Pesadillas de una becaria
Las vicisitudes de una estudiante espa?ola que logr¨® una beca para hacer pr¨¢cticas en una empresa de Finlandia
Almudena Z., una becaria espa?ola de 24 a?os, lleg¨® el 16 de abril a una empresa de Helsinki para hacer pr¨¢cticas. Iba con zapatos de tac¨®n. Su jefe, Ramdane D., oriundo de Argelia, le pidi¨® que se quitara aquellos zapatos y se pusiera unas zapatillas de casa.
-?Por qu¨¦? - pregunt¨® Almudena.
-Una vez, una becaria pis¨® los cables del suelo y se electrocut¨® -replic¨® Ramdane.
Aquello parec¨ªa de c¨¢mara oculta, pero lamentablemente todo era real. Almudena, una estudiante de Comunicaciones de 5? curso de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, sola y reci¨¦n llegada a un pa¨ªs extranjero, se encontr¨® con un jefe muy extra?o. Deb¨ªa estar seis meses con ¨¦l con una beca que le otorg¨® la Universidad de Valladolid con el programa Leonardo Da Vinci. Apenas estuvo dos d¨ªas. La firma del jefe era imprescindible para la beca.
El jefe se obsesion¨® con comprarle una cama a pesar de que ella ten¨ªa una en el piso de alquiler
Pero aquella empresa parec¨ªa todo menos una empresa. S¨®lo hab¨ªa un despacho y una habitaci¨®n de 40 metros cuadrados. Nada se acercaba a la imagen que ella se hizo en Madrid, cuando le dijeron que le daban una beca para trabajar en una firma finlandesa. Luego contact¨® por mensajes instant¨¢neos de Internet con su futuro jefe para que le contase c¨®mo iba a ser su trabajo durante seis meses, de abril a octubre.
El jefe le cont¨® que hab¨ªa m¨¢s becarias de otros pa¨ªses trabajando all¨ª. Pero se encontr¨® s¨®lo con "una mujer mayor que parec¨ªa disminuida", su supuesta tutora en la beca. "Casi no sab¨ªa ingl¨¦s y me costaba comunicarme con ella", cuenta Almudena en la denuncia que, nada m¨¢s llegar a Espa?a, ha interpuesto contra Ramdane por acoso sexual, detenci¨®n ilegal y por un delito contra los derechos de los trabajadores.
Ramdane, en esas charlas por chat, se mostraba vehemente y "enfadica". "Me pidi¨® que le llamase todas las noches con el programa Skype. Y una semana antes del viaje, de muy malos modos, que le pusiera la webcam. Le dije que no ten¨ªa y que s¨®lo necesitaba que me explicase c¨®mo ir del aeropuerto a la empresa", cuenta Almudena. "Como no se la puse, se enfad¨®, me cort¨® y ya no volvi¨® a contestar a mis correos electr¨®nicos, me gener¨® gran incertidumbre", a?ade. Un d¨ªa antes del viaje, ¨¦l le envi¨® un e-mail. "Tr¨¢eme los papeles del convenio con la Universidad", le orden¨®. Ese tr¨¢mite deb¨ªa hacerlo la Universidad y no ella. "M¨¢s te vale que traigas los papeles o no vengas. Eres una persona complicada y m¨¢s vale que empieces a cumplir mis ¨®rdenes o yo no te firmo ning¨²n convenio". Almudena telefone¨® a su tutora de la Universidad y le explic¨® lo ocurrido. La tutora llam¨® a Ramdane y despu¨¦s a Almudena: "Vamos a seguir con lo previsto. Est¨¢ todo pagado, y ya est¨¢ solucionado ese problema", la disuadi¨® la tutora. El pasado 13 de abril Almudena viaj¨® por fin a Helsinki. Cuando empez¨® a trabajar, le impresion¨® el deteriorado estado de la nave. Debajo de la moqueta, pisaba "cables sueltos de electricidad". Seg¨²n la mujer mayor, la empresa era una especie de editorial de libros.
