Un mundo sin hilos
De la telefon¨ªa m¨®vil a la revoluci¨®n 'wi-fi'. El planeta est¨¢ perdiendo los cables. La informaci¨®n viaja a toda velocidad en forma de ondas. Y en un futuro cercano, hasta llevaremos chips de radiofrecuencia bajo la piel, en lugar de tarjetas de cr¨¦dito.
Basta un ordenador port¨¢til para conectar con la oficina desde el aeropuerto, la cafeter¨ªa o la estaci¨®n de tren. Por la ma?ana, a punto de entrar en una reuni¨®n, un mensaje de texto en el m¨®vil nos dice que el ni?o ha entrado a clase. Cuando llegamos a casa despu¨¦s del trabajo, tenemos m¨²sica a la carta en cada habitaci¨®n. Canciones que viajan sin cables por toda la casa para sonar en el cuarto que nos interesa. Hasta la consola de videojuegos se ha vuelto inal¨¢mbrica. El joystick se ha convertido en un mando a distancia y nos permite jugar con personas de todo el mundo a trav¨¦s de Internet sin enredos ni ataduras.
Parece que los equipos electr¨®nicos de casa est¨¢n aprendiendo y han decidido montar una fiesta sin cables. Algo que ya vaticin¨® hace cuatro a?os Nicholas Negroponte, presidente del Media Lab en el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT): "El futuro mejorar¨¢ si somos capaces de a?adir inteligencia a los dispositivos y de usar de forma m¨¢s eficiente las comunicaciones inal¨¢mbricas".
En 2010, 37 millones de hogares europeos se conectar¨¢n a la Red ocn tecnolog¨ªa inal¨¢mbrica
Los ayuntamientos que pretenden ofrecer 'wi-fi' gratuito se enfrentan a la ira de la industria
Este sue?o id¨ªlico que predec¨ªan hace a?os los gur¨²s del mundo digital se desvanece cuando, con un caf¨¦ en la mano, miramos debajo de la mesa del ordenador o detr¨¢s de la tele del sal¨®n. Entonces, nos encontramos cara a cara con una mara?a de cables y enchufes cubiertos de pelusas. Y si lo analizamos un poco, veremos que en los hogares actuales hay muchos m¨¢s cables que en los de hace 30 o 40 a?os.
Claro que, en los sesenta, la familia se juntaba en torno a un televisor en blanco y negro con un par de canales, hablaba por un enorme tel¨¦fono de pasta cableado y escuchaba m¨²sica en discos de vinilo. Ese era el equipamiento medio de una familia en el primer mundo. Hoy, seg¨²n Marnix Sommers, responsable de Pioneer Audiovisual, en cada hogar norteamericano hay, de media, 23 dispositivos electr¨®nicos. Y los europeos estamos en la l¨ªnea.
Con este panorama, es l¨®gico que cerca de cualquier enchufe de la casa encontremos cargadores de m¨®viles, cables de impresora o un laberinto de euroconectores.
En cualquier caso, lo inal¨¢mbrico est¨¢ de moda. Y entre todas las tecnolog¨ªas sin cables hay dos muy populares. La m¨¢s extendida es la telefon¨ªa m¨®vil. Un estudio de la consultora Pyramid Research indica que entre 2001 y 2006, 1.600 millones de personas se apuntaron al m¨®vil por primera vez. Y a lo largo de los pr¨®ximos cinco a?os se movilizar¨¢n otros 1.400 millones. En 2012, dos de cada tres personas en todo el mundo iremos con el m¨®vil operativo.
El segundo sistema sin cables m¨¢s popular es el wi-fi, abreviatura de wireless fidelity (fidelidad inal¨¢mbrica). Gracias al wi-fi navegamos por la Red desde el ordenador port¨¢til mientras paseamos por la casa. O por ejemplo, vemos en la tele del sal¨®n una pel¨ªcula que en realidad sale del ordenador del despacho.
El 'wi-fi' es un sistema capaz de comunicar distintos aparatos por ondas de radio (sin cables). Naci¨® en 1997 de la mano de Lucent Technologies. Y naci¨® con vocaci¨®n de convertirse en una soluci¨®n profesional. Aquel primer wi-fi permiti¨®, por fin, montar una red de ordenadores sin tener que grapar un solo cable en la pared. As¨ª, los empleados pod¨ªan abrir sus archivos o revisar su correo electr¨®nico desde cualquier punto de la oficina.
Sobre el wi-fi hay dos cosas que llaman la atenci¨®n. La primera es lo r¨¢pido que se est¨¢ extendiendo: hace cinco a?os apenas exist¨ªa, y al final de este a?o, seg¨²n IDC, 17 millones de hogares europeos estar¨¢n equipados. Y la cosa seguir¨¢ creciendo. En 2010 se alcanzar¨¢ la cifra de 37 millones. Lo segundo que llama la atenci¨®n es que el wi-fi empez¨® a usarse para conectar ordenadores, pero en la siguiente generaci¨®n de equipos wi-fi encontramos cadenas de m¨²sica, videoconsolas, grabadoras de DVD, televisores, radios... Hasta podemos despertarnos cada ma?ana con una emisora australiana colocando en la mesilla una radio-reloj como el wi-fi radio, conectado a Internet sin cables.
"Uno de los equipos que est¨¢n entrando m¨¢s r¨¢pidamente en el mundo inal¨¢mbrico es la consola de videojuegos", indica Jaime Garc¨ªa, de IDC. La m¨¢s vendida en el mundo (Wii, de Nintendo) tiene cinco millones de usuarios en su servicio Wifi Conection. Echar partidas con jugadores de todo el mundo por Internet est¨¢ convirti¨¦ndose en un deporte de moda. Casi la tercera parte de quienes tienen wi-fi lo hacen, seg¨²n un estudio de Ipsos. Rudy Provoost, responsable de Electr¨®nica de Consumo de Philips, ha apuntillado: "Las ventas en el sector de videojuegos crecen m¨¢s de un 10% al a?o en el mundo, especialmente las de juegos online y sin cables".
No s¨®lo tenemos wi-fi en las oficinas y en los hogares. En la calle y en los espacios p¨²blicos tambi¨¦n encontramos eso que llaman "puntos calientes de wi-fi": los hotspots, zonas donde nos podemos conectar a Internet sin cables. En aeropuertos, hoteles, estaciones de tren, bibliotecas, universidades... Incluso en restaurantes de comida r¨¢pida como McDonalds o en cafeter¨ªas tan populares como Starbucks ofrecen wi-fi como reclamo para atraer clientes.
Algunas de estas zonas son de pago, y otras, gratuitas. Telef¨®nica pretende llevar wi-fi a casi un centenar de estaciones de ferrocarril de todo el pa¨ªs. Los pasajeros podr¨¢n entrar en Internet desde los andenes, pagando la llamada "conexi¨®n desde l¨ªnea m¨®vil". En Alemania quieren dar un paso m¨¢s ofreciendo el mismo servicio en los trenes. La idea tambi¨¦n ha interesado a las compa?¨ªas a¨¦reas American Airlines y Lufthansa. Los pasajeros podr¨¢n navegar por la Red en pleno vuelo. Ganar¨¢n m¨¢s dinero y conseguir¨¢n que los viajes de largo recorrido se hagan menos tediosos.
Las aplicaciones del wi-fi en el mundo real no tienen l¨ªmites. Encontramos ideas tan curiosas como la del profesor Raja Sengupta, de la Universidad de Berkeley. Este cient¨ªfico trabaja en un sistema sin cables para que cada coche se comunique con los dem¨¢s veh¨ªculos de la carretera por wi-fi. Todos tendr¨ªan informaciones de las maniobras de los otros y as¨ª se podr¨ªan evitar accidentes.
Pero el sue?o dorado de todo internauta es tener acceso a la Red por wi-fi en la calle. Varias ciudades de Estados Unidos y de Europa han promovido proyectos de este tipo. Desde el mes pasado, Londres est¨¢ desplegando una red inal¨¢mbrica municipal a lo largo del r¨ªo T¨¢mesis. La ciudad brit¨¢nica ya es una de las m¨¢s equipadas del mundo. Con cerca de 2.000 puntos de acceso a Internet por wi-fi, s¨®lo est¨¢ por detr¨¢s de Tokio y Se¨²l en este aspecto, seg¨²n un estudio de JiWire del 2006. La nueva red de Londres ampliar¨¢ la cobertura. Abarcar¨¢ 11 kil¨®metros y ofrecer¨¢ una conexi¨®n lenta (256 kilobytes por segundo), pero gratuita. A cambio, los internautas recibir¨¢n en sus pantallas un anuncio publicitario cada 15 minutos. Los que quieran navegar algo m¨¢s r¨¢pido (a 512 kilobytes), podr¨¢n apuntarse a un servicio sin anuncios, pagando 4,30 euros por cada hora.
"El acceso a Internet en la calle crece constantemente, pero hay demasiados problemas para conseguir una Red universal con acceso libre y gratuito para todos. Sobre todo econ¨®micos y de competencia con las operadoras", indica Javier Sanz, editor de Adslzone.net y experto en Internet. Con todas estas dificultades se han encontrado los proyectos que tratan de cubrir Central Park, en Nueva York, la ciudad de Buenos Aires o la isla de Singapur. Unos proyectos que nacieron de los gobiernos locales y que han tenido que superar las reticencias de los proveedores de acceso a Internet. En Espa?a, este ¨²ltimo punto es crucial. Las iniciativas necesitan la aprobaci¨®n de la Comisi¨®n del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), organismo que regula la competencia en este terreno. "El problema se agrava cuando las operadoras ponen Internet en determinadas zonas rurales, porque cuando un Ayuntamiento intenta instalarlo, la CMT se lo impide", asegura V¨ªctor Domingo, presidente de la Asociaci¨®n de Internautas, refiri¨¦ndose a los casos de Barcelona, Ponteareas (Pontevedra) y Atarfe (Granada).
Hace tres a?os, la CMT amonest¨® al Ayuntamiento de Barcelona y le oblig¨® a cerrar una red wi-fi gratuita de alcance limitado que s¨®lo permit¨ªa entrar en p¨¢ginas oficiales. Los otros dos municipios fueron expedientados por ofrecer wi-fi en las calles sin licencia. Para Alberto Abell¨¢, autor del Libro Blanco del software libre, "es un sinsentido que el mercado empresarial no quiera equipar las zonas rurales porque no les resulta rentable y se proh¨ªba que los ayuntamientos se hagan cargo del servicio. Desde el ¨¢mbito p¨²blico se deber¨ªa evitar que crezca la brecha digital".
A pesar de estos incidentes, en las ¨²ltimas elecciones municipales, los candidatos (de todos los signos) prometieron wi-fi p¨²blico y gratuito. Y el hecho es que algunos ayuntamientos han conseguido montar su propia red sin cables en su localidad. Unas son gratuitas, como la de Santillana del Mar (Cantabria), y otras cobran cuotas mensuales de entre 10 y 12 euros, como en A Estrada (Pontevedra) o Burjassot (Valencia). En mayo de este a?o, el Ayuntamiento de Madrid ha empezado t¨ªmidamente a ofrecer Internet gratis por wi-fi en la plaza de Santo Domingo.
Aun as¨ª, los consistorios tienen que andarse con pies de plomo para no desatar las iras de la industria. Procuran no operar en terrenos donde puedan tener problemas. El mejor ejemplo es el de Castelldefels (Barcelona), que ofrece wi-fi gratis s¨®lo en su playa. "Es gratis en la playa, en el paseo mar¨ªtimo y para las embarcaciones que est¨¢n a menos de un kil¨®metro de la costa. Pero el Ayuntamiento ha colocado unas pantallas para evitar que la cobertura llegue a las casas que est¨¢n en primera l¨ªnea. La cuesti¨®n es evitar un conflicto de intereses con los proveedores de acceso a Internet", sentencia Javier Sanz.
Los aut¨¦nticos pioneros del wi-fi en las calles son los miembros de las llamadas "comunidades wireless", que llevan funcionando ya seis a?os en Espa?a. Est¨¢n formadas por voluntarios que instalan puntos de acceso wi-fi en sus localidades para crear una red inal¨¢mbrica "que no pertenece a nadie en particular, pero que nos pertenece a todos".
Algunas m¨¢s desarrolladas, como Guifi.net, proporcionan acceso a la Red gratis y sin cables en la comarca catalana de Osona. Una comunidad que, adem¨¢s, cada seis meses est¨¢ duplicando su n¨²mero de conexiones. Otras tienen menos alcance, como la de los chicos de Sevilla Wireless, que ya en 2002 se reun¨ªan en la plaza de Espa?a de la capital hispalense cargados con sus port¨¢tiles, sus antenas y sus tarjetas wi-fi.
Cada una de estas comunidades funciona a su manera. Lo que las une a todas es que no tienen ¨¢nimo de lucro. S¨®lo buscan una red alternativa, con la mayor cobertura posible. "En su esp¨ªritu est¨¢ el sentimiento de compartir el acceso a Internet sin cables con otras personas", argumenta V¨ªctor Domingo. "Eso s¨ª. Una cosa es compartir y otra hacer negocio con la excusa de compartir, como intentan desde FON." El presidente de la Asociaci¨®n de Internautas se refiere al proyecto del empresario Mart¨ªn Varsavsky, que propone a sus clientes que compartan su red wi-fi privada de casa. A cambio, el cliente tambi¨¦n podr¨ªa acceder a Internet por la se?al de otros clientes cuando sale de casa. El proyecto, en fase de desarrollo, ha generado un debate ¨¦tico. Seg¨²n Alberto Abell¨¢, "FON apela al sentido de compartir el acceso a Internet que est¨¢ pagando cada usuario, pero mont¨¢ndose un negocio".
El futuro de todas las redes p¨²blicas es incierto. Han crecido en los ¨²ltimos a?os, pero se mueven en un vac¨ªo legal donde hay pocas cosas claras. Mientras se resuelve, al ciudadano de a pie le queda reciclarse y apostar para que el mundo sin cables se convierta en realidad alg¨²n d¨ªa. Y es que, como dijo Negroponte en una frase un tanto apocal¨ªptica, pero no menos cierta, "los pa¨ªses sin apetito de riesgo nunca aprovechar¨¢n las ideas nuevas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.