Taponero, dale fuego...
S¨ª, taponero, porque hay un grupo de muchachos que quiere sustituir el ca?onazo por el taponazo. Dicho sea as¨ª, en general, porque a Mokoroa el ca?¨®n no se lo quita nadie. Vendr¨¢ desfilando con polainas y alamares seguido de su tropilla de polvoreros, formar¨¢n a un lado y otro del ca?oncete y cuando la gente menos se lo espere, por aquello de la velocidad del sonido que hace que se vean antes las manecillas del reloj del Ayuntamiento y el aro de humo del ca?onazo, sobrevendr¨¢ el famoso estampido que, cosas de esta ciudad, hace que las fiestas comiencen con un susto. Pues bien es ah¨ª, despu¨¦s de que nos sacudamos de los pelos el ruidazo de la p¨®lvora, cuando los inasequibles al desaliento proponen que la gente descorche su champ¨¢n creando una rafaguilla de taponazos a la que seguir¨¢ la famosa lluvia de cava con la que lo mismo disfrutan esos chicos mimados de la F¨®rmula 1 que los partidarios de las fiestas m¨¢s guarras donde las burbujas caen para mezclarse con la harina y los huevos convirtiendo al supuestamente respetable en versiones hediondas del merengue o del petis¨². Hay que decir que no es esto lo que pretenden los donostiarr¨ªsimos chicos de la revista 943 con su llamamiento a que el personal se calce bajo la axila el espumoso y se unza al cuello un moquero azul, sino todo lo contrario, participaci¨®n y buen gusto, o sea que el champ¨¢n m¨¢s bien se paladee y no se utilice ni como suced¨¢neo del jacuzzi ni para pasteladas pese a que se case el pastelero.
Nada, nada, los experimentos, como dijo el otro, con sif¨®n, o, si me apuran, con cava del barato
Participaci¨®n, pues, pero con mesura. Lo que no se sabe si esto de los tapones no despertar¨¢ un poco de pelusilla en nuestro artillero mayor aunque ya hay quien dice que, puestos a descorchar botellas, tambi¨¦n se podr¨ªa encargar de eso ¨¦l con su patrulla aunque sin mancharse los uniformes de guardarrop¨ªa que para eso se los han inventado, para que luzcan impecables y no como si vinieran de una batalla. Y si no le dejan disparar contra el p¨²blico los tapones de marras y esas burbujas que son como el picorcillo de la ilusi¨®n ilusionante, podr¨ªa estar pensando en mejorar el calibre del ca?¨®n para que s¨®lo haya un ruido. La misma fuente generalmente mal informada asegura que estar¨ªa buscando en los mercadillos un ca?¨®n naval Yamato de la Segunda Guerra mundial fabricado, pero a ¨²ltima hora, por los japoneses, que seg¨²n los expertos alcanzaba los cuarenta kil¨®metros con lo que, o bien lo disparaba el Artillero -dale fuego- de Alderdi Eder para que se enterasen del fiestazo unas veces en Ir¨²n, otras en Arrasate o en Tolosa, o bien lo disparaba desde cualquier eminencia circundante sobre Alderdi Eder, como hac¨ªan los carlistas, claro que, a diferencia de los que disparaban ¨¦stos, el ob¨²s explotar¨ªa en medio de la muchedumbre reg¨¢ndola de tapones y cava.
Pero se trata de proyectos a largo plazo o, quiz¨¢s deber¨ªa decir, a largo taponazo. Por lo que respecta al ca?onazo de este a?o, las novedades que se presentan son escasas, como corresponde a los gestos que entran a formar parte de la tradici¨®n, ?o acaso tendr¨ªa que bajar Celed¨®n en ascensor? ?Qu¨¦ dir¨ªamos si en vez del acostumbrado txupinazo sanferminero vi¨¦ramos despegar un Endeavour desde el balc¨®n del Ayuntamiento pamplonica? Nada, nada, los experimentos, como dijo el otro, con sif¨®n o, si me apuran, con cava del barato. As¨ª que dispong¨¢monos a o¨ªr c¨®mo las voces de los gigantes de Itzurun relatan esta vez los esponsales del pastelero con la hija del pol¨ªticamente incorrecto, o sea borracho, Prascu y adecu¨¦monos para el subsiguiente taponazo de la p¨®lvora que pasar¨¢ sobre nuestras cabezas despein¨¢ndonos y, ojal¨¢, desmelen¨¢ndonos, porque fiestas de la Semana Grande no hay m¨¢s que unas, las que nos merecemos. As¨ª que taponero dale fuego y que sea para bien.
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