50 a?os... no son nada
Los aniversarios suman y siguen. Hay efem¨¦rides de hechos positivos y de negativos, de cat¨¢strofes, de publicaciones, de nacimientos... A menudo sirven para recuperar, para redescubrir e ir al fondo y para reflexionar de nuevo. Se habla del a?o redondo de tal acontecimiento y se buscan datos sobre la figura y la obra de fulanito o de menganita. Otro cincuentenario es el de la bajada de Celed¨®n. Aqu¨ª lo celebramos como un fen¨®meno de "toda la vida", de tradici¨®n inmemorial, de secular arraigo. Pero, si le ponemos letra de tango, terminaremos por convenir que cincuenta a?os no son nada.
Al igual que la bajada de nuestro jacarandoso aldeanito, tan bien descrito por Ignacio Aldecoa, este cronista cumple cincuenta a?os y varios lustros trabajando en la prensa del pa¨ªs. Y, seg¨²n parece, bien llevados: a pesar de la "dura galera" del periodismo, las cosechas trasegadas y la nicotina absorbida. La v¨ªspera de las fiestas de Guaysteiz, acomplejada capital de una comunidad que en Euskal Telebista parece enorme, paseando entre ¨¢rboles y senderos que permit¨ªan contemplar parte de la Llanada, Cele -a quien no le sobra el don- y yo nos sent¨ªamos con buen ¨¢nimo: ?cu¨¢ntos m¨¢s ver¨ªamos? Pues este 2007, conmemoramos algo rotundo. As¨ª que hemos cruzado nueva l¨ªnea divisoria, entramos en la madurez y todo no puede ser m¨¢s cuesta arriba.
"Otrora, aunque nos top¨¢bamos a la misma hora, Don Cele iba al rosario de la Aurora y este menda a dormir"
Otrora, aunque nos top¨¢bamos a la misma hora, don Cele iba al rosario de la Aurora y este menda a dormir. Ambos sabemos que cualquier gracia que hagamos o escribamos no influir¨¢ sobre las fiestas, aunque los dos seguiremos con nuestra forma de entenderlas. La Blanca no se ir¨¢ al traste al margen de lo que los hosteleros y otros babazorros ilustres digan. "Hay gente para todo" y mientras muchos huyen a sus rincones preferidos, otros disfrutan de la jarana... Don Cele y servidor no tienen desmesuradas ambiciones, salvo la modesta de gozar con los nuestros -¨¦l en su casa de Zabalgana, esperando en la parada de los tipos de inter¨¦s- y yo sumergido en alguna cuchipanda, fraternales encuentros y almuerzos. Mientras tanto, la ciudad se expande y la juerga contin¨²a... menos en los barrios, m¨¢s dormitorios que nunca.
Al llegar a la cama, caigo en la cuenta de que, por primera vez, aquellos que ocupan puestos importantes cuentan menos edad que yo. Algunos son tan j¨®venes que ciertos esl¨®ganes que antes eran comunes, para ellos casi ser¨ªan ininteligibles. Esto sugiere que debo reflexionar sobre mi supuesta madurez. "El intr¨ªngulis de la vejez, querido muchacho -me aconsejaba un veterano amigo-, es que debes decidir de antemano c¨®mo actuar en ella". Como ¨¦l se?alaba, algunos elud¨ªan el problema porque ya hab¨ªan esquivado la segunda y sucesiva juventud. Estaba, por ejemplo, ese dirigente local que parec¨ªa y hablaba como un viejo desde ya antes de cumplir los treinta.
Se vuelve a emular la rutina y llenar un programa "para todos los p¨²blicos" y sin rombos (como corresponde a una ciudad bonita pero despistada, con posibilidades apenas exploradas) donde destacan galer¨ªas y miradores, el resto se llena con ese humo... tan vital. Y ruido, mucho ruido, mientras el del bombo nos interrumpe el sue?o y parte de la siesta. Hoy podremos despedirnos de Potato, un grupo que nos hizo so?ar con una Euskadi Tropical y "rular" como jamaicanos. Y, en los pr¨®ximos d¨ªas, nos veremos en la cuarta de abono, para los taurinos de "figuras"; La Cubana con su C¨®meme el coco, negro; m¨²sica en la zona universitaria y en las plazas del Arca y Machete... y "apenas nada m¨¢s". Eso s¨ª: blusas, charangas, gigantes y cabezudos, pasacalles... y espect¨¢culos pirot¨¦cnicos. Suponemos que, en a?os venideros, se modificar¨¢n cosas, pues hasta Bob Dylan cumple a?os y las costumbres est¨¢n cambiando. Pero, la concejala Encina Serrano, era toda una chica yey¨¦ y con el pelo nada alborotado.
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