El eterno retorno
El talle alto est¨¢ de nuevo entre nosotros. Como suele ocurrir, desde su propuesta por parte de los dise?adores y desde las revistas hasta su total aceptaci¨®n a pie de calle, a¨²n pasar¨¢ un tiempo, pero todos acabaremos metidos en cintura, nunca mejor dicho. Ya en 2003 se oteaba su regreso en el horizonte. Yves Saint Laurent o Gucci avisaron, pero ha sido esta temporada de primavera-verano y la pr¨®xima de oto?o-invierno cuando se han convertido en inevitables. Ya cuelgan de las perchas de toda franquicia del grupo Inditex, como lo han hecho del mejor veh¨ªculo para propagar una tendencia: el cuerpo de una celebrity. Kate Moss o Jessica Simpson se han rendido a la evidencia. A lo diva intelectual como Diane Keaton, en plan seducci¨®n masculinizada como Katharine Hepburn o al estilo de las pin-ups de los cincuenta. De pitillo o campana, en vaquero o lana. Aparte de acabar con el acto de compartir la ropa interior con el resto de la humanidad, al ojo desacostumbrado al talle alto sus virtudes parecen infinitas: cintura de avispa, piernas de v¨¦rtigo, curvas rotundas.
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