El voto de protesta se hace islamista en Marruecos
Los moderados del Partido de la Justicia y del Desarrollo aspiran a ser los m¨¢s votados
Taieb, de 33 a?os, no frecuenta la mezquita, su mujer no lleva el hiyab (pa?uelo isl¨¢mico) en la cabeza y a la salida del trabajo se toma a veces una cerveza con sus amigos en unos de esos bares sin cristales para que los clientes no sean vistos desde la calle. Taieb, padre de dos hijos, es inform¨¢tico en una empresa marroqu¨ª y su mujer da clases en un colegio privado. "No vivimos en la opulencia, pero no nos falta de nada", comenta al atardecer en la terraza soleada de una cafeter¨ªa cercana a su piso del barrio de Agdal, en Rabat.
Nada en su trayectoria har¨ªa sospechar que, dentro de tres d¨ªas, cuando acuda a votar, depositar¨¢ en la urna una papeleta con el dibujo de un candil, el s¨ªmbolo de los islamistas moderados del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD). El viernes se celebran en Marruecos las segundas elecciones legislativas del reinado de Mohamed VI.
Las clases medias urbanas se sienten atra¨ªdas por el discurso anticorrupci¨®n del PJD
"El PJD no me entusiasma, pero es la ¨²nica oposici¨®n que existe en Marruecos", asegura Taieb, hijo de votantes socialistas, mientras bebe a sorbos su t¨¦ casi hirviendo. "Son gente honrada decidida a luchar contra alguno de los males end¨¦micos de este pa¨ªs, empezando por la corrupci¨®n", recalca para justificar su voto. "Mi hermano mayor", ¨®ptico de profesi¨®n, "es muy piadoso y ¨¦l no ha tenido tantas dudas a la hora de decidirse", dice.
Las palabras de Taieb confirman los an¨¢lisis de m¨¢s de un experto electoral. "El voto PJD es una sanci¨®n" al sistema, sostiene, por ejemplo, Toufic Benkaraach, del Centro Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos y Gobernancia Global. El castigo emana adem¨¢s de las clases medias urbanas, que constituyen ahora el grueso del electorado islamista.
En Marruecos hay dos grandes formaciones islamistas, el PJD, un partido legal con representaci¨®n parlamentaria, y la ilegal, pero tolerada, asociaci¨®n Justicia y Caridad, que capitanea el jeque Yassin, que boicotea las elecciones. El catedr¨¢tico estadounidense John Entelis asegura que este ¨²ltimo es el movimiento con mayor capacidad de movilizaci¨®n.
Para atraer a profesionales como Taieb, el PJD ha diluido estos a?os su discurso islamista, aunque sus tenores m¨¢s extremistas no suelen perder oportunidad de arremeter contra los festivales de m¨²sica o la homosexualidad. Su programa electoral preconiza que la sharia (ley isl¨¢mica) sea la principal fuente de la legislaci¨®n, y que dos ulemas (doctores de la ley) se incorporen al Consejo Constitucional para comprobar que as¨ª sea.
"Para cerrar el camino al extremismo hay que defender un enfoque moderado" de la referencia a la religi¨®n, justific¨® Saad el Othmani, l¨ªder del PJD, en una entrevista con el semanario La Vie Eco de Casablanca. Tambi¨¦n hay que mejorar las condiciones de la poblaci¨®n, y por eso apuesta por aumentar el salario m¨ªnimo hasta 235 euros mensuales.
"Ni el programa ni la acci¨®n pol¨ªtica del PJD hacen prever un enfrentamiento directo con el poder mon¨¢rquico", se?al¨® en un exhaustivo informe publicado en primavera Democracy Reporting Internacional, un grupo de estudios vinculado al Gobierno alem¨¢n. "El auge del PJD contribuir¨ªa a poner m¨¢s de relieve el papel pol¨ªtico del rey", reconoce.
El PJD ha sido hasta ahora un partido "automutilado", seg¨²n denunci¨® en su d¨ªa Mustaf¨¢ Ramid, uno de sus dirigentes m¨¢s radicales. En las elecciones legislativas de 2002 acept¨® la insistente sugerencia del Ministerio del Interior y s¨®lo se present¨® en algo m¨¢s de la mitad de las circunscripciones electorales. A¨²n as¨ª, fue la tercera fuerza m¨¢s votada y obtuvo 42 de los 325 esca?os de la C¨¢mara de Representantes, justo detr¨¢s de los socialistas y de los nacionalistas del Istiqlal. El viernes ir¨¢ a por todas. Concurrir¨¢ en 92 de las 95 circunscripciones.
La presencia de algunos prestigiosos candidatos en las filas del PJD contribuye a mejorar su imagen, como Abdelwahad Bennani, t¨ªo de Lalla Salma, esposa del rey Mohamed VI, o Abdelaziz Rabbah, consejero econ¨®mico del primer ministro, Driss Jettu, cuya colocaci¨®n como cabeza de lista en Kenitra sublev¨® a la secci¨®n local del partido. La reputaci¨®n de los islamistas ya es buena de por s¨ª en un amplio sector de la opini¨®n, a juzgar por los pocos sondeos que se publican.
Un instituto estadounidense vinculado al Partido Republicano encarg¨® en 2006 un sondeo que atribuy¨® el 47% de la intenci¨®n de voto al PJD. ?ste tambi¨¦n hizo p¨²blica una de sus propias encuestas, que le otorgaba el 38% de los sufragios. Hasta un sondeo del Ministerio del Interior le coloca entre los vencedores del 7 de septiembre.
Animado por estos pron¨®sticos y el palpable apoyo de la clase media y de los j¨®venes, que llenan sus m¨ªtines, Saad el Othmani, el m¨¦dico psiquiatra que lidera el PJD, ha dejado de lado su habitual cautela. En los m¨ªtines se atreve ahora a vaticinar que ganar¨¢ con una mayor¨ªa relativa de 60 o 70 diputados. "?E incluso m¨¢s!", subraya. "Y muchos m¨¢s que hubi¨¦semos obtenido si el sistema electoral fuese justo", exclama un joven militante islamista en su cuartel de campa?a.
Esta vez, el Ministerio de Interior no ha incitado a los islamistas a contenerse, pero ha redibujado el mapa electoral para perjudicar al PJD y, de paso, a los socialistas con qui¨¦n comparten electorado. "Han trabajado de manera que haya m¨¢s diputados en zonas rurales y en el entorno de las ciudades" y menos ¨¢reas urbanas, en las que los islamistas est¨¢n mejor implantados, se lamenta Abdelkader Amara. "As¨ª no tendr¨¢n que pedirnos que circunscribamos nuestra participaci¨®n".
Hay ejemplos llamativos. La provincia de T¨¢nger, un feudo islamista, ha sido dividida en dos circunscripciones, la primera urbana, con 762.000 habitantes, que elegir¨¢ a cuatro diputados, mayoritariamente del PJD, y la segunda rural, con 97.000, de donde saldr¨¢n otros dos parlamentarios. "Salta a la vista que el recorte de las circunscripciones y el sistema de voto no favorece a los hombres de Othmani", afirma Mohamed Darif, profesor de Ciencias Pol¨ªticas.
Chekib Benmoussa, ministro de Interior, lo neg¨® todo en febrero en una entrevista con este peri¨®dico. La labor de Interior, explic¨®, ha consistido simplemente en acoplar las circunscripciones con el nuevo mapa administrativo de Marruecos, en el que han sido creadas algunas provincias m¨¢s.
Para m¨¢s inri, Interior ha legalizado a dos peque?as formaciones de inspiraci¨®n islamista, el Partido del Renacimiento y de la Virtud y el Partido de la Civilizaci¨®n Alternativa, que restar¨¢n sufragios a su "hermano mayor".
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