La polic¨ªa tirotea a un indigente en Barajas
Le conoc¨ªan como "el negrito", Washington o Jordi. Govrage Washington: un indigente de Ghana de unos 35 a?os, que entonaba oraciones africanas y gritaba "?Aleluya, aleluya?". Cuentan los trabajadores de Barajas que a Jordi le gustaba pintar al mago Harry Potter y a los dragones de la pel¨ªcula fant¨¢stica Eragon. Para unos, era un hombre pac¨ªfico, "algo loco". Para otros, un tipo violento que creaba problemas en la terminal 1 del aeropuerto.
El hombre gritaba. Los polic¨ªas se acercaron. ?l sac¨® un cuchillo a los agentes y despu¨¦s una pistola simulada
El mendigo dorm¨ªa desde hace un a?o en la terminal 1. Algunos trabajadores dicen que era agresivo; otros que no
"Si los polic¨ªas le conocieran, sabr¨ªan que no era peligroso", dijo un empleado
Govrage Washington, de Ghana, recibi¨® tres disparos. Anoche era operado en un quir¨®fano del Ram¨®n y Cajal
Ayer, Govrage Washington recibi¨® tres tiros: uno en un brazo, otro en el pecho y otro en el abdomen. Los recibi¨® de uno o varios agentes -en eso difieren las versiones- del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa que iban de paisano. Anoche estaba en un quir¨®fano del hospital Ram¨®n y Cajal. El suceso ocurri¨® cerca de las 20.00 horas en las salidas de la T1, en la parte exterior.
El indigente, seg¨²n la versi¨®n policial y la de varios testigos empez¨® a gritar y a gesticular. Varios agentes de paisano que supuestamente estaban vigilando el aeropuerto en labores preventivas se le acercaron. Un testigo relat¨® lo que ocurri¨® despu¨¦s: "La secreta fue a pedirle alg¨²n tipo de documentaci¨®n. Pero el hombre se ha puesto muy violento y ha sacado un cuchillo y los agentes le han disparado".
Un portavoz policial se?al¨® que los agentes, despu¨¦s de que el indigente intentase apu?alarles, realizaron dos disparos "intimidatorios al aire". "Despu¨¦s, el hombre se ha echado mano a la parte trasera del pantal¨®n y ha sacado un objeto negro. Al creer que era un arma, los polic¨ªas le han disparado en ¨®rganos no vitales: brazo, t¨®rax y abdomen", afirm¨® dicho portavoz.
Govrage, efectivamente, sac¨® del pantal¨®n una pistola. Era de juguete. Sonaron tres disparos y el hombre se desplom¨®. Dos agentes continuaron apunt¨¢ndole. Uno de ellos retir¨® con el pie la pistola simulada.
"Estos polic¨ªas no le conoc¨ªan. Si hubiesen sabido qui¨¦n es sabr¨ªan que no es peligroso. ?De verdad era necesario disparar cinco veces? Lo pod¨ªan haber reducido y ya est¨¢", criticaba un empleado de una agencia de alquiler de coches que conoc¨ªa de sobra al "negrito". "Era muy majo", a?adi¨®. La ¨²ltima vez que vio a Jordi fue a las tres de la tarde. Llevaba puesta una boina, una camisa blanca y un pantal¨®n marr¨®n claro. "Le he visto como siempre, cantando por ah¨ª y sin molestar".
Marcela Pr¨¢denas, que se dispon¨ªa a viajar a Chile, lleg¨® a Barajas inmediatamente despu¨¦s del tiroteo y vio al hombre tendido en el suelo. "Ha pasado m¨¢s de media hora hasta que alguien ha avisado a una ambulancia", asegur¨® la mujer. Ella y otros testigos recriminaron a los polic¨ªas que ni siquiera se agacharan a auxiliar al herido. "?sto pasa en Am¨¦rica y no debe pasar en Europa", les espetaron a los agentes. Un polic¨ªa que se encontraba en el aeropuerto se?al¨® que el tiroteo tuvo lugar a unos diez metros de una de las puertas de la T1 y que luego el hombre se tambale¨® hasta caer al lado de la puerta.
Cuando la ambulancia se llev¨® a Jordi, qued¨® el carro de supermercado con el que el hombre paseaba por las afueras del aeropuerto. Con bolsas, maletas, un plumero, un ramo de flores, revistas y peri¨®dicos...
Acudieron agentes de la Polic¨ªa Municipal, de la Guardia Civil y de la Polic¨ªa Nacional, que cortaron el acceso en coche a la zona del suceso. El despliegue, al que se unieron los guardias de seguridad del aeropuerto, fue de tal calibre que muchos viajeros se asustaron pensando que hab¨ªa sido un atentado. Mientras, los jugadores del Atl¨¦tico de Madrid, a punto de embarcar rumbo a Ruman¨ªa para jugar el s¨¢bado el partido de la Intertoto, fueron conducidos por la polic¨ªa a una entrada lateral.