Por la tarde, ya solos, Ramdane la llam¨® a su despacho. "Y me coaccion¨® para que firmase un contrato de confidencialidad para no decir nada a nadie ni de la empresa ni sobre ¨¦l. Ped¨ª que me dejara estudiarlo en casa". Se neg¨®: "O lo firmas, o yo no te firmo el convenio de la beca". Con "la presi¨®n y los nervios", Almudena firm¨®. ?l insisti¨® en comprarle una cama: "Luego voy a tu casa y te la instalo". Y tambi¨¦n quer¨ªa saber d¨®nde viv¨ªa en Helsinki. "Me daba miedo. Su comportamiento era anormal". Luego le "ofreci¨® utilizar el sof¨¢ de su despacho": "Por si quer¨ªa quedarme all¨ª y usar su ordenador". Al d¨ªa siguiente coment¨® al jefe que iba a consultar con su tutora de Madrid lo de este contrato. "No me dej¨® telefonearla. Dijo que era un documento suyo y que me pusiera a obedecer sus ¨®rdenes". Para que no llamase a nadie, Ramdane no le quit¨® la vista de encima. Y de vez en cuando volv¨ªa a insistir en lo de la cama.
Almudena aprovech¨® que estaba sola a la hora del almuerzo para comunicarse con su madre en Espa?a. Le coment¨® que no se sent¨ªa bien all¨ª y le pidi¨® que llamase a la tutora de la Universidad. Cuando ¨¦sta llam¨®, convinieron en que era mejor salir de all¨ª. Ramdane no quiso hablar con la tutora y cort¨® la llamada. "Me agarr¨® del brazo y me oblig¨® a entrar en su despacho. Me grit¨® como un loco. Le dije que me iba, y ¨¦l a m¨ª, que de all¨ª yo no sal¨ªa. Ped¨ª ayuda a la tutora, que estaba all¨ª. Ni se movi¨®. S¨®lo dijo: 'Deja a la ni?a'. ?l cada vez se pon¨ªa m¨¢s alterado".
-Lo siento, me voy; no es esto lo que hab¨ªamos hablado...
"Con toda la frialdad del mundo, me dice que no voy a salir de all¨ª y que m¨¢s me vale obedecer sus ¨®rdenes, que yo no era nadie y que all¨ª s¨®lo mandaba ¨¦l", cont¨® Almudena a la polic¨ªa. "Intento salir del despacho y se acerca a m¨ª como un loco para inmovilizarme y que no pueda escapar. Empec¨¦ a llorar". Pero no se conmovi¨®.
"Me dijo que de all¨ª no sal¨ªa si no cumpl¨ªa sus ¨®rdenes. Me asust¨¦ y empec¨¦ a gritar. Llam¨¦ a la compa?era, pero no aparec¨ªa. Me afloj¨® un poco y logr¨¦ zafarme por debajo de su brazo. Me dio un golpe en el pecho, pero logr¨¦ salir del despacho. All¨ª estaba mi compa?era. Le ped¨ª ayuda, pero ella s¨®lo esboz¨® una sonrisa, sin moverse. Fui a ponerme mis zapatos. Al verme, se vino hacia m¨ª y me dijo: 'T¨² de aqu¨ª no sales'. Le dije que me iba a la embajada de Espa?a, y se qued¨® como quieto. Ah¨ª aprovech¨¦ para quitar el cierre de la puerta y salir corriendo...".
"Desde casa me puse en contacto con la embajada, pero nadie respondi¨®", continu¨® Almudena. "Llam¨¦ a mi madre y esta consigui¨® dejar un mensaje en el contestador. Al d¨ªa siguiente, la embajada se puso en contacto con mis padres en Madrid y conmigo en Helsinki. Me animaron a denunciar. El c¨®nsul me dijo, adem¨¢s, que se iba a poner en contacto con la Universidad para pedirles explicaciones. Una semana despu¨¦s, ya en Madrid, la embajada se puso en contacto conmigo para decirme que Ramdane, en un correo electr¨®nico, les dijo que yo estaba loca y que hab¨ªa robado y destrozado material de la empresa". Pero por fin, la pesadilla hab¨ªa pasado.
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