Carmen Conde, la primera mujer
A cien a?os de su nacimiento y once de su muerte, sorprende que una vida tan fecunda como la de Carmen Conde, autora de un centenar largo de libros de poes¨ªa, relatos, teatro, memorias y literatura infantil, haya quedado reducida a una an¨¦cdota: la de haber sido la primera mujer en ingresar en la Real Academia Espa?ola. Propuesta como candidata en 1978, las cortes¨ªas y visiteo habituales se acompa?aban en aquella ocasi¨®n de inevitables interpretaciones pol¨ªticas. Que tocaba mujer era claro: a¨²n produc¨ªa rubor el rechazo de los acad¨¦micos a Mar¨ªa Moliner en 1972, v¨¢yase a saber si por mujer o por no ser fil¨®loga de escalaf¨®n. De la terna de candidatas, s¨®lo dos contaban con posibilidades reales, en un dilema que Carmen Conde resumi¨® en sus anotaciones el jueves de la elecci¨®n: "Los acad¨¦micos entre Rosa Chacel y yo. Exilio voluntario, y 40 a?os de aguante con dignidad y valor y obra". Era ¨¦poca de transici¨®n y de transacciones, y su caso, como el del Nobel a su vecino de Velintonia (y arrendador) Vicente Aleixandre, representaba una suerte de compromiso entre la resistencia interior al franquismo y la vinculaci¨®n con la cultura de la Rep¨²blica.
Carmen hab¨ªa nacido el 15 de
agosto de 1907 en Cartagena, ciudad en que vivi¨® sus primeros a?os y a la que regres¨® en 1920, tras un dorado par¨¦ntesis melillense. All¨ª se hizo un hueco en la prensa, e inici¨® estudios de Magisterio. Pronto conect¨® epistolarmente con los escritores madrile?os, y en especial con su admirado Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. En 1927 conoci¨® a su paisano el poeta Antonio Oliver Belm¨¢s, cuya relaci¨®n como novios y luego como esposos fue discontinua y destemplada. Durante ese tiempo cruz¨® apasionadas cartas con Ernestina de Champourcin, con la que terminar¨ªa encontr¨¢ndose en el feminista Lyceum Club de Madrid. El trato con Ernestina, que alguna vez hab¨ªa instado a Carmen a abandonar a Antonio y fugarse juntas, hizo tambalear los pilares de su formaci¨®n cat¨®lica. La relaci¨®n se enfri¨® coincidiendo con el noviazgo de Ernestina y el poeta Domenchina, secretario de Aza?a. Arrinconado en Cartagena, desde donde percib¨ªa escandalizado el deslumbramiento madrile?o de Carmen, Oliver le escribe: "Estoy harto de tu amiga Ernestina, de Berta [la rapsoda ruso argentina Berta Singerman], de J. R., de Mir¨®, del Club"; y, enseguida: "Precisamente esta tarde me he enterado de los caf¨¦s que frecuentaba en Madrid Concha M¨¦ndez. Que no sepa yo que te vas con Maruja Mallo". Es una de tantas admoniciones y quejumbres de un novio celoso que se siente preterido.
Con la llegada de la Rep¨²blica y tras su boda en 1931, el matrimonio se volc¨® en la Universidad Popular de Cartagena, en la estela de las Misiones Pedag¨®gicas de Coss¨ªo. En Madrid conoci¨® a Gabriela Mistral, a la que hab¨ªa enviado Brocal (1929), un primer libro de poemas en prosa que reflejaba un mundo solar y juvenil. La chilena le prolog¨® J¨²bilos, ilustrado por Norah Borges y editado en 1934 en la murciana colecci¨®n Sudeste, donde su amigo Miguel Hern¨¢ndez hab¨ªa sacado Perito en lunas. Para entonces la escritora, que acababa de alumbrar a una hija muerta, hab¨ªa hallado acomodo profesional en el Orfanato Nacional de El Pardo. El a?o 1935 fue muy f¨¦rtil, como lo ejemplifican las Cartas a Katherine Mansfield, publicadas por entregas en El Sol entre septiembre y noviembre: un ejercicio de fraternidad ps¨ªquica con "la Ch¨¦jov inglesa" (aunque neozelandesa de cuna), con quien repudiaba la atrocidad de la rutina.
