Juventud m¨¢s rural no es igual a futuro
La comarca de Val do Dubra, como otras zonas agrarias, busca un porvenir que no pase por emigrar
Ser joven y vivir en una zona rural como Val do Dubra supone casi siempre buscarse la vida m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. El r¨ªo Dubra, que cruza el t¨¦rmino municipal de norte a sur para desembocar en el Tambre a la altura de Portomouro, marca el camino que lleva en direcci¨®n hacia Santiago y mucho m¨¢s all¨¢. A lugares como Venezuela o Suiza o, m¨¢s recientemente, a Canarias.
Por algo el ¨²nico monumento p¨²blico aparte de las iglesias y los cruceiros es una estatua encargada en los a?os 80, situada cerca de la casa consistorial de Bembibre, representando a una pareja agarrada a una maleta de granito y que se complementa con la fiesta mayor de la localidad, celebrada el primer fin de semana de agosto, la Fiesta del Emigrante.
Por eso no es de extra?ar que en una encuesta realizada a todos los alumnos del Colegio P¨²blico Integrado de Bembibre, de 3 a 16 a?os, la mayor¨ªa (un 58,17% en Primaria y un 87,85% en Secundaria) se vea trabajando en el futuro fuera de su pueblo. Se hereda la mentalidad, pero tambi¨¦n tiene mucho que ver el medio en el que viven los habitantes de este municipio.
Seg¨²n la enciclopedia Encarta -y esto ser¨ªa verdad en la mayor¨ªa de ayuntamientos rurales del interior de Galicia- Val do Dubra es "el centro de una zona agr¨ªcola, ganadera y forestal". Lo que no aclara es que, como en toda Galicia, la tierra est¨¢ muy mal dividida en diminutas parcelas que muchas veces apenas dan para el autoconsumo; que es muy dif¨ªcil llegar a asociarse en cooperativas; que en casi todas las casas hay, infrautilizados, un tractor, un remolque, un arado y toda la maquinaria necesaria para cultivos mucho m¨¢s extensos y productivos; que los montes siguen la misma divisi¨®n m¨ªnima y que est¨¢n tomados por la maleza y castigados por los incendios.
Si a este minifundio mental y real se le a?ade que una buena parte de la poblaci¨®n dubresa vive como puede del campo, que apenas hay industrias y que el ¨ªndice de natalidad ha disminuido hasta hacer que aquellos con m¨¢s de 60 a?os casi dupliquen a los que tienen menos de 30, es normal que m¨¢s del 80% de los alumnos del CPI de Bembibre consideren que tienen "pocas" o "ninguna" posibilidad de encontrar trabajo en el municipio.
Iniciativa contra el pesimismo
Esto es algo muy claro para Beatriz Garc¨ªa, estudiante de Fisioterapia de 19 a?os: "Aqu¨ª montas un negocio y arriesgas mucho. Mi prima acaba de poner una ¨®ptica y se est¨¢ arriesgando much¨ªsimo, aunque posiblemente tenga m¨¢s posibilidades que una cl¨ªnica de fisioterapia que yo pueda montar cuando acabe. Tendr¨ªas que educar a la gente y explicarles que somos algo m¨¢s que masajistas y esto en la ciudad no pasa". Estas dificultades ya limitaban la elecci¨®n de una profesi¨®n y el seguir estudianto cuando Pedro Pi?eiro, recientemente diplomado en Magisterio, ten¨ªa 15 a?os: "Hicimos un anuario donde pon¨ªamos lo que quer¨ªamos ser y muchos, como no hab¨ªa aqu¨ª posibilidades de continuar, ya no segu¨ªan estudiando y pon¨ªan que quer¨ªan ser cajeras, alba?iles o mec¨¢nicos".
El cambio, si ocurre, va a ser lento y costoso y tiene que pasar, seg¨²n Manuel Oreiro, empresario de la construcci¨®n, por "tres condiciones: trabajo, educaci¨®n y bienestar". Algo en lo que coincide tambi¨¦n Fernando Su¨¢rez, uno de los pocos industriales con ¨¦xito del municipio, que a?ade que "tienen que crearse empresas para atraer a la gente y que ¨¦stas a su vez traigan otras empresas como restaurantes y tiendas". Y para esto, seg¨²n Dolores Dom¨ªnguez, jubilada y ex emigrante, "habr¨ªa que mejorar las v¨ªas de comunicaci¨®n y dotar a la gente que vive y trabaja en el rural de ventajas con respecto a los que viven en la ciudad, como residencias de ancianos y centros de d¨ªa para la tercera edad y otras instalaciones como una piscina climatizada o centros de ocio".
Sin embargo, casi todos tienen asumido que "la media de edad aumentar¨¢ y llegar¨¢ un punto en el que, si no se crean nuevas industrias, el municipio quedar¨¢ abandonado", como comenta Jos¨¦ Manuel Varela, estudiante de Ingenier¨ªa. Algunos, como Pedro, se muestran pesimistas porque "la sociedad rural es todav¨ªa muy machista y no se preocupa por mejorar". El cambio es muy dif¨ªcil cuando una parte importante de la poblaci¨®n pasa de los 60 a?os, pero Carlos Carrasco, veterinario, alberga la esperanza en "una generaci¨®n con iniciativas a la que tienen que apoyar". Si no, siempre queda bajar por el r¨ªo Dubra camino del exterior como han hecho muchos dubreses desde varias generaciones.
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