨²blico. El placer privado de unos cuantos no justifica la exposici¨®n del resto a unos humos no s¨®lo malolientes y abrasivos, sino cancer¨ªgenos. Si los fumadores quieren seguir apostando a la ruleta rusa, flirteando con ingresar en la cuenta de los 50.000 espa?oles muertos al a?o por el tabaco, all¨¢ ellos, pero que apunten ¨²nicamente a su sien. Todos deber¨ªamos tener la opci¨®n de disponer de nuestras vidas, tanto para llevarlas al l¨ªmite como para meterlas en un caj¨®n o tirarlas por la ventana. Que cada uno juegue con su propio fuego sin quemarle al pr¨®jimo la chaqueta o el pulm¨®n.
De todas formas, la impotencia m¨¢s dolorosa no se siente ante el desconocido que te arruina el aperitivo con su cigarrillo, sino frente al familiar o al amigo entregado a su adicci¨®n. Los no-fumadores, ignorantes del amor fatal de la nicotina, miraremos siempre asqueados, rendidos y tristes c¨®mo otros besan a la muerte con los ojos cerrados.
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