Parad¨®jicamente, la misma Guerra Civil que la alej¨® de su marido, voluntario en el frente republicano, fue un periodo de intensa felicidad personal gracias a su relaci¨®n con Amanda Junquera, esposa del catedr¨¢tico de la universidad murciana Cayetano Alc¨¢zar. Hasta la muerte de Amanda en 1986 ya nunca se separar¨ªan del todo, ni siquiera cuando Antonio Oliver, que tras la guerra estuvo preso en Baza y luego en reclusi¨®n atenuada en domicilios de Murcia y Lorca, se reuni¨® con Carmen en Madrid, a fines de 1945. Por entonces public¨® algunos de sus libros po¨¦ticos m¨¢s interesantes: Ansia de la gracia (1945), un pol¨ªptico amoroso de rico cromatismo; o Mujer sin ed¨¦n (1947), donde concilia el desarraigo existencial de la poes¨ªa de D¨¢maso Alonso con la nostalgia paradisiaca de Aleixandre, unido ello a una rotunda afirmaci¨®n femenina.
El car¨¢cter de su esposo, siempre quejoso ante el desv¨ªo de Carmen, le amarg¨® esos a?os, si hacemos caso a las anotaciones de sus diarios, profusamente recogidas en la reciente y exhaustiva biograf¨ªa de Jos¨¦ Luis Ferris (Carmen Conde. Vida, pasi¨®n y verso de una escritora olvidada), que ha utilizado para su documentaci¨®n el extraordinario fondo del Patronato Carmen Conde Antonio Oliver. Licenciado tard¨ªamente en Letras, el prometedor poeta Oliver se hab¨ªa ido apagando en un clima de frustraci¨®n, del que sali¨® casi por casualidad y con el decidido apoyo de Carmen. En efecto, un 13 de mayo de 1956 el matrimonio, junto a tres alumnos de un curso sobre Modernismo que Oliver impart¨ªa en la Universidad Central, viaj¨® al pueblo abulense de Navalsauz, donde viv¨ªa ignorada de todos Francisca S¨¢nchez -"la princesa Paca"-, ¨²ltima mujer de Rub¨¦n Dar¨ªo, a quien hab¨ªa atendido, amorosa y samaritana, en sus a?os finales. Francisca hab¨ªa conservado el riqu¨ªsimo archivo de Rub¨¦n, contra la incuria oficial y la rapacidad de estudiosos malandrines que lo diezmaron. La anciana, a la que en su juventud hab¨ªa ense?ado Rub¨¦n a leer, les expres¨® su deseo de marchar a Madrid para "morirse escuchando la voz de los poetas". El empe?o del matrimonio consigui¨® que las autoridades proporcionaran una casa en Madrid y una pensi¨®n a Francisca, quien, a su vez, cedi¨® al Estado el archivo del poeta, al que desde ese momento se consagr¨® Antonio Oliver.
El marido de Amanda muri¨® en
1958; en 1968 lo hizo Antonio Oliver, cuya obra compil¨® en volumen Carmen Conde (Biblioteca Nueva, 1971), en la misma editorial donde ella hab¨ªa publicado su poes¨ªa reunida (1967). La muerte de Antonio est¨¢ presente en A este lado de la eternidad (1968), especialmente en el impresionante 'R¨¦quiem por nosotros dos'. Luego vino el aldabonazo de la Real Academia. Pero su actividad literaria no cesa, testimonio de lo cual es La noche oscura del cuerpo (1980), andanada espiritualista que conjura las p¨¦rdidas del tiempo, la opacidad de la materia y los desabrimientos existenciales de una vida ya esencialmente cumplida. En 1986 mor¨ªa, en fin, Amanda, tras cuya desaparici¨®n s¨®lo le quedaba esperar su propia muerte, que lleg¨® el 8 de enero de 1996, cuando ya su mente llevaba un tiempo extraviada en las nieblas de Alzheimer.
LECTURAS
Antolog¨ªa po¨¦tica. Edici¨®n de
F. J. D¨ªez de Revenga. Biblioteca Nueva.
Carmen Conde y el mar. Edici¨®n de Rosario Hiriart. Huerga & Fierro.
La rambla. Editorial Regional de Murcia.
Brocal. ?glaya. Carmen Conde para ni?os y j¨®venes. Edici¨®n de Mar¨ªa Victoria Mart¨ªn. Ediciones de la Torre.
Mujer sin ed¨¦n. Torremozas.
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