El mambo de Contador en el Peyresourde
El ciclista de Pinto ataca seis veces a Rasmussen, que resiste, en una etapa ganada por el sufriente Vinok¨²rov
La prensa de la regi¨®n alertaba, alarmada, "el oso ataca de nuevo en Bagn¨¨res", y explicaba que en 2006 se hab¨ªa repoblado la zona con seis osos eslovenos -un macho, cinco hembras- y que los ganaderos estaban que trinaban. Como hace 100 a?os, m¨¢s o menos, cuando se hizo a los corredores del Tour franquear por primera vez los grandes cols pirenaicos, con el Peyresourde abriendo paso a la salida de Luchon, y los ciclistas, asustados, no dejaban de o¨ªr a su paso, "?cuidado con los osos!". Ayer les gritaban ?cuidado con Vinok¨²rov!, que es kazajo, feroz, que tambi¨¦n tiene garras, y unos ojos fr¨ªos que matan, pero tampoco era para tanto. Ayer tocaba mano a mano en el Peyresourde. Eso s¨ª fue mucho.
El kazajo es un ciclista de regularidad alternante: un d¨ªa arrasa y al siguiente se hunde
Cada d¨¦cada, m¨¢s o menos, el Tour concede a un escalador puro el placer de la victoria final. En el 76 fue Van Impe, en el 88, Delgado, y en el 98, Pantani. En 2007 tambi¨¦n toca, seguro, pero, adem¨¢s, con un a?adido especial: ser¨¢ de un duelo de escaladores de donde salga el maillot amarillo de Par¨ªs. Dos el¨¦ctricos de igual a igual. Todo un placer para los aficionados, y m¨¢s si uno de los duelistas es Alberto Contador, que ayer, con su adem¨¢n desafiante -ni las gafas negras pueden esconder su mirada de te vas a enterar-, ligero de pedalada, incansable, oblig¨® a Rasmussen a bailar el mambo. El mambo del Peyresourde. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces demarr¨®, atac¨®, cambi¨® el ritmo, el madrile?o en los ¨²ltimos cinco kil¨®metros del puerto de los osos. Al primer ataque ya dej¨® atr¨¢s a todos, salvo a su pareja de baile: los garrapatas detr¨¢s vivieron su plena reducci¨®n al absurdo, sin rueda que chupar; y entre los duelistas no hubo acuerdo, falso, como la v¨ªspera: uno de los dos sobraba, forastero. En el segundo, Rasmussen todav¨ªa dio la sensaci¨®n de estar sobrado; en el tercero, la duda; en el cuarto, ay, ay, ay: los dos de pie en la bicicleta, Contador acelerando, Rasmussen, neg¨¢ndose a sentarse, aunque las piernas se lo pidieran a gritos. Finalmente, se sent¨®, antes que Contador.
Era el momento. Contador as¨ª lo pens¨®. De ¨¦sta me voy. Pero el incre¨ªble pollo volador resisti¨®: sentado fue capaz de reducir terreno. El quinto se qued¨® a medias, frenado por los coches y motos, por el p¨²blico abrumador. Y el sexto lleg¨® despu¨¦s del descenso, en las calles de Loudenvielle. El petardo final de la traca. No cedi¨® Rasmussen, pero ambos bailarines lograron aumentar en 56s su ventaja sobre Evans, Kl?den, Leipheimer, Sastre, los seguidores que llegaron acus¨¢ndose de esconderse en los relevos. Despu¨¦s, ambos se citaron para ma?ana en el Aubisque, el ¨²ltimo puerto del Tour: quiz¨¢s Contador pueda contar hasta ocho, hasta el mambo definitivo.
Por delante hab¨ªa fuga. Se escaparon tantos camino del temido Bal¨¨s que m¨¢s parec¨ªa que se hubiera fugado todo el pelot¨®n. Eran 25, por lo menos, y entre ellos estaba Vinok¨²rov, el ciclista yo-yo -hoy arriba, ma?ana abajo-, convertido en un numerero. Ayer atac¨®, como los osos eslovenos. Le tocaba. Son las cosas del nuevo ciclismo, en el que parece imposible recargar las bater¨ªas. Hay ciclistas de corriente continua, como Valverde y Pereiro, que una vez que empiezan a quedarse sin energ¨ªas sufren cada vez m¨¢s para soportar el ritmo de los m¨¢s brillantes, o de los que no derrocharon otros d¨ªas, los que pensaron guardar fuerzas.
Valverde llega muerto a la meta, habla de c¨®mo la locomotora de Boogerd lo fue exprimiendo, y luego sonr¨ªe. "Pero he terminado mejor que ayer", dice. El espejismo del d¨ªa de descanso, que es hoy. Y hay ciclistas de corriente alterna. Un d¨ªa a tope, al siguiente vac¨ªos. Y as¨ª, Vinok¨²rov. Ya en junio, en la Dauphin¨¦, Vinok¨²rov mostr¨® su regularidad alternante: un d¨ªa gan¨® la contrarreloj, al siguiente se hundi¨® en el Ventoux; el tercero dej¨® ganar la etapa a Colom, el cuarto se fue abajo en la etapa reina y el quinto volvi¨® a exhibirse. En el Tour, igual: el s¨¢bado asusta en la contrarreloj, el domingo da pena en los Pirineos, el lunes arrasa en el Peyresourde. Su estilo demoledor subiendo y bajando lo sufrieron los espa?oles, que pensaban alegrar su Tour con una victoria de etapa: Arroyo, Cobo y Zubeldia, quien descubri¨® que es m¨¢s divertido correr al ataque que guardar y guardar. Quiz¨¢s sea tambi¨¦n efecto del contagioso ritmo del mambo de Contador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.