Periodismo filos¨®fico
Si a la alemana Hannah Arendt (Hannover, 1906-Nueva York, 1975) la conoce un p¨²blico culto relativamente amplio ello se debe a su inclinaci¨®n por cultivar period¨ªsticamente, cuando se terciaba, la filosof¨ªa moral. Mientras que gran parte de su obra se resiste a la f¨¢cil accesibilidad, otra, sin perder ni una pizca de alcance filos¨®fico, logra llegar a casi todos. ?se es el caso de su c¨¦lebre Eichmann en Jerusal¨¦n aparecido primero en las p¨¢ginas de The New Yorker. Algo menos lo son, en Europa, sus Reflexiones sobre Little Rock, publicadas en la progresista revista neoyorquina Dissent, tras ser rechazadas por Commentary, la prestigiosa revista de la intelectualidad hebrea estadounidense. Las cualidades de br¨ªo pol¨¦mico, pasi¨®n ¨¦tica y accesibilidad period¨ªstica adornan tambi¨¦n Or¨ªgenes del Totalitarismo, texto fundamental que ha sido reeditado en castellano.
RESPONSABILIDAD Y JUICIO
Hannah Arendt
Traducci¨®n de Miguel Candel y Fina Birul¨¦s
Paid¨®s. Barcelona, 2007
273 p¨¢gimas. 20 euros
Cuando el brev¨ªsimo Little
Rock sali¨® a la luz, en 1959, los europeos no ten¨ªan las escuelas llenas de inmigrantes africanos, asi¨¢ticos, turcos, suramericanos, caribe?os. La inmigraci¨®n extraeuropea y su integraci¨®n en nuestro continente estaba en sus inicios. Algunos pa¨ªses, como el nuestro, ni se la imaginaban. Otros comenzaban a conocer apenas la formaci¨®n de barrios inmigrantes en ciudades y suburbios. Su integraci¨®n no estaba en ninguna agenda pol¨ªtica. Las noticias que nos llegaban de la incorporaci¨®n de la poblaci¨®n negra -y en mucha menor medida, puertorrique?a o mexicana- en Estados Unidos eran tratadas con la condescendencia y los lugares comunes que s¨®lo una izquierda dogmatizada e ignorante pod¨ªa inspirar. A pesar de ello, nuestro entusiasmo por el movimiento pacifista de integraci¨®n representado por Martin Luther King se hallaba justificado.
No sol¨ªamos formularnos a¨²n las preguntas dif¨ªciles que se plantear¨ªa Arendt en este ensayo, el m¨¢s vibrante de esta excelente colecci¨®n de sus escritos. Hemos tenido que esperar al siglo XXI para entender c¨®mo el movimiento desegracionista yanqui era asunto complejo, cuando hemos visto en qu¨¦ medida es enrevesada la integraci¨®n c¨ªvica de nuestra poblaci¨®n inmigrante y su plena incorporaci¨®n a la civilizaci¨®n pol¨ªtica europea. Quienes sembraron la desolaci¨®n en Atocha hace poco tiempo eran, sin duda, extra?os al pa¨ªs, pero quienes al poco tiempo hicieron lo propio en el metro y los autobuses londinenses, hab¨ªan nacido en Reino Unido. Arendt, mucho antes, con una vena que puede parecer algo conservadora, aunque siempre liberal, se preguntaba por el camino a seguir, empezando por indagar c¨®mo debe elaborarse el juicio moral que preceda a la acci¨®n integradora en la esfera p¨²blica de toda la ciudadan¨ªa. Un juicio moral que, a veces, no necesita demasiados datos sociol¨®gicos: todo el ensayo gira entorno a una fotograf¨ªa, period¨ªstica tambi¨¦n, de una muchacha negra rodeada por una turba de energ¨²menos, compa?eros de estudios, y protegida por un amigo blanco de su padre. Est¨¢ en el libro.
Responsabilidad y juicio re¨²ne breves ensayos que dan una idea muy precisa de sus ideas clave arendtianas sobre el mundo com¨²n propio de toda rep¨²blica civilizada. En ellos se expresa con vehemencia su temor a que el "sentido com¨²n" de la ciudadan¨ªa no represente m¨¢s que un conjunto de prejuicios peligrosos en una sociedad cada vez m¨¢s adocenada, capaz de instaurar el fanatismo como "sentido com¨²n"; su af¨¢n porque el juicio aut¨®nomo del ciudadano responsable preceda a su intervenci¨®n en la esfera p¨²blica, es decir, porque el republicanismo deliberativo se imponga frente a la propaganda y la tergiversaci¨®n; su radicalismo frente a la verdad entera, siempre terrible -v¨¦ase su ensayo sobre la conducta del Vaticano durante la ¨¦poca del horror nazi-; su esfuerzo por situar la filosof¨ªa moral en su justo lugar, en situaciones nada triviales, como la responsabilidad personal de cada cual cuando vivimos en un r¨¦gimen dictatorial.
Ni uno de sus renglones posee inter¨¦s sol¨® arqueol¨®gico o acad¨¦mico. Algunos de sus ensayos son metaperiod¨ªsticos, sin dejar de ser period¨ªsticos. Otros, desaf¨ªan las convenciones del an¨¢lisis ¨¦tico acad¨¦mico. Todos iluminan cuestiones hoy abiertas, asuntos, para desaz¨®n nuestra, a¨²n pendientes.
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