Los juguetes de Picasso
Pocas piezas bastan para componer una muestra de inter¨¦s. As¨ª ocurre con la organizada por el Museo Picasso de M¨¢laga, que es adem¨¢s punto de partida de otras exposiciones que recrear¨¢n el contexto de las distintas obras de su colecci¨®n.
Rompe el fuego Peque?a figura, un bronce que reproduce otra tallada en madera por Picasso en 1907. Esta ¨²ltima, Mu?eca, ha sido cedida para la muestra por la Art Gallery of Ontario (Toronto). Juntas, las dos piezas poseen un aura sentimental. Mu?eca era realmente un juguete. Picasso lo hizo para la hija de una amiga en los tiempos del Bateau Lavoir. Los ojos (dos alfileres de cabeza negra) conservan ese recuerdo. En 1964 las dos mujeres le pidieron un certificado de autor¨ªa. Picasso lo firma y les ayuda a vender la pieza. Antes, el artista realiza una corta edici¨®n en bronce, qued¨¢ndose ¨¦l mismo con una prueba de autor que ahora pertenece al museo de M¨¢laga Pero Mu?eca es m¨¢s que un recuerdo de juventud. Picasso la talla cuando est¨¢ vivamente interesado en el arte primitivo que ha descubierto en el Museo del Trocadero. Los recios planos que forman la figura y le dan una presencia terminante hacen pensar en su indagaci¨®n del arte arcaico.
PEQUE?A FIGURA
Museo Picasso
Palacio de Buenavista
San Agust¨ªn, 8. M¨¢laga
Hasta el 16 de septiembre
Las piezas de las culturas baoul¨¦ y teke, presentes en la muestra, reflejan esa inquietud, mientras que las que proceden de la tribu hopi le a?aden la memoria del juguete primitivo. Pero aquellos a?os acusan otra influencia, la de las tallas de Gauguin: su obra La siesta de un fauno se?ala en la muestra esta otra direcci¨®n que se relaciona con un peque?o relieve circular de Picasso (el dorso de un espejo de mano), tres desnudos femeninos. Esta obra, finalmente, hace pensar en los espacios iniciales del cubismo (Tres mujeres, del Hermitage) que tambi¨¦n se anuncia en la estilizaci¨®n geom¨¦trica de Mu?eca. La exposici¨®n, pues, traza un interesante mapa de relaciones. Tantas que se echa de menos una mayor documentaci¨®n que ayudara a recorrerlas.
La muestra tiene buena compa?¨ªa, porque el museo mantendr¨¢ durante el verano obras de la colecci¨®n del galerista y Pierre Matisse (hijo del pintor), presidida por la Figura alta de Giacometti y Lo eternamente obvio de Ren¨¦ Magritte, a las que se a?aden obras de Balthus y Jean Dubuffet.
Lo mejor de la colecci¨®n, sin embargo, quiz¨¢ sean los dibujos del viejo Henri Matisse: despliegan otro mapa: el que revela cu¨¢nto puede hacer brotar un trazo de un papel y de qu¨¦ distintas maneras puede hacerlo. De este modo, las salas de exposiciones temporales, las mejores del museo, desempe?ar¨¢n en estos meses un papel verdaderamente rentable.
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