El Solitario, ?un iberista?
Desenga?ada del sistema, descontenta con la clase pol¨ªtica, amenazada por la hipoteca y desesperanzada por el fin de las ideolog¨ªas, la gente ten¨ªa todas sus ilusiones puestas en el Solitario. La memoria es asombrosamente selectiva y la gente hab¨ªa borrado de la suya el hecho de que al Solitario se le atribuye, entre otras cosas, la autor¨ªa de tres asesinatos. La gente sent¨ªa una irreprimible simpat¨ªa hacia el hombre que aparec¨ªa en esas im¨¢genes rob¨®ticas de las c¨¢maras de los bancos. Yo cen¨¦ con la gente (no con toda, con alguna) los d¨ªas posteriores a la captura del Solitario. Encontr¨¦ aspectos comunes en gente de profesiones diversas y procedencias dispares; advert¨ª que la gente, aunque sea honrada y trabajadora, lleva un delincuente latiendo dentro. Yo tambi¨¦n, porque yo tambi¨¦n soy gente. La gente sue?a con alguien que perpetre aquello que ellos no se atreven a hacer: atracar bancos o huir con el dinero en la camioneta como en su d¨ªa hizo el inefable Dioni, que, por cierto, se ofende mucho cuando le comparan con el Solitario porque ¨¦l, afirma, no hizo da?o a nadie. Ese deseo reprimido tiene mucho que ver con el desahogo de la ficci¨®n, con ese gusto que sentimos cuando el protagonista es el asesino y su peripecia nos provoca un efecto perverso, el de desear que nuestro hombre mate a quien sea con tal de que salga airoso de su aventura. El placer de estas novelas aumenta, est¨¢ comprobado, si son de bolsillo y uno las puede doblar, tirar en la arena y llenar de pringue de bocadillo. Patricia Highsmith fue una maestra en saciar el hambre de ese delincuente interior que toda persona honrada lleva dentro, y Matt Damon el que mejor ha representado, en mi opini¨®n, al americano que perpetra sus cr¨ªmenes con cara de inocente. Los cin¨¦filos dir¨¢n que no habr¨¢ otro Ripley como Alain Delon pero ya sabemos que los cin¨¦filos, por norma, siempre prefieren la pel¨ªcula m¨¢s antigua. Los cin¨¦filos por su camino y nosotros por el nuestro.
Nosotros, quiero decir, la gente, nos hab¨ªamos hecho ya una composici¨®n del Solitario, le hab¨ªamos concedido un atractivo de novela. Por eso, cuando apareci¨® aquella ma?ana en la tele y dijo a ese p¨²blico que siempre se congrega delante de las comisar¨ªas, "!Hola a todos, soy el Solitario!", el hombre empez¨® a cagarla. A¨²n as¨ª, la gente hizo lo posible por mantener viva la ilusi¨®n, procur¨® olvidar tan pat¨¦tico saludo y aquellas dos noches posteriores, haciendo de tripas coraz¨®n, la gente y yo todav¨ªa cenamos so?ando con atracos perfectos. De vez en cuando, un comensal, iluminado por el vino y la sensatez advert¨ªa, "No olvidemos que al parecer el t¨ªo se carg¨® a tres", y la frase nos dejaba callados, como ni?os a los que se les prohibiera decir palabrotas. Pero es que adem¨¢s el Solitario, lejos de encarnar a aquel barbudo misterioso de la c¨¢mara oculta, result¨® ser un delincuente real, no de ficci¨®n, con toda la carga de agresividad y crueldad necesarias para empu?ar un arma de fuego. Y para colmo, empez¨® a tener intermediarios, abogados que le admiran y que han convertido la historia en un sainete con muy poca gracia. A este paso a los productores de televisi¨®n que han comprado los derechos para hacer una telemovie van a tener que cambiar de guionista porque lo que se presum¨ªa un drama se ha convertido en parodia. Si a esto le a?adimos que aparece un hermano de Trillo, el que en su d¨ªa mandaba huevos, con un pizarr¨ªn y asegura que el Solitario atracaba con fines humanitarios, porque el que roba a un ladr¨®n tiene cien a?os de perd¨®n, ya es para que la pel¨ªcula se llame Dos tontos muy tontos. Eso s¨ª, nuestro hombre, mientras se procede o no al traslado a una c¨¢rcel espa?ola, ha tenido un detalle significativo pidiendo un diccionario hispano-portugu¨¦s. ?Eso le honra! Rompe con el hist¨®rico desinter¨¦s que los espa?oles hemos tenido por esa lengua hermana, y m¨¢xime en estos d¨ªas en los que Saramago a?adi¨® a la pesad¨ªsima confusi¨®n territorial la bonita idea de la uni¨®n ib¨¦rica. ?Se acabar¨¢ convirtiendo el Solitario en un redomado iberista?
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