Contador gana el Tour m¨¢s incre¨ªble
El espa?ol, con 23s de ventaja sobre Evans, sucede a Indurain 12 a?os despu¨¦s en lo alto del podio de los Campos El¨ªseos
Si en la meta, en las afueras de la hermosa Angoul¨ºme, huele a lavanda no es porque se haya regado de colonia el asfalto en honor de Alberto Contador, sino porque todos los transe¨²ntes, apresurados, pisotean para ir de un sitio a otro unos m¨ªnimos arbustos reci¨¦n plantados. Sin embargo, el olor de la planta ser¨¢ el que se asocie para siempre a la victoria de un chico de Pinto, de 24 a?os, en la carrera ciclista m¨¢s importante del mundo; ser¨¢ el que vaya siempre unido a su gloria, el que tambi¨¦n, simb¨®licamente, pueda acabar asociado a un Tour, el m¨¢s incre¨ªble de los ¨²ltimos a?os, que durante gran parte de su desarrollo ha olido a azufre. Un Tour incre¨ªble con un ganador cre¨ªble, joven y hermoso. "Un Tour loco, s¨ª", dijo Contador, a quien le cay¨® el maillot amarillo del cielo el jueves, cuando el Rabobank retir¨® al l¨ªder leg¨ªtimo, al m¨¢s fuerte en la carretera, Michael Rasmussen, y que lo defendi¨® ayer hasta el l¨ªmite, dando lugar al podio m¨¢s apretado de la historia: Contador; a 23s, Cadel Evans; a 31s, Levi Leipheimer.
Es la segunda menor diferencia despu¨¦s de los 8s de LeMond sobre Fignon en 1989
Cinco espa?oles, una manita, han ganado el Tour ya -salvo cat¨¢strofe hoy en el carrusel de Par¨ªs-: Bahamontes, Oca?a, Delgado, Indurain y Contador. Doce a?os despu¨¦s del quinto Tour de Indurain, el ciclismo espa?ol cierra el par¨¦ntesis, la excepci¨®n que en su historia represent¨® el gigante navarro, y se reencuentra con su l¨ªnea gen¨¦tica m¨¢s pura, la de la raza del escalador, la l¨ªnea ininterrumpida nacida en Vicente Trueba y hallada en Bahamontes, en Julio Jim¨¦nez, en Oca?a, en Fuente, en Perico, en Arroyo, en Contador. El escalador genial e instintivo, el corredor que hace disfrutar en los Alpes, en los Pirineos, que hace sufrir los d¨ªas de contrarreloj. Que hizo sufrir ayer.
"Cuando me entreno, voy pensando en la gloria. Todos los ciclistas piensan en la gloria, aunque s¨®lo algunos tienen la suerte de tocarla", dijo Contador. "Pero a¨²n no s¨¦ a qu¨¦ sabe; a¨²n no soy consciente de lo que he hecho, de lo que se me caer¨¢ encima".
Contador es Perico -la imaginaci¨®n, la ambici¨®n, el inconformismo-, pero Perico y algo m¨¢s, Perico dentro de un molde de disciplina f¨¦rrea, de una cabeza, mejor, un cabezota, que no acepta que algo no se pueda conseguir. Como conseguir, por ejemplo, hacer la mejor contrarreloj de su vida vestido de amarillo, jug¨¢ndose el Tour. Y saliendo vivo del empe?o.
Haciendo sufrir. Sufriendo. "Dud¨¦, dud¨¦", dijo el ciclista. "A falta de 30 kil¨®metros, me dijeron que Evans ya me sacaba 38s. Y me preocup¨¦: quedaba m¨¢s de la mitad de la prueba y ya me dol¨ªan las piernas". Le dol¨ªan las piernas, que mov¨ªa ligeras, como en el aire, sin dar la impresi¨®n de transmitir potencia a los pedales; que mov¨ªa nervioso, fr¨¢gil, sediento. Imagen de desamparo ante el tremendo rodar, reconcentrado, duro, de su compa?ero de equipo Leipheimer, el ciclista m¨¢s desconocido, m¨¢s invisible, que m¨¢s a punto ha estado de ganar un Tour: se qued¨® a 31s -quiz¨¢s lo que pudo haber ganado si en el Aubisque no hubiera esperado a Contador para llevarlo con Rasmussen-, pero gan¨® la contrarreloj de 55,5 kil¨®metros con la tercera mejor media de la historia (53,081 kil¨®metros por hora, con viento de culo); delicado como sus bracitos comparado con el s¨®lido Evans, que sali¨® como una moto y sigui¨® acelerando y acelerando, alimentado por las noticias que le llegaban de la debilidad del escalador espa?ol en las largas rectas del centro de Francia.
Para mantener el jersey amarillo, Contador, que sali¨® con una ventaja de 110 segundos, pod¨ªa permitirse perder poco menos de 2s por kil¨®metro. En los primeros 15 kil¨®metros las p¨¦rdidas con respecto a Evans fueron como un goteo, peque?o, contenido (1,2s por kil¨®metro), pero en el segundo tramo, cuando las dudas, cuando el dolor de piernas, cuando la cabeza empez¨® a ver p¨¢jaros negros, el goteo pas¨® a chorro: 1,83s. Si continuaba la progresi¨®n, kaput. Sin embargo, pasaron dos cosas: Contador, guiado desde el coche por el experto Bruyneel, por el nervioso Armstrong, se afianz¨®; y Evans, que a punto ha estado de ganar el Tour sin equipo, sin haber atacado ni una vez, sencillamente por la experiencia del que sabe que todo ahorro es bueno, que toda generosidad es un error, muri¨®: dio su ¨²ltimo aliento en el repecho final de Angoul¨ºme y se acab¨®, a cinco kil¨®metros de la meta. A Contador le sobraron 23s, la segunda menor diferencia de la historia despu¨¦s de los 8s con que LeMond le dio la vuelta a la tortilla a Fignon en 1989.
"He podido en la carrera liberar toda la tensi¨®n acumulada", suspir¨® Contador al final. "Ha sido un d¨ªa de mucho esfuerzo, ha sido el resultado de muchos a?os de trabajo". Contador subir¨¢ hoy dos veces solo al podio de Par¨ªs: una para recibir un maillot amarillo que esperaba poder alcanzar m¨¢s tarde; la otra, para vestir el trofeo que s¨ª sab¨ªa que pod¨ªa lograr, el blanco de mejor joven, como Ullrich (23 a?os) y Fignon (22) antes que ¨¦l. Porque en los tiempos de Merckx (primer Tour a los 24, como Contador), Bartali (24), Hinault (23), Anquetil (23) y Gimondi (22, el m¨¢s joven) no hab¨ªa blanco a¨²n.
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