"Mam¨¢, ?te paso al presidente!"
La visita oficial alborota un d¨ªa normal en la piscina salada del municipio
"?Mam¨¢, adivina qui¨¦n est¨¢ en la piscina!", grita por el m¨®vil Teresa Casellas, veintea?era. "?Te lo paso!". Un segundo despu¨¦s, Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero aprieta la oreja al tel¨¦fono con sus mu?ecos colgados: "Hola, soy el presidente Zapatero...". La visita del jefe del Gobierno para respaldar al nuevo secretario de los socialistas madrile?os, Tom¨¢s G¨®mez, revolucion¨® ayer la jornada de la joya de Parla: su playa, es decir, la gran piscina municipal de agua salada y palmeras donde los pol¨ªticos terminaron su ba?o de multitudes.
"He escuchado por la radio que vendr¨ªa ZP y he sacado mi mejor ba?ador". Jacinto Subi?as se ajusta el el¨¢stico del ba?ador azul, como d¨¢ndose el ¨²ltimo toque antes de subir al escenario. Tiene 68 a?os y esgrime orgulloso el carn¨¦ de oro de jubilado que le permite acceder a la instalaci¨®n sin pagar. "Vengo todos los d¨ªas, pero hoy estoy m¨¢s ilusionado por esta noticia".
A las 10.30, una decena de personas armadas de bolsos t¨¦rmicos, gorros, toallas y chancletas de colores esperan a que abra la piscina. Tomasa P¨¦rez, con otro carn¨¦ de oro, hace corrillo y se ve muy emocionada: "A m¨ª me gusta", se refiere al jefe del Ejecutivo. Pero no s¨®lo: "Me gusta como pol¨ªtico, como hombre, como todo... con esos ojos azules...". Cuando se abre la persiana de la taquilla y la cola empieza a fluir hacia los vestuarios -que huelen a limpio-, la excitaci¨®n entre los abuelos con nietos y las familias se asemeja a la de un concierto de rock.
Jacinto es un entusiasta anfitri¨®n de la playa de Parla, con su c¨¦sped peinado y verde, las palmeras, el chiringuito bajo la carpa, las sombrillas de rayas azules, a juego con el agua, bien templadita, y el cielo, sin una nube. Un escenario digno de la pel¨ªcula El show de Truman. Como un caballero, abre el paso a sus amigas y toma posici¨®n en el mismo sitio de siempre. Pero hoy despliega su estera en posici¨®n estrat¨¦gica, para controlar la entrada.
Sobre la una de la tarde, Zapatero aparece con un s¨¦quito de guardaespaldas y pol¨ªticos encorbatados. Lleva una camisa azul claro desabrochada, y estrecha manos. A su lado est¨¢ Tom¨¢s G¨®mez, con el cuello apretado en la corbata roja.
"He escuchado gritar: '?Zapatero, Zapatero!', pero no acabo de creerme que est¨¦ aqu¨ª en carne y hueso", Marta Azaniedo tiene una carcajada de adolescente t¨ªmida y entusiasta a la vez, mientras teclea r¨¢pidamente mensajitos por el m¨®vil. ?sta es una noticia que tiene que circular entre los amigos. "Esto mola", afirma.
Sentado bajo una sombrilla leyendo el peri¨®dico, Manuel Rodr¨ªguez Galindo, un mec¨¢nico retirado de 66 a?os, levanta la vista al ver que llega el presidente, y despu¨¦s contin¨²a leyendo. Le parece "s¨®lo una visita m¨¢s". Sin embargo, ver a su "querido alcalde" en tan buena posici¨®n le causa una gran alegr¨ªa. "Es una persona extraordinaria; como persona, no como socialista, porque yo socialista no soy", dice Galindo. Para este vecino, que lleva viviendo en Parla m¨¢s de cincuenta a?os, G¨®mez merece su nuevo cargo, el de secretario general del PSM, por el buen trabajo que ha hecho en la ciudad: "Este pueblo era una mierda y ahora es toda una ciudad".
En cambio, Carmen Garz¨®n, maestra de 23 a?os, ha querido acercarse para echar un vistazo a su presidente y al alcalde. "?Qu¨¦ alto es!", exclama, evalu¨¢ndolo con una compa?era. "Me parece guap¨ªsimo", coincide la otra ri¨¦ndose.
La visita de los pol¨ªticos socialistas dura unos veinte minutos y, luego, la playa recobra su vida habitual. O casi.
Juan Magari?o, el encargado de entregar las sombrillas, tras el banco del guardarropa mira las fotos que ha capturado con el tel¨¦fono m¨®vil. En ellas aparecen dos hombres altos y elegantes entre un enjambre de abuelas embutidas en sus ba?adores de flores. En un escenario limpio y blanco de sue?o californiano.


Un mar de peticiones
"Presidente, ?a ver si nos sube un poquito la pensi¨®n!". En la piscina de Parla, cada uno tiene su petici¨®n para ZP: Dolores Guarde?o, de 67 a?os y con 400 euros al mes, no deja escapar la ocasi¨®n. Al borde de un mar de cloro, las promesas se toman en serio: "A m¨ª el alcalde me cit¨® el lunes para hablar de mi piso", dice Concepci¨®n Morales, viuda de 67 a?os, que espera una vivienda protegida.
Marisol G¨®mez, de 40 a?os, se acaricia con una mano la barriga embarazada. "Le voy a pedir a Zapatero que me d¨¦ un trabajo cuando nazca mi hijo; ?hay una ayuda de m¨¢s de 2.500 euros!", comenta.
La familia Kochau, originaria de Polonia, viene por primera vez a la piscina. "Nos encontramos con esta sorpresa", dice Dawid Kochau, un estudiante que fue de los primeros en tomarse una foto con el presidente. "Llevo viviendo aqu¨ª cinco a?os, y nunca le hab¨ªa visto. En cambio, mi t¨ªo lleg¨® hace una semana y ya ha estado con el presidente de Espa?a", se queja. Toda la familia, que a excepci¨®n de Dawid no habla nada de espa?ol, se hace una foto con Zapatero. Y se lo agradecen en polaco.
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