Los empleados del aeropuerto recibieron la noticia del tiroteo con estupor. La mayor¨ªa conocen a la v¨ªctima, que lleva durmiento a las puertas del aeropuerto aproximadamente un a?o y medio. "?Qui¨¦n ha sido, el negrito?", preguntaba sobresaltado un t¨¦cnico de mantenimiento.
A los que aseguraban que nunca hab¨ªa dado ning¨²n problema, se un¨ªan tambi¨¦n los que se contaban los encontronazos que hab¨ªan tenido con ¨¦l. "Yo estoy trabajando en mantenimiento y m¨¢s de una vez he tenido que llamar a los de seguridad para que me lo quitasen de encima porque era muy violento", explic¨® otro empleado. Muchos de los que le conoc¨ªan contaban que cada dos semanas "los servicios sociales" se lo llevaban para asearlo: "Y entonces Jordi volv¨ªa todo limpito, con el pelo corto y ropa nueva".
Un portavoz de Asuntos Sociales del Ayuntamiento explic¨® que el Samur Social atiende todos los viernes a Washington: "Hemos intentado convencerle para que recibiera tratamiento psiqui¨¢trico. Pero ¨¦l no quer¨ªa saber nada".
El Samur Social tambi¨¦n atiende a Feld, otro indigente de origen et¨ªope. Le conocen como El Emperador. Muchos empleados pensaban que hab¨ªa sido ¨¦l el herido. Para los que transitan habitualmente en la terminal 1 de Barajas hay dos mendigos. El de arriba y el de abajo. "?Ha sido al que vive arriba
[Feld, que dormita en un banco al lado de la cafeter¨ªa de los empleados]?". "No, no, ha sido al otro, el que vive abajo [a las puertas de la zona de llegadas de la T1], el loco, el de los c¨¢nticos".
Una hora despu¨¦s del suceso, Feld dorm¨ªa en su sitio de siempre, con sus barbas y acurrucado. Ajeno al ajetreo de fuera. Sin saber lo que le hab¨ªa sucedido a su compa?ero.
En la planta 2 del hospital Ram¨®n y Cajal el pasillo anoche estaba desierto. Detr¨¢s de una de las tantas puertas cerradas est¨¢ el quir¨®fano en el que los m¨¦dicos estaban oper¨¢ndole. Fuera de la sala, nadie, informa Lucia Magi.
Las ¨²nicas personas que miden a pasos lentos y angustiados la sala de espera est¨¢n all¨ª por otro paciente. Pero han visto entrar al quir¨®fano al indigente: "Han metido a un hombre negro tendido en la camilla. Hab¨ªa cuatro polic¨ªas detr¨¢s", cuentan. M¨¢s no saben.
De la sala donde los cirujanos se preparan salen cuatro polic¨ªas. Se van turnando desde que han llevado el hombre a urgencias "No podemos decir nada", se excusan, "est¨¢ en juego la carrera de un compa?ero".
Una cama al lado de Botero
Hablaba ingl¨¦s y franc¨¦s y chapurreaba espa?ol. Nunca ped¨ªa limosna. Nadie sab¨ªa c¨®mo se alimentaba. Obrage Washington dorm¨ªa siempre en un banco a las afueras de la zona de llegadas de la T1 del aeropuerto de Barajas. "Se hac¨ªa su camita, muy bien hecha, enfrente de la estatua de Botero", explic¨® una trabajadora de una empresa de alquiler de coches. Era bastante corpulento - "ni gordo ni delgado" seg¨²n otros- y al cuello llevaba siempre colgadas muchas acreditaciones de esas que tienen que lucir los empleados para identificarse por Barajas.Obrage no se separaba de su carro de supermercado. En ¨¦l atesoraba sus escasas pertenencias: revistas publicitarias, peri¨®dicos, libros, flores. Y un improvisado tenderete-atril con fotogramas de pel¨ªculas fant¨¢sticas.
Harry Potter y Eragon. Dibujaba continuamente al peque?o mago miope y a a los dragones y al ni?o rubio de
Eragon.
Los copiaba de las fotos.Por la noche cubr¨ªa su hogar port¨¢til. Por si acaso alguien se llevaba algo. Un d¨ªa, Obrage s¨ª que se separ¨® del carro. Lo dej¨® fuera, al lado de las puertas correderas de la T1. Se subi¨® a una de las terrazas para vigilarlo. Levant¨® los dos brazos y se puso a rezar y a cantar.Todo el mundo le conoc¨ªa. Tambi¨¦n los viajeros habituales. Por los corrillos, cruzaban las mismas frases: "?El negrito del pelo
afro
?", "?el loco de los c¨¢nticos?", "el del carro lleno de cosas?"
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