Todo falso, salvo Hushovd
El noruego se impone en la cuarta llegada masiva, en la cuarta etapa superplana
En Villeneuve-sur-Yonne, a 18,5 kil¨®metros de la meta, los papeles falsos de Jorge Sempr¨²n sit¨²an el nacimiento del resistente, escritor y ex ministro espa?ol; en Villeneuve-sur-Yonne, clavado como su iglesia de la Asunci¨®n desde hace siglos junto al caudaloso r¨ªo que le da apellido, contaba con un minuto de ventaja la falsa fuga de Flecha. Tan falsa como las falsas sonrisas que se cruzan algunos directores cuando no pueden evitar no mirarse.
Hay algunos que dicen, y juran que no exageran, que las decisiones t¨¢cticas que determinan los aconteceres de este Tour tienen m¨¢s que ver con el juego de amistades-enemistades generado en las luchas de despacho entre los ocho equipos cre¨ªbles -los franceses, tambi¨¦n llamados por sus enemigos los talibanes, por su estrechez de miras morales, por su tendencia al anatema y a la caza de brujas- y el grupo de los 11, los dem¨¢s, los incre¨ªbles, los inmorales seg¨²n los ocho. Pero aunque algunos corredores apoyan esta interpretaci¨®n de la historia, y a?aden que la tendencia no es nueva, no hay m¨¢s prueba de su existencia que su palabra, que, dado como corren los tiempos, puede ser tan falsa como falsos son los comportamientos que comentan. Por lo tanto, deberemos conformarnos con una interpretaci¨®n m¨¢s limitada de los efectos que el mal rollo entre los directores de los equipos, da?o colateral de la Operaci¨®n Puerto, ha generado en el desarrollo del Tour: hay pruebas suficientes para concluir que las costumbres de los que manejan el volante durante las etapas s¨ª que se han visto afectadas.
"No ¨ªbamos a ning¨²n sitio porque el final era llan¨ªsimo", dijo Flecha, que particip¨® en una fuga
Los historiadores de la vida cotidiana del Tour hablaban, en la era moderna, de dos ¨¦pocas: la primera, antes del aire acondicionado y los avances t¨¦cnicos de las comunicaciones -vulgo pinganillos y m¨®viles tel¨¦fonos-, era la de los coches danzando en un subibaja permanente, las ventanillas bajadas, la de las negociaciones a gritos y gestos de coche a coche, la de las caras de p¨®quer e impert¨¦rritas, la de las mentiras dichas mir¨¢ndose a los ojos: La segunda, que corresponde m¨¢s o menos, a lo que llevamos de siglo XXI, es la de los vidrios hasta arriba, las consignas a trav¨¦s del micr¨®fono, las llamadas subrepticias de m¨®vil a m¨®vil. A ellas, a partir de este 2007 del renacimiento del ciclismo, habr¨ªa que a?adir una tercera: para demostrar que se quieren, para decir a las claras en qu¨¦ bando est¨¢n, internamente entre los ocho y entre los once -relaciones morfol¨®gicas, dir¨ªamos- se entienden como era costumbre antes, intercambiando risas, chascarrillos y bocadillos; externamente -relaciones sintagm¨¢ticas entre ambos grupos- como en la segunda ¨¦poca, pura indiferencia. Y, en un tercer nivel relacional, dentro de cada coche, entre director y mec¨¢nico, se ha acrecentado el intercambio de funciones, pura necesidad: algunos directores se aburren tanto en estas etapas, tan sin sustancia, que no pueden derrotar la somnolencia de varias horas al volante a 40 por hora ni aplic¨¢ndose severos, dolorosos y llamativos pellizcos. As¨ª que intercambian asiento con el mec¨¢nico, le dejan el volante y a roncar tan guapamente. "Ayer me ech¨¦ un par de siestas, y tan a gusto", confes¨® ayer un director puntero.
Se perdi¨® una etapa falsa. Flecha, que entiende el ciclismo como Sempr¨²n pod¨ªa entender el maquis, como un grito, un desgarro, una lucha desigual contra un enemigo siempre superior, particip¨® en una fuga tan falsa como el anticicl¨®n de las Azores, que juega al escondite con Francia y se niega a actuar desviando las borrascas pese a que se lo hab¨ªa prometido a los meteor¨®logos -20 grados ayer, 11 de julio, pleno verano, lluvias dispersas, nubes, viento desagradable-, sin querer, porque s¨ª, porque estaba por ah¨ª. "Pero, tranquilos", calmaba a su afici¨®n, "que ya sab¨ªa que no ¨ªbamos a ning¨²n sitio porque el final era llan¨ªsimo; tranquilos, que mi participaci¨®n ha sido tan falsa como la fuga, ficticia, que me he guardado muchas fuerzas para la quinta, la de Chablis, que all¨ª s¨ª que llegar¨¢ la fuga". Hubo sprint, claro, y, obviamente, no gan¨® Boonen, ni Freire, que anda triste, sino Hushovd, un gigante noruego al que lanz¨® Dean, una bola de m¨²sculos neozelandesa. "Ha sido una liberaci¨®n", dijo Hushovd. Quiz¨¢s la ¨²nica verdad del d¨ªa junto a la clav¨ªcula rota de Zandio.
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