Vida en la memoria
Girasoles, lirios, rosas, poemas, fotograf¨ªasy recortes de prensa fueron depositados en las puertas del palacio de Kensington
Miles de personas expresaron ayer su dolor y admiraci¨®n por la desaparecida princesa de Gales en enclaves urbanos y rurales de Inglaterra conectados con la vida de la archipopular Diana. La reina de las celebridades sigue despertando fuertes emociones en el pueblo llano a los diez a?os de su muerte en el violento accidente de coche en el t¨²nel del Alma, de Par¨ªs. En los almacenes Harrod's, de Londres, tambi¨¦n se rememor¨® a la princesa y a Dodi Al Fayed, quien perdi¨® la vida en el mismo siniestro.
Un pu?ado de devotos durmieron anteanoche en tiendas de campa?a, en el c¨¦sped frente al palacio de Kensington, la ¨²ltima residencia de la princesa. All¨ª se hab¨ªa citado con sus dos hijos, Guillermo y Enrique, la ma?ana del tr¨¢gico accidente de Par¨ªs. A las pocas horas, los jardines se convirtieron en un mar de flores y dedicatorias a la c¨¦lebre mujer que tantos corazones hab¨ªa alegrado en sus 36 a?os de vida. Ayer, las ofrendas se extend¨ªan por la verja de palacio y por el c¨¦sped de la vivienda. Girasoles, lirios, rosas. Poemas, fotograf¨ªas y recortes de prensa. Todos ellos prendidos sobre los barrotes por gentes venidas de todos los confines de la tierra. "Necesita nuestro apoyo", dec¨ªa Marian High, una mujer entrada en a?os.
"La sociedad ha empeorado desde su desaparici¨®n", asegura un sacerdote
"Te echamos de menos", rezaba una gran pancarta. "Reina de los corazones", aparec¨ªa en otra. "Camila, nunca ser¨¢s reina", se?alaba, amenazante, una tercera tela. Los reunidos ayer en Kensington son admiradores fieles de Diana y muchos todav¨ªa sienten una extraordinaria hostilidad hacia la segunda esposa del pr¨ªncipe Carlos. "Lo que hizo Charlie estuvo muy mal", aseguraba la se?ora High, refiri¨¦ndose al pr¨ªncipe como si de un sobrino se tratara.
"Diana ilumin¨® nuestras vidas. Era maravillosa, compasiva, humana. Alegr¨® nuestros corazones y se merece lo mejor", comentaba Patricia Larkin, de 63 a?os. Se hab¨ªa desplazado desde el sur de Inglaterra para asistir a la misa al aire libre celebrada junto al palacio por Frank Julian Gelli. "La princesa", defendi¨® el cura de origen italiano, "dio un buen ejemplo de c¨®mo hay que velar por los dem¨¢s. Era una fil¨¢ntropa, que ten¨ªa una palabra amable y un gesto compasivo para los enfermos, los pobres, los desamparados. La sociedad ha empeorado desde su desaparici¨®n. Somos m¨¢s ego¨ªstas, m¨¢s individualistas, m¨¢s materialistas".
Linda Buskell regres¨® a la misma escena de duelo que visit¨® diez a?os atr¨¢s para honrar la memoria de una "mujer hermosa, cari?osa y buena madre". No hay tanto silencio como en 1997, pero el ambiente de respeto perdura. "Diana representaba al pueblo, su compasi¨®n y afecto eran genuinos. El resto de la familia real ha cambiado un poco desde su muerte, pero a¨²n no consiguen generar la misma admiraci¨®n que muchos sentimos por la princesa", explicaba.
Otra parte del p¨²blico prefiri¨® escuchar el servicio oficial desde los altavoces montados en el parque de Saint James, frente a la Capilla de Los Guardias Reales, donde se congreg¨® la familia real. Cientos de personas, algunas visiblemente emocionadas, siguieron las distintas intervenciones y cantaron los himnos acompa?ando a los tres coros de la ceremonia privada. Althorp Park, donde descansan los restos de Diana, abri¨® sus puertas a un reducido grupo de invitados de la regi¨®n en un gesto caritativo de Charles Spencer, propietario de la finca.
Mohamed Al Fayed record¨® a su hijo Dodi y a la princesa junto a una escultura de la pareja, en posici¨®n de baile, que se alza en una escalera de Harrods's, donde los empleados guardaron dos minutos de silencio en memoria de los fallecidos en Par¨ªs.
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