Con Bekele no hay quien pueda
El et¨ªope alcanza su tercer t¨ªtulo consecutivo en los 10.000 metros
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Llegaban los del 1.500 muertos: qu¨¦ calor, qu¨¦ humedad, el hombre del mazo te da en la cabeza si te pasas, no hay quien cambie. Lo dec¨ªan despu¨¦s de menos de cuatro minutos a tope. Media hora despu¨¦s, qu¨¦ calor, qu¨¦ humedad, part¨ªan los del 10.000 dispuestos a pasarse casi media hora dando vueltas a la pista. Zersenay Tadesse, a la cabeza. Y en su cabeza, una idea: tratamiento Mombassa para Bekele. Dicho directamente: "O revienta ¨¦l o reviento yo".
Revent¨® Tadesse. Con Bekele no hay quien pueda. Ni el calor, ni la humedad, ni el vecino eritreo ni el compatriota Sihine. Contra las cuerdas le tuvieron, pero no pudieron rematarle.
Al heredero de Haile Gebreselassie nadie le doblega. Nadie puede impedir que, llegada la ¨²ltima vuelta, los ¨²ltimos 200 metros, Kenenisa Bekele, nacido en Bekoji, provincia de Arsi, en el altiplano et¨ªope, despliegue su zancada, le d¨¦ velocidad y frecuencia y se escape para ganar despu¨¦s de cumplir con el ritual de cubrir los ¨²ltimos 100 metros en 12,9 segundos, los ¨²ltimos 200 en 28s, los 400 en 55s. Y el ¨²ltimo mil, como ayer, qu¨¦ calor, qu¨¦ humedad, boca seca, piernas de goma, pulmones atascados, en 2m 30s clavados. Y terminar el 10.000 m¨¢s agobiante en 27m 5,90s. Jop¨¦. As¨ª logr¨® Bekele su tercer t¨ªtulo consecutivo tras los de Par¨ªs 2003 y Helsinki 2005, a uno s¨®lo de su maestro Gebreselassie.
Tadesse s¨®lo ten¨ªa una idea: "O revienta Bekele o reviento yo". Revent¨® Tadesse
Tadesse, el eritreo que vive en Madrid y se entrena en Vallehermoso con fama de isotermo en su relaci¨®n con el tiempo atmosf¨¦rico, hab¨ªa derrotado al invencible Bekele en los Mundiales de cross de Mombassa usando una t¨¢ctica muy sencilla: poni¨¦ndose delante y tirando hasta acabar con la resistencia, con la capacidad de cambiar de velocidad del et¨ªope. En la ciudad costera keniana le vali¨® porque Bekele, como la mayor¨ªa de los atletas, sucumbi¨® al calor y la humedad. La derrota afect¨® al mito de la indestructibilidad de Bekele. Pero todos los grandes imperios se han derrumbado con estr¨¦pito. Como la propia autoestima del campe¨®n, que vivi¨® una peque?a crisis. Dedic¨® el verano a intentar recuperarla en distancias inferiores. Corri¨® tres tresmiles por debajo de 7m 30s, un 5.000 en Zaragoza por debajo de 12m 50s. Renunci¨® a doblar distancia en Osaka. Un s¨ªntoma de debilidad, analizaron algunos. Todo ello dio ideas a sus rivales. Aliment¨® la ambici¨®n de Tadesse -ya hab¨ªa terminado el tercero en Atenas-, la codicia de Sihine, el Poulidor de Etiop¨ªa, eterno segundo tras Bekele-Anquetil (en Atenas, en Helsinki, tercero en Par¨ªs). Los dos, valientemente, lucharon por la victoria. Los dos cayeron.
Tadesse, largas piernas, tronco echado hacia adelante, mirada firme, se puso al frente, fij¨® un ritmo de 2m 45s el kil¨®metro en su motor de una sola velocidad y empez¨® a correr. Una prueba de supervivencia, de desgaste. Detr¨¢s de ¨¦l, de su incansable martilleo, el grupo de 23 atletas que le segu¨ªan se fue reduciendo poco a poco. Cubiertos 8.000 metros, a Tadesse s¨®lo le resist¨ªan tres, pero, malas noticias, uno de ellos era Bekele, inmune al tratamiento. El ritmo no era lo suficientemente elevado. En Argel, hace unas semanas, Tadesse fue capaz de hacer su propia carrera a 2m 42s el kil¨®metro. Le sobraban tres segundos en Osaka. Adem¨¢s, Bekele no era el mismo que en marzo. "Me he preparado bien para este clima", explic¨® luego el et¨ªope, plusmarquista mundial de los 10.000 y los 5.000 metros. Y, peores noticias, otro era Poulidor Sihine, el novio de Tirunesh Dibaba, la chica de los 10.000.
Como mucho, Tadesse podr¨ªa pensar en repetir el bronce de Atenas. O ni eso, como comprob¨® dos vueltas despu¨¦s. A los 8.800 metros, a tres vueltas del final, el tercero de sus perseguidores, Martin Mathathi, un keniano que se gana la vida en Kobe, a 20 minutos en cercan¨ªas de Osaka, cambi¨® el ritmo brutalmente. Su tir¨®n lo respondi¨® con facilidad Sihine, con pereza Bekele, inmutable Tadesse, incapaz ni de acelerar ni de frenarse. Se fueron tres, pero Bekele daba muestras de no aguantar. Entre ¨¦l y Mathathi se abri¨® un hueco de cinco metros. Hasta pareci¨® rendirse: le hizo un gesto a Sihine para que le adelantara, para que se fuera con el keniano, para que salvara el honor del pa¨ªs que celebra dos milenios de historia. Sihine entendi¨® el gesto como s¨ªntoma de debilidad y no s¨®lo sigui¨® a Mathathi, sino que lo atac¨®, atac¨® a Bekele. Era su oportunidad. Y sucedi¨® lo extraordinario: neg¨¢ndose a rendirse, Bekele se recuper¨® milagrosamente. Alcanz¨® a Sihine. Lo despedaz¨®.

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