?Por qu¨¦ no funcionan las infraestructuras catalanas?
La acumulaci¨®n de problemas en las cercan¨ªas ferroviarias, en el aeropuerto de Barcelona, en la red el¨¦ctrica, han generado en Catalu?a un malestar profundo, un cierto des¨¢nimo y una sensaci¨®n generalizada de que est¨¢n fallando infraestructuras b¨¢sicas. La coincidencia de estos problemas invita a buscar una causa estructural, m¨¢s all¨¢ del azar.
El catalanismo ha reimpulsado, ante este colapso de las infraestructuras, su diagn¨®stico cl¨¢sico. Para el catalanismo, en sus diversas familias, el Estado no invierte en Catalu?a lo que deber¨ªa, no tiene el desarrollo de Catalu?a como una prioridad y recauda m¨¢s de los ciudadanos catalanes de lo que les devuelve v¨ªa servicios. Habr¨ªamos llegado a un momento en el que los d¨¦ficit hist¨®ricos -y actuales- de inversi¨®n del Estado y de las compa?¨ªas mejor o peor privatizadas alcanzar¨ªan un punto cr¨ªtico en el que todas las redes envejecidas entrar¨ªan en crisis. Para los catalanismos diversos, la responsabilidad m¨¢xima de lo que est¨¢ pasando la tiene un Estado centralista, en el que los catalanes decidimos poco y que no invierte en Catalu?a lo que deber¨ªa a tenor de lo que ingresa y de lo que Catalu?a necesita para mantenerse como locomotora econ¨®mica.
Ante los mismos hechos, la derecha espa?ola ha lanzado tambi¨¦n sus hip¨®tesis de interpretaci¨®n, de signo absolutamente contrario. El problema ser¨ªa que Catalu?a, ensimismada, distra¨ªda y obsesionada por sus debates identitarios, habr¨ªa descuidado la renovaci¨®n de sus infraestructuras y en general todos sus problemas pr¨¢cticos. A diferencia de Madrid o Valencia, liberadas de todo debate identitario, tranquilas y satisfechas en su espa?olidad, Catalu?a habr¨ªa malgastado sus energ¨ªas en el mantenimiento de la diferencia cultural y en su explotaci¨®n pol¨ªtica y habr¨ªa olvidado las cuestiones que -en la terminolog¨ªa al uso- "de verdad interesan a los ciudadanos". Por tanto, la culpa de lo que sucede en las infraestructuras catalanas la tendr¨ªa el lastre del nacionalismo que, en su opini¨®n, atraviesa transversalmente todas las instituciones y partidos que han gobernado Catalu?a en los ¨²ltimos 30 a?os.
L¨®gicamente, las dos interpretaciones son interesadas y llevan incorporado un programa pol¨ªtico. El del catalanismo, la revisi¨®n de las relaciones entre Catalu?a y Espa?a. El de la derecha espa?ola, la clausura del llamado problema catal¨¢n, en beneficio de una Espa?a homogeneizada y orgullosa de su espa?olidad. El diagn¨®stico de la derecha espa?ola, extremadamente ideol¨®gico, tiene un problema de base: en las infraestructuras que est¨¢n fallando tienen poco peso las instituciones catalanas y mucho peso el Estado. Por tanto, exculpar al Estado de sus responsabilidades parece demasiado ben¨¦volo con el poder central. En cuanto al diagn¨®stico del catalanismo, que personalmente comparto, deber¨ªa completarse con una cierta autocr¨ªtica de la sociedad y las instituciones catalanas: es cierto que el Estado invierte poco, pero tambi¨¦n que a veces le complicamos mucho cualquier inversi¨®n. Y no por nacionalismo, precisamente. Pero en cualquier caso, este matiz no modificar¨ªa el n¨²cleo del diagn¨®stico.
Las versiones del catalanismo y de la derecha espa?ola sobre lo que est¨¢ sucediendo son antag¨®nicas, nada complementarias. Frente a estas dos interpretaciones, se echa de menos el diagn¨®stico sobre lo que sucede por parte del mundo socialista. No lo tiene f¨¢cil. Gobierna en Espa?a y gobierna en Catalu?a. Puede tener la tentaci¨®n de situar la responsabilidad en el ¨²nico lugar donde no le cae encima: en el pasado. Pero echar la culpa a una mala herencia de los gobiernos popular y convergente no tiene a favor el calendario: el mundo socialista lleva gobernando tres a?os en Espa?a, cuatro en Catalu?a y treinta en Barcelona. Ya ha hecho suyas todas las herencias. El mundo socialista deber¨¢ generar su propia interpretaci¨®n sobre el colapso de las infraestructuras en Catalu?a -la mala suerte no sirve- o deber¨¢ alinearse con alguna de las dos interpretaciones que circulan. O coincidir con el catalanismo en que el Estado no invierte, y solucionarlo, o coincidir con la derecha en que la culpa es del nacionalismo, y combatirlo. Ver hacia d¨®nde acabar¨¢ decant¨¢ndose el discurso socialista sobre las infraestructuras y su colapso nos dar¨¢ muchas claves sobre el futuro de Catalu?a, pero tambi¨¦n sobre el futuro de Espa?a.
Vicen? Villatoro es escritor.
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