Entre oro y piedras preciosas
Guillem y Fabi¨¤ llevan 15 a?os dedicados a la joyer¨ªa, trabajando 10 horas diarias en su taller de Cornell¨¤
Elaborar un colgante con un retal incrustado, que pertenece al manto de una virgen bordado con hilo de oro. Es uno de los ¨²ltimos encargos que han recibido los joyeros Guillem Millanes, de 36 a?os, y su socio, Fabi¨¤ Cabr¨¦, de 45. Sin duda, uno de los m¨¢s extravagantes en estos 16 a?os entregados a la creaci¨®n, recomposici¨®n y restauraci¨®n de alhajas, adem¨¢s de reproducir joyas antiguas.
Guillem se sac¨® el primer curso de bachillerato. No ten¨ªa muy claro hacia d¨®nde dirigir su carrera profesional, pero estaba convencido de que lo suyo eran las manos. Entonces, a los 17 a?os, empez¨® un curso de Electr¨®nica. Su padre, grabador, conoc¨ªa a un joyero de Cornell¨¤ que le ofreci¨® un puesto de aprendiz en su taller. As¨ª aprendi¨® un oficio que le proporcionaba un dinerillo para seguir estudiando. Con el tiempo, Guillem se hizo con su propia cartera de clientes hasta que, en 1992, se independiz¨® para formar la empresa Taller Edelstein ('piedra preciosa' en alem¨¢n) con su amigo Fabi¨¤.
Se dieron a conocer repartiendo tarjetas por las joyer¨ªas de Barcelona y el Baix Llobregat. Una vez conseguidos clientes fijos, sus trabajos corrieron de boca en boca.
Al final alquilaron un local en el mismo Cornell¨¤, con una inversi¨®n de 12.000 euros para maquinaria, que dotaron de extremadas medidas de protecci¨®n. En la entrada, ning¨²n letrero que haga sospechar el interior. Guillem y Fabi¨¤ se encierran all¨ª 10 horas diarias y ¨¦ste es precisamente uno de los inconvenientes de su trabajo: "No tenemos pr¨¢cticamente contacto con el mundo exterior. El d¨ªa transcurre entre cuatro paredes, sentados y con poca luz natural", comenta Guillem.
Trabajan fundamentalmente con oro. La plata no sale a cuenta, pues su fabricaci¨®n industrial resulta m¨¢s barata al comprador. Guillem y Fabi¨¤ compran el oro fino (de 24 quilates) y lo transforman en oro de 18 quilates. Un gramo est¨¢ compuesto por 750 miligramos de oro fino, y el por resto una aleaci¨®n de plata y cobre. Como ejemplo, un anillo de dos gramos puede costar unos 80 euros.
No dejan de sorprenderse con los pedidos de clientes de etnia gitana, que han llegado a encargar placas de oro de hasta 50 gramos. "Les gusta exhibirlo", se?ala Guillem. En cambio, las familias pudientes prefieren alardear de piedras preciosas, como el diamante o el rub¨ª.
"Es un mundo, un gremio muy cerrado", asegura Guillem, "pr¨¢cticamente no hay cursos reconocidos". En las c¨¦lebres escuelas de dise?o como La Llotja, Massana o Elisava imparten algunas clases, pero no existen talleres de trabajo manual, donde realmente se aprende. La cerraz¨®n y la exclusividad aumenta en las tradicionales firmas de joyer¨ªa, como Su¨¢rez y Bagu¨¦s, donde los secretos y la t¨¦cnica se transmiten de generaci¨®n en generaci¨®n.
Guillem ten¨ªa la ilusi¨®n de abrir un d¨ªa su propia tienda, pero reconoce que una joyer¨ªa es uno de los negocios m¨¢s caros, porque requiere una gran inversi¨®n previa. De entrada, necesitar¨ªa un amplio muestrario, que implica importantes gastos en material y en mano de obra, sin contar con el desembolso m¨ªnimo en seguridad para que la compa?¨ªa asuma la indemnizaci¨®n en caso de robo. Adem¨¢s, Guillem nota que el negocio est¨¢ "parado", amenazado por el desembarco de los pa¨ªses asi¨¢ticos, y no goza de la "alegr¨ªa" de antes. Ahora los gustos han cambiado: "La gente prefiere regalar lo ¨²ltimo en tecnolog¨ªa".
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