R¨¦cord mundial en consumo de coca¨ªna
En los ¨²ltimos a?os hemos visto impactantes campa?as dirigidas a la poblaci¨®n general para prevenir el consumo de coca¨ªna -qui¨¦n no recuerda la imagen del gusano col¨¢ndose por la nariz- pero ¨¦sta sigue aumentado y ahora ostentamos el r¨¦cord mundial en consumo. ?Que est¨¢ pasando? Por descontado que hay que actuar ante los graves problemas que las drogas provocan, pero ?estas campa?as generales de prevenci¨®n, como la del gusano, dirigidas a la poblaci¨®n en general, y especialmente a los j¨®venes, son efectivas para reducir el consumo?
Est¨¢ fuera de duda su encomiable prop¨®sito, su excelente calidad, su fuerza imaginativa, pero ?y sus resultados? ?C¨®mo se mide su ¨¦xito? ?Son efectivas porque la gente las recuerda a?os despu¨¦s? ?Porque a un 63% de la poblaci¨®n le parece que son un ¨¦xito? ?Porque la sociedad tiene la sensaci¨®n de que se est¨¢ haciendo algo contra la droga? Estas formas indirectas de medir el ¨¦xito de una campa?a son imprecisas y enga?osas: miden el ¨¦xito de impacto pero no su capacidad real de prevenir el consumo.
Desde los primeros anuncios sobre los peligros de la coca¨ªna, el consumo se ha multiplicado por diez en los adolescentes
Desde los primeros anuncios sobre los peligros de la coca¨ªna el consumo se multiplic¨® por diez en los menores de 18 a?os: del 0,2 se ha pasado al 2% de j¨®venes que admiten haberla consumido en el ¨²ltimo mes, y al 7% que la ha consumido en el ¨²ltimo a?o. Las campa?as, pues, no parecen haber resultado efectivas. En mi opini¨®n cometen algunos errores. En primer lugar suele haber un error de enfoque, la lucha no debe ser "contra la droga", debe ser contra las causas de su consumo, contra los factores de riesgo y para fomentar los factores de protecci¨®n.
En segundo lugar suele haber un error de acento. Las campa?as ponen el ¨¦nfasis en los peligros extremos. Es cierto que el pasado a?o hubo m¨¢s de cuarenta muertes por consumo de coca¨ªna y que fue uno de las principales motivos de asistencia en urgencias las noches de fin de semana. Pero a los j¨®venes, especialmente a los de mayor riesgo, que han probado en alguna ocasi¨®n la coca¨ªna y no han tenido una terrible experiencia, las campa?as de muerte y ambulancia les suenan falsas y ajenas.
En tercer lugar, suelen cometerse errores en los mensajes que se trasmiten. Agazapados entre la bondad de prop¨®sitos encomiables se cuelan los disparates. Por ejemplo, la campa?a con el eslogan "A que sabes divertirte sin drogas" estaba bien enfocada, pretend¨ªa luchar contra las causas dando un mont¨®n de opciones para divertirse, adem¨¢s de no ser tremendista o exagerar aspectos negativos. Pero el mensaje subyacente era en realidad "las drogas son divertidas". Esa es la idea que queda. "A que sabes llorar sin l¨¢grimas", "a que sabes re¨ªr sin carcajadas", ?qu¨¦ est¨¢n diciendo? ?qu¨¦ es lo que queda? Si me desaf¨ªan a hacer algo sin determinada cosa se presupone que esa cosa sirve o es ideal para hacer ese algo. Por lo que la campa?a erraba en el mensaje.
Pero aunque se dise?ara una campa?a dirigida a la poblaci¨®n en general enfocada en las causas, comedida, sin exageraciones, advirtiendo de peligros de forma veraz y razonada, su efectividad seguir¨ªa siendo dudosa. Por diversos motivos; el principal, que lo prohibido es atractivo. Entre los j¨®venes hacer algo prohibido es un rito de paso para considerarse adulto; hacer lo contrario a lo que dicen los padres es una forma de autoafirmarse, de modo que las campa?as insistiendo en que no tomen drogas les est¨¢n marcando un camino, especialmente a los que tienen falta de autoestima, a los m¨¢s rebeldes, a los que quieren llamar la atenci¨®n. Un ejemplo fue cuando un delegado del Gobierno para el Plan Nacional de Drogas dio una rueda de prensa avisando de los peligros del ¨¦xtasis vegetal y a los pocos d¨ªas las ventas de este producto se dispararon.
La prevenci¨®n del consumo de drogas ser¨ªa m¨¢s efectiva (adem¨¢s de evaluable) desde contextos normalizados, realizada por los propios educadores dentro de una programaci¨®n escolar que aborde problem¨¢ticas emergentes como la alimentaci¨®n, el ejercicio, la higiene dental, las adicciones, las habilidades personales e interpersonales... Temas a estudiar como se estudia el clima o cualquier otro conocimiento b¨¢sico. Y, por supuesto, tratar estos temas en la familia, que es el principal agente preventivo; tratarlo a su tiempo, sin alarmismos, para lo cual es preciso reforzar el rol de los padres (en general m¨¢s autoridad y menos sobreprotecci¨®n), su papel de transmisores de valores y conocimientos, y apostar por medidas de conciliaci¨®n de la vida familiar y laboral que permitan una mayor y mejor dedicaci¨®n.
Las campa?as, en caso de realizarlas, deben dirigirse a poblaciones delimitadas, aportando o apuntado soluciones concretas a problemas reales. Informar de alg¨²n aspecto general a una poblaci¨®n variopinta de millones de personas sobre algo tan complejo, contradictorio y asociado a tantas conductas diversas como el uso, abuso y dependencia de la drogas es del todo imprevisible. El complejo fen¨®meno del consumo de drogas, enraizado en todas las culturas, tiene una diversidad de motivaciones aprendidas, ocultas, contestatarias, de sustituci¨®n, de chivo expiatorio, que una campa?a general no puede abordar y su efecto principal es de ventilador, de propaganda, de recordar o mostrar una opci¨®n.
Tras el r¨¦cord de consumo en coca¨ªna existe un entresijo de causas: el confuso sistema de valores de nuestra sociedad plural (pero con marcado acento consumista), la disminuci¨®n de la preocupaci¨®n sobre drogas en la percepci¨®n social, la localizaci¨®n geogr¨¢fica, el estilo de vida de los j¨®venes, la imagen social de la coca¨ªna,... Este r¨¦cord pone en evidencia que las drogas van a seguir acompa?¨¢ndonos y muestra las dificultades de reducir el consumo, tanto de sustancias ilegales como legales. Pero hay que seguir intent¨¢ndolo y procurar una convivencia menos perjudicial con ellas. La juventud es especialmente vulnerable. Fomentar su capacidad de cr¨ªtica y unos valores aut¨®genos, es la mejor arma para frenar las causas que subyacen en todo tipo de comportamientos adictivos. Las adicciones se est¨¢n convirtiendo en uno de los puntos d¨¦biles de las sociedades opulentas, dada la disponibilidad econ¨®mica de los j¨®venes, el tiempo excesivo de determinadas formas de ocio, la desinformaci¨®n masiva, el consumismo, la despersonalizaci¨®n y la vanalizaci¨®n de valores b¨¢sicos.
Hace ya d¨¦cadas que la OMS defiende el concepto de competencias para la vida: el desarrollo de habilidades para conocer (autoconocimiento, resoluci¨®n de problemas, pensamiento cr¨ªtico y creativo); habilidades personales (autoestima, valores, manejo de emociones), y habilidades interpersonales (comunicaci¨®n, empat¨ªa, negociaci¨®n, rechazo). Tal vez ha llegado el momento de impulsar e integrar de forma normalizada todos estos aprendizajes en la programaci¨®n escolar y otras redes socioeducativas e ir reduciendo la prevenci¨®n puntual y general. La prevenci¨®n de drogas necesita una mayor normalizaci¨®n, menos publicidad y m¨¢s escuela, menos informaci¨®n y m¨¢s formaci¨®n, menos delegaci¨®n y m¨¢s participaci¨®n activa, menos s¨ªncopes y m¨¢s constancia.
Maximino Portela Freire es psic¨®logo cl¨ªnico y director de la Unidad de Drogodependencias de Cangas, Pontevedra.
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