Generosidad, luz, un bis
Hubo luz, gran ballet y ella hizo un bis. Se la vio disfrutar. Este solo de B¨¦jart vale se?alar que pertenece a una de las ¨²ltimas etapas orientales del core¨®grafo marsell¨¦s, por eso evoca el paso teatral kabuki y el juego de los abanicos rojo y blanco (luz y sangre, verdad y mentira, ayer y hoy). Ven¨ªa al pelo: la bailarina es luz, verdad y trasciende el ayer y el hoy. Probablemente, Maya Michailovna no deje escuela. Es una figura singular. El ballet es as¨ª. La ejemplaridad es caprichosa y particular y las imitaciones son muy malas. Maya es ¨²nica todav¨ªