C¨¦cilia Sarkozy, misi¨®n cumplida
La esposa del presidente franc¨¦s obtiene en Libia la excarcelaci¨®n de las cinco enfermeras b¨²lgaras
"S¨®lo he vivido para este momento". Con l¨¢grimas en los ojos, la enfermera b¨²lgara Snezhana Dimitrova, de 54 a?os, logra balbucear esta frase entre sollozos mientras abraza a sus hijos Ivailo y Paulina. Ella, otras cuatro enfermeras y un m¨¦dico pisaban por fin ayer por la ma?ana la pista del aeropuerto de Sof¨ªa tras m¨¢s de ocho a?os de encarcelamiento en Libia. Apartada del tumulto de las c¨¢maras que filmaban el reencuentro de las mujeres liberadas con sus familias, C¨¦cilia Sarkozy, de 49 a?os, la esposa del presidente de Francia, permanec¨ªa silenciosa pese a ser la protagonista de esta liberaci¨®n. En su lugar, el secretario general de la Presidencia de la Rep¨²blica, Claude Gu¨¦ant, contestaba exultante a la prensa: "?Misi¨®n cumplida!".
"Estamos muy contentas de estar hoy aqu¨ª con la se?ora Sarkozy", a?ad¨ªa Benita Ferrero-Waldner, la comisaria europea de Relaciones Exteriores. Permanecieron poco tiempo. Una hora despu¨¦s de aterrizar, el avi¨®n gubernamental franc¨¦s despeg¨®, a las diez de la ma?ana, de Sof¨ªa rumbo a Par¨ªs.
Todo empez¨® seis horas antes. "Fuimos informadas de nuestra liberaci¨®n a las cuatro de la madrugada", recordaba la enfermera Kristiana Valcheva. "A las seis atravesamos la gran puerta de la c¨¢rcel de Djoudeida", prosegu¨ªa. De ah¨ª fueron conducidas al avi¨®n donde les esperaban sus libertadoras, C¨¦cilia Sarkozy y Ferrero-Waldner.
Las enfermeras y el m¨¦dico (de origen palestino, aunque nacionalizado b¨²lgaro en junio) fueron condenados a muerte -su pena fue despu¨¦s conmutada por cadena perpetua- bajo la acusaci¨®n de haber inoculado el virus del sida a 438 ni?os en un hospital de Bengasi en el que trabajaban. De ellos, 56 han muerto.
La negociaci¨®n para lograr su traslado a Bulgaria, donde fueron inmediatamente indultados, "dur¨® toda la noche", seg¨²n David Martinon, portavoz del El¨ªseo. "El presidente de la Rep¨²blica permaneci¨® en pie toda la noche", a?adi¨®. "Estuvo al tel¨¦fono con los negociadores in situ [Tr¨ªpoli]" y con el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso.
Pese a no haber pegado ojo, Sarkozy apareci¨® en plena forma ante una prensa, en Par¨ªs, que le avasall¨® a preguntas sobre el heterodoxo papel de su esposa convertida en su "representante personal". Record¨® que habl¨® por tel¨¦fono con una de las enfermeras y ¨¦sta le dijo: "Soy la mujer m¨¢s feliz del mundo. No me dijo, ?cu¨¢l es el papel de su esposa?".
"Hemos resuelto un problema y punto", zanj¨® el presidente. "No hay que teorizar sobre la nueva organizaci¨®n de la diplomacia francesa, el papel de la esposa del jefe del Estado o no s¨¦ qu¨¦ cosas m¨¢s". "Hab¨ªa que sacarlas, las hemos sacado y es eso lo que cuenta". "Es hora de actuar con pragmatismo tanto en los problemas internacionales como en los nacionales".
A las preguntas insidiosas se a?adieron las cr¨ªticas de la oposici¨®n socialista. Uno de sus diputados, Beno?t Hamon, pregunt¨®, por ejemplo, qu¨¦ legitimidad democr¨¢tica ten¨ªa C¨¦cilia Sarkozy para emprender esta misi¨®n.
Sarkozy acab¨® justificando ante la prensa el haber recurrido a C¨¦cilia, y ensalz¨® a esa esposa d¨ªscola que no vot¨® por ¨¦l en las presidenciales de mayo y lleg¨® tarde a la cena en la que se celebr¨® su victoria electoral. "Se trataba de un problema de mujeres, humanitario", explic¨®. "Pens¨¦ que C¨¦cilia pod¨ªa llevar a cabo una actuaci¨®n ¨²til".
"Lo que hizo, lo hizo con mucha valent¨ªa, mucha sinceridad, mucha humanidad y mucho empuje", continu¨® el presidente, crecientemente apasionado. "Comprendi¨® inmediatamente que una de las claves pasaba por nuestra capacidad para tomar en consideraci¨®n todo el dolor, el de las enfermeras, por supuesto, pero tambi¨¦n el de las familias que perdieron un hijo".
Acompa?ada por FerreroWaldner, C¨¦cilia se reuni¨® el lunes en Tr¨ªpoli con Aicha, la hija de Muammar el Gaddafi, y despu¨¦s con el mismo Gu¨ªa de la Revoluci¨®n, seg¨²n el secretario general del El¨ªseo. "Trab¨® con ¨¦l una relaci¨®n personal directa y de confianza", precis¨®.
No es la primera vez que la esposa del presidente de Francia ejerce un papel en pol¨ªtica exterior, pero s¨ª que lo hace por encargo del jefe del Estado. Danielle Mitterrand, esposa del difunto Fran?ois Mitterrand, irrit¨® a la diplomacia francesa apoyando a Fidel Castro, al subcomandante Marcos o a los independentistas saharauis.
Adem¨¢s de mostrar compasi¨®n con el dolor, los Sarkozy emplearon otros argumentos para convencer a Gaddafi. El presidente reconoci¨® haberle dicho por tel¨¦fono que "la mejor manera de enfocar el porvenir era resolver el problema" de las enfermeras. Hoy Sarkozy viaja a Tr¨ªpoli para reunirse con ¨¦l.
"?Ha pagado Francia un euro?" para obtener la liberaci¨®n, se pregunt¨® Sarkozy. "La respuesta es no", se contest¨® a s¨ª mismo. "?Ha pagado Europa un euro en el marco de esta negociaci¨®n y m¨¢s all¨¢ del protocolo de acuerdo que ya estaba sobre la mesa?", volvi¨® a preguntarse. "La respuesta es no".
Abdelrahman Chalgham, el ministro libio de Exteriores, contradijo en parte a Sarkozy. Bruselas y Par¨ªs contribuyen, seg¨²n ¨¦l, a las compensaciones (335 millones de euros) que recibir¨¢n las familias de los 438 ni?os infectados. Sarkozy s¨ª dej¨® caer, en cambio, que Qatar, un pr¨®spero emirato del golfo P¨¦rsico, hizo alguna aportaci¨®n. Agradeci¨® "la mediaci¨®n y la intervenci¨®n humanitaria" del emir sin dar m¨¢s detalles.
Supersarko, como le llama a veces la prensa francesa, ha marcado un nuevo tanto diplom¨¢tico, como lo hizo en su d¨ªa en la cumbre comunitaria que debati¨® sobre el modelo abreviado de Constituci¨®n, o sobre la direcci¨®n de EADS, la empresa europea l¨ªder de la industria aeroespacial.
?Cu¨¢l es ahora su pr¨®ximo objetivo? Rama Yade, la secretaria de Estado francesa para los Derechos Humanos, asegur¨® ayer que era la liberaci¨®n de la disidente Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz, detenida por la junta birmana. Otras fuentes diplom¨¢ticas apuntan a que ser¨¢ la reh¨¦n franco-colombiana Ingrid Betancourt.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.