?D¨®nde vas t¨² a esa velocidad?
"?Y ese globero d¨®nde va a esa velocidad? Buah, seguro que revienta dentro de unos metros... Debe de ser que no conoce la subida...". Un minuto despu¨¦s, a 180 pulsaciones y con un dolor de piernas muy considerable, me di cuenta de que ese globero de la Uni¨®n Ciclista de Pinto no iba a reventar. Me puse a su rueda y tir¨¦ de cabezoner¨ªa para no descolgarme, porque fuerza no me quedaba mucha. Y entonces, a su rueda, me qued¨¦ todav¨ªa m¨¢s sorprendido: la rueda ten¨ªa s¨®lo cinco pi?ones (las bicicletas de entonces ten¨ªan como m¨ªnimo ocho) y llevaba metido uno de los peque?os; tambi¨¦n llevaba metido el plato grande aunque la rampa que est¨¢bamos subiendo ten¨ªa m¨¢s de un 10%; el cuadro ten¨ªa pinta de pesar m¨¢s de 15 kilos y le quedaba grande; las zapatillas ser¨ªan tres tallas m¨¢s grandes que su pie... Pero ah¨ª segu¨ªa ¨¦l, pedaleando de pie con ese baile sobre los pedales tan caracter¨ªstico que todav¨ªa hoy le hace inconfundible. El ritmo que marc¨® hizo que nos qued¨¢ramos solos en cabeza ¨¦l y yo. Quise darle alg¨²n relevo porque nunca me ha gustado ir a rueda, pero enseguida ¨¦l volv¨ªa a adelantarme para tirar porque no estaba a gusto con mi ritmo. Me dec¨ªa que hab¨ªa que subir m¨¢s deprisa, pero sinceramente yo no pod¨ªa...
No s¨®lo es un 'crack' por su cuerpo. Es un cabez¨®n: consigue siempre lo que se plantea
Le daba igual romperse dos dientes y tener el cuerpo magullado. S¨®lo pensaba en la bicicleta
As¨ª conoc¨ª a Alberto Contador, ese crack que tiene a media Espa?a emocionada. Corr¨ªa el a?o 1998: yo era cadete de primer a?o y ¨¦l de segundo, pero ¨¦sa era su primera carrera. Fue en Torrelaguna (Madrid), y la subida en cuesti¨®n era el puerto de El Atazar. Aquella primera demostraci¨®n y las sucesivas exhibiciones provocaron que todos le llam¨¢ramos Pantani.
En Pinto se dieron cuenta de que ese chico no pod¨ªa correr con ese trasto, la famosa bici Orbea de su hermano, y le dejaron una en condiciones. Al a?o siguiente pas¨® a juveniles con el equipo de su pueblo, demostrando un motor para el ciclismo fuera de lo normal. El problema era que las carreras de estas categor¨ªas no son muy selectivas y casi siempre se resuelven al sprint, por lo que Alberto siempre se quedaba con ganas de m¨¢s.
En su segundo a?o de juveniles, en 2000, fich¨® por el equipo en que corr¨ªa yo, el Real Velo Club Portillo del barrio de Embajadores. As¨ª empez¨® la amistad que hemos mantenido hasta hoy. Los entrenamientos en invierno llegaban a ser frustrantes porque era imposible ganarle. Creo que la ¨²nica vez que le hice sufrir fue corriendo a pie por El Pardo: ¨ªbamos los dos en cabeza y sali¨® un perro detr¨¢s nuestro y yo, que le tengo terror a esos animales, me puse a correr como un loco. Pero ni as¨ª fui capaz de descolgarle. Con esas piernas tan largas de keniano daba unas zancadas enormes... En otro entrenamiento, ya en bici, ¨ªbamos todos sufriendo a su rueda en una subida hasta que pas¨® un cami¨®n al doble de velocidad que nosotros. Alberto se peg¨® un sprint, se puso a rueda del cami¨®n y nos dej¨®.
La primera carrera de ese a?o fue el Trofeo Iberdrola, en Zamora. Alberto iba s¨²per motivado porque se hab¨ªa entrenado mucho. (Por cierto, su bicicleta tambi¨¦n hab¨ªa mejorado, ya que su t¨ªo le regal¨® una de primer nivel de Pinarello). Pero la motivaci¨®n le dur¨® la mitad de la carrera, porque en una bajada se cay¨® y se dej¨® un par de dientes por el camino. En la ca¨ªda tambi¨¦n rompi¨® el cuadro de la bici, aunque ¨¦l no se dio cuenta de eso porque le llevaron al hospital. Despu¨¦s fui a recogerle con Carlos Rosado, nuestro director, y nos las ingeniamos para que no viera c¨®mo hab¨ªa quedado su bici, que iba en la baca del coche. Lo logramos durante un rato, pero en cuanto llegamos a un sem¨¢foro sac¨® la cabeza por la ventanilla y se dio cuenta del pastel. ?Vaya mosqueo se pill¨®! Le daba igual que se hubiera roto dos dientes y que tuviera todo el cuerpo magullado. Su preocupaci¨®n era la bicicleta y nada m¨¢s que la bicicleta -lo cual era l¨®gico, porque en su casa no sobraba el dinero y pensaba que su sue?o de ser ciclista se iba a truncar-. Menos mal que su t¨ªo hizo unas gestiones y le consigui¨® un cuadro igual en unos d¨ªas.
Fruto de esa ca¨ªda le cogi¨® miedo a las bajadas. En la primera carrera que gan¨®, ese a?o en Colmenarejo, nos escapamos los dos en una subida y cuando coronamos el puerto y nos pusimos a bajar tuve que ir esper¨¢ndole porque Alberto iba tan asustado que tomaba las curvas parado. Tanto que el seleccionador de Madrid, que utiliz¨® la carrera para elegir a los corredores que ir¨ªan al Campeonato de Espa?a, dud¨® mucho en seleccionarle. Hoy baja los puertos como el fuego.
Alberto disputaba a muerte los premios de monta?a. Y los ganaba siempre. M¨¢s de una vez le pas¨® que gastaba tantas fuerzas en la monta?a que luego le costaba un mundo terminar la carrera. Aunque la p¨¢jara que seguro que todav¨ªa hoy recordar¨¢ la sufri¨® en la segunda etapa de la Vuelta Internacional al Besaya, en Cantabria. La etapa terminaba en alto, en el pueblo de Bostronizo. Los extranjeros nos llevaban tan deprisa por el llano que no nos daba tiempo a comer. Y ¨¦l, que siempre ha tenido cero de grasa, se qued¨® sin energ¨ªa y perdi¨® m¨¢s de siete minutos en los cuatro kil¨®metros de subida. Vaya depresi¨®n que se cogi¨®. Al d¨ªa siguiente ten¨ªamos una cronoescalada y no quiso ni calentar. No sali¨® del coche hasta que quedaban cinco minutos para la salida. Al final corri¨® y termin¨® quinto a muy pocos segundos del ganador, Aitor Hern¨¢ndez, hoy en el Euskaltel.
Alberto no s¨®lo es un crack por el motor V12 que tiene en su cuerpo. Es un crack porque es un cabez¨®n: se plantee el objetivo que se plantee, al final lo consigue. Tiene una confianza en s¨ª mismo que no le he visto a nadie en mi vida. Yo, que tambi¨¦n tengo mi raci¨®n de cabezoner¨ªa, siempre me he fijado en ¨¦l como ejemplo a seguir, pero he llegado a la conclusi¨®n de que est¨¢ hecho de otra pasta, f¨ªsica y psicol¨®gicamente.
Me acuerdo de que en 2000 verane¨¦ con ¨¦l y con otros dos amigos de la bici en la Sierra de Gredos. Un d¨ªa, entrenando por all¨ª, encontramos una subida empinad¨ªsima que llegaba al pueblo de Navalsa¨²z. Para subir, hab¨ªa que retorcerse encima de la bici con el desarrollo m¨¢s ligero. No s¨¦ a qui¨¦n se le ocurri¨® apostar con ¨¦l que no podr¨ªa subirlo con el plato grande y los pi?ones peque?os, pero se pic¨® y gan¨®.
En esas mismas vacaciones fuimos a jugar al frontenis con mi padre, una batalla perdida porque es imposible ganarle. Pero Alberto, claro, ?c¨®mo se iba a retirar ¨¦l sin ganar? Sigui¨® jugando m¨¢s y m¨¢s tiempo, pero no consegu¨ªa ganarle. ?C¨®mo se picaba y qu¨¦ ambici¨®n ten¨ªa! Parec¨ªa que no le dol¨ªan las agujetas, pero yo creo que ni se daba cuenta por la ambici¨®n y competitividad que ten¨ªa.
As¨ª es su mentalidad. Y as¨ª ha llegado hasta donde est¨¢. Como llevo tanto tiempo vi¨¦ndole hacer cosas fuera de lo normal, ya hace tiempo que dije que no me iba a sorprender. Me espero de ¨¦l cualquier cosa, porque no s¨¦ d¨®nde tiene el l¨ªmite, si es que lo tiene. Lo ¨²nico que puede sorprenderme es que gane un sprint con ese cuerpecillo.
Precisamente por esa confianza ciega que tengo en ¨¦l sab¨ªa que volver¨ªa a triunfar despu¨¦s de que le diagnosticaran el cavernoma. Cuando le visit¨¦ en el hospital era ¨¦l el que nos animaba. Tiene una mentalidad de ganador y por eso siempre triunfar¨¢.
No volv¨ª a compartir equipo con ¨¦l hasta el Liberty. ?l ha seguido igual: cada vez con m¨¢s confianza en s¨ª mismo y con m¨¢s ambici¨®n. El problem¨®n de la Operaci¨®n Puerto nos quit¨® la ilusi¨®n que ten¨ªamos cuando ¨¦ramos juveniles y nos ha hecho ver el ciclismo con mucho escepticismo. De hecho, ¨¦l dec¨ªa que hab¨ªa perdido el romanticismo y que ve¨ªa el ciclismo como un trabajo. Afortunadamente, conf¨ªo en que el espect¨¢culo que ha dado en el Tour le devuelva la ilusi¨®n perdida. No es justo perderla con 24 a?os.
Tuve la suerte de compartir equipo con Joseba Beloki, David Etxebarr¨ªa, Marcos Serrano, ?ngel Vicioso, Alexander Vinok¨²rov, J?rg Jacksche, Allan Davis... Sin embargo, nunca he conocido a ninguna superestrella desde sus inicios. Esta circunstancia me hace sentirme de una manera que no sabr¨ªa describir: es una mezcla de orgullo, admiraci¨®n, idolatr¨ªa, respeto... Cuando hable con Alberto tras haberse convertido en una estrella del ciclismo no sabr¨¦ qu¨¦ decirle. Ahora mismo, lo ¨²nico que se me ocurre es preguntarle: "?Y t¨² d¨®nde vas a esa velocidad?".
Carlos Abell¨¢n fue compa?ero de Alberto Contador en su etapa amateur.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.