El descontrol de las autoridades desata la histeria de la poblaci¨®n
Nadie duda de la intencionalidad de los 200 incendios simult¨¢neos
"H¨¢game caso y siga la pista. Atr¨¦vase a investigar y descubrir¨¢ que han sido los musulmanes". El hombre de barba canosa y mirada misteriosa trata de ayudar para que Leondari, en el centro del Peloponeso, recupere la normalidad tras la tragedia. Pero mientras se ocupa de un anciano destrozado por la muerte de cinco amigos, no deja de hacer c¨¢balas: "S¨ª, s¨ª, han sido los islamistas, que han declarado la guerra a Occidente".
El descontrol ante tanto incendio simult¨¢neo ha desatado la histeria en una poblaci¨®n que asiste at¨®nita al desastre y discute vociferando en televisi¨®n sobre qui¨¦n es culpable, qui¨¦n es inocente y por qu¨¦ se ha detenido, hasta ahora, ¨²nicamente a tres personas de un perfil baj¨ªsimo. Hoy debe de haber en Grecia tantas teor¨ªas como personas clavadas ansiosas delante del televisor; es decir, algo as¨ª como 11 millones de teor¨ªas, una por cada habitante.
La hip¨®tesis de la larga mano musulmana con el objetivo de derrocar al Gobierno derechista -una especie de 11-M a la griega justo antes de las elecciones, que aqu¨ª son el 16 de septiembre- no es necesariamente la m¨¢s disparatada. Compite con la de un hombre que siempre tiene a Chipre en la cabeza y que se?ala directamente a los turcos. Y con la de un comerciante airado que apunta sin dudas a la oposici¨®n socialista. Y con la de un ecologista extenuado que desconf¨ªa de los empresarios del ladrillo, tan faltos de escr¨²pulos cuando de ampliar sus dominios y su cuenta corriente se trata. Y as¨ª, hasta los 11 millones de investigadores aficionados. El peri¨®dico progubernamental Apogevmatini dej¨® claro en portada su deseo de apuntarse a la teor¨ªa de la conspiraci¨®n local, con un paralelismo inequ¨ªvoco con Espa?a: Plan de los enemigos contra la patria, titul¨® ayer a toda p¨¢gina. Su editorial eliminaba de cuajo cualquier duda al respecto: el objetivo ¨²ltimo, apuntaba, parece ser "crear problemas al Gobierno con vistas a las elecciones anticipadas del 16 de septiembre". Tanto la derecha en el poder como la oposici¨®n socialista saben perfectamente que las elecciones no se juegan tanto el d¨ªa en que se abran las urnas como ahora. Todo lo que no sean los fuegos quedar¨¢ muy previsiblemente en segundo plano, en una contienda completamente condicionada por las llamas: la econom¨ªa, las reformas, la pugna entre derecha e izquierda, Europa, Chipre... Gane quien gane, no faltar¨¢n los analistas que tomen prestada una expresi¨®n ya muy manida y le encuentren todav¨ªa un nuevo giro: "?Es el fuego, est¨²pido!".
En este combate pol¨ªtico, la derecha parece haber perdido toda la ventaja que le daban los sondeos antes de la tragedia. Las cr¨ªticas arrecian de todos lados y el Gobierno se defiende diciendo que es imposible hacer frente a tantos fuegos simult¨¢neos -m¨¢s de 200 en tres d¨ªas-, pese a la ayuda de la Uni¨®n Europea y otros pa¨ªses, que han enviado aviones y equipos. Pero en este embrollo dram¨¢tico, aderezado con tantas teor¨ªas imaginativas pero muy poco probables, s¨®lo se vislumbran por ahora dos cosas claras: la primera es que las autoridades se han esfumado sobre el terreno y que la gente se est¨¢ buscando la vida como puede. Y la segunda es que los incendios son intencionados. De esto ¨²ltimo, casi una obviedad, nadie tiene la m¨¢s m¨ªnima duda.
El primer ministro, Costas Karamanlis, lo dej¨® claro el s¨¢bado, tras mostrar su "c¨®lera": "Tantos fuegos al mismo tiempo en tantos lugares distintos no puede ser ninguna casualidad", afirm¨® en un mensaje televisado. La sensaci¨®n la comparten los bomberos que luchan sobre el terreno en una guerra sin precedentes, digna de los espartanos de hace tantos siglos. "Cuando localizamos el inicio de un fuego, luego vemos que a 10 metros empez¨® otro, y a 20 metros, otro, y as¨ª, sucesivamente. Est¨¢ claro que alguien los ha provocado", explica Ververidis, de 30 a?os, en una pausa para comerse un bocadillo y volver al frente.
Muy claro tiene que estar para que las 11 millones de teor¨ªas que entre el descontrol y la histeria circulan por Grecia tengan este punto de partida como la ¨²nica cuesti¨®n en com¨²n. Por ahora, ninguna respuesta que se ofrece sirve para nada. Salvo para llenar con gritos horas y horas de hist¨¦ricas tertulias en televisi¨®n. Siguiendo la misma l¨®gica conspirativa, no ser¨ªa nada raro que alguien, de los que con tanto ah¨ªnco se preguntan a qui¨¦n beneficia todo esto, haya encontrado ya una respuesta irrefutable: a la televisi¨®n.
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