Envite de Putin
La decisi¨®n rusa de suspender su participaci¨®n en el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, apuntada por Vlad¨ªmir Putin en abril pasado, se ha anticipado en el tiempo a los plazos que el presidente ruso se marc¨® entonces si la OTAN no entraba en raz¨®n. El inesperado apresuramiento de ayer, argumentado en las "extraordinarias circunstancias" que afectan a la seguridad de Rusia, certifica el grave deterioro que viene marcando las relaciones entre el Kremlin y Occidente. Una crisis que se personifica en los desencuentros crecientes entre el presidente ruso y George Bush, pero que tiene mayor alcance que ¨¦stos.
Mosc¨², crecido por su reemergencia como potencia de ambiciones globales, alimentada por su gas y su petr¨®leo, ha venido elevando el tono de su confrontaci¨®n a medida que Putin, te¨®ricamente de salida, consolidaba su control sobre todos los resortes del poder. En los ¨²ltimos tiempos, y a prop¨®sito de muy diferentes divergencias geoestrat¨¦gicas con Estados Unidos o Europa (se trate de Ir¨¢n, Kosovo, Irak o el escudo antimisiles de Bush), Rusia ha denunciado con lenguaje grueso el "imperialismo estadounidense", ha amenazado con nuevas carreras de armamento, ha utilizado sus recursos energ¨¦ticos como munici¨®n y llegado a afirmar que sus cohetes volver¨ªan a apuntar contra blancos europeos. La protecci¨®n contra misiles que Washington pretende hacer operativa en 2012, contando con bases en Polonia y la Rep¨²blica Checa, es un elemento crucial de la medida anunciada por Mosc¨², que ser¨¢ efectiva en cinco meses si en ese plazo no se abre camino una negociaci¨®n que satisfaga al Kremlin.
El Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales, de 1990, actualizado en 1999 y negociado para reducir la amenaza rec¨ªproca entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, ha sido parcialmente incumplido por unos y otros. Las ¨²ltimas conversaciones con la Alianza Atl¨¢ntica para adecuarlo a las exigencias reiteradas de Mosc¨², que se siente parte perjudicada, acabaron sin progresos el mes pasado. Pero representa uno de los pilares de la seguridad y la estabilidad militar en Europa, y junto con sus acuerdos complementarios ha permitido la inutilizaci¨®n de casi 60.000 armas pesadas y aviones de combate y la reducci¨®n de cientos de miles de soldados en el ¨¢rea de su aplicaci¨®n, entre el Atl¨¢ntico y los Urales.
M¨¢s all¨¢ de lo que acabe implicando en t¨¦rminos estrictamente militares (y es poco probable que sea significativo), m¨¢s all¨¢ de que Mosc¨² decida no respetar los l¨ªmites sobre armamento que se le imponen en zonas que considera cr¨ªticas, como las fronterizas con el C¨¢ucaso, la decisi¨®n del Kremlin significa que el desencuentro alarmante entre Rusia y Occidente toma cuerpo en medidas de gran alcance simb¨®lico. El Tratado es uno de los m¨¢s importantes compromisos de desarme de la guerra fr¨ªa. Su abandono por Putin, si se concreta, toca el nervio mismo de la civilizada coexistencia que mantienen desde hace casi 20 a?os los dos antiguos bloques.
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