La respuesta de la libertad
Gran empresario. Gran editor. Pero sobre todo gran amigo. No puedo empezar a contar las v¨ªvidas horas al lado de Jes¨²s de Polanco. En los momentos de la transici¨®n democr¨¢tica en Espa?a. En las ¨¢reas de promoci¨®n del libro y la lectura. En el hogar de los antepasados en Santillana del Mar. En el ¨¢rea de los presentes en la Feria del Libro de Guadalajara. Del territorio del porvenir en las reuniones del Foro Iberoam¨¦rica. En toda esta geograf¨ªa del quehacer pol¨ªtico, literario y moral, Jes¨²s de Polanco representaba la lecci¨®n del pasado, el vigor del presente y una advertencia esperanzada del porvenir.
Era, en otras palabras, un hombre cl¨¢sico, en el sentido original del t¨¦rmino: un ser de primer orden, de clase superior. Generoso, abierto, inteligent¨ªsimo, memorioso, premonitorio y pisando un presente que se sab¨ªa fugaz y s¨®lo era constante. De las sombras de la dictadura espa?ola, extrajo la luz que impidiese un receso nost¨¢lgico, una aventura sin salida, una divisi¨®n de una y otra Espa?a. En las p¨¢ginas de EL PA?S, dio cabida a toda opini¨®n solvente, de derecha, de centro o de izquierda. La puerta del diario siempre estuvo abierta, a pesar de las trancas y barrancas con que quisieron entorpecer o aislar al diario quienes no ten¨ªan otra bandera que la nostalgia de la dictadura o la ambici¨®n de un poder que, Polanco sab¨ªa, no se ejerc¨ªa en la intolerancia sino para afirmar a¨²n m¨¢s la respuesta de la libertad. Esta convicci¨®n de que ser libres era excluir dogmas y proponer razones, examinar certezas a la luz de la incertidumbre y el cuestionamiento, fue la gu¨ªa humana de las creaciones de Polanco: comunicaciones, edici¨®n, pensamiento, literatura.
Basta, por ejemplo, ver la n¨®mina de autores de Alfaguara para admirar la confianza de Polanco en las virtudes de la diversidad. Ideol¨®gica, s¨ª, pero igualmente importante, diversidad de estilo, contenido, intenci¨®n y lenguaje. Jes¨²s de Polanco encarn¨®, para m¨ª, una etapa de nuestra inteligencia hispanoamericana, finalmente, democr¨¢tica. La voz de todos no puede ser, ni siquiera, la ¨²nica voz, si no es al mismo tiempo, la voz de cada cual. Todos los temas, todas las ideas, al cabo todas las personas, fueron respetadas por Polanco en sus empresas. Me atrevo a pensar que lo fueron, en la medida, tambi¨¦n, en que se respetaron a s¨ª mismas.
Asediado por voluntades perversas de retorno al pasado y por ma?as judiciales de intenci¨®n tan transparente como torcida, Polanco obtuvo, en momentos dif¨ªciles, el apoyo de comunidades intelectuales que en la libertad de Don Jes¨²s ve¨ªan reflejada la suya propia. Fue el caso del doctorado honoris causa que le otorg¨® la Universidad de Brown en los Estados Unidos, proponiendo un honor no s¨®lo para Espa?a, sino para todos nosotros, que en su m¨¦rito mismo deshac¨ªa y revelaba el enga?o perpetrado contra Polanco, cerr¨¢ndole, in¨²tilmente, las puertas de un mundo que quer¨ªa, con verdadera justicia, aplaudirlo como representante de una cultura, la nuestra, y hacerla part¨ªcipe de una realidad global, internacional, humanista, que nos liga al mundo y nos libera de las ataduras nacionalistas.
Digo que Jes¨²s de Polanco era un activo defensor y promotor de nuestra democracia iberoamericana. Un proyecto que no se cumple de un solo golpe, en una elecci¨®n o varios art¨ªculos de opini¨®n, libros y editoriales, sino en esa continuidad que no pierde de vista los objetivos del futuro pero tampoco las metas del porvenir. Estoy en Grecia cuando recibo la noticia y pienso que la democracia requiere la constante compa?¨ªa de la isonomia, que es el nombre de la igualdad jur¨ªdica, de la naturaleza universal de la norma de derecho.
Comparemos estos t¨¦rminos -democracia, igualdad jur¨ªdica, proyecto de desarrollo con justicia, informaci¨®n y cultura- para entender los t¨¦rminos de la vida de Jes¨²s de Polanco y su importancia para nuestras ciudadan¨ªas siempre por hacer, siempre por defender.
?He dicho que Jes¨²s de Polanco, adem¨¢s, era un hombre de alegr¨ªa, de amor, de amistad?
Lo extra?aremos mucho.
Carlos Fuentes es premio Cervantes (1987).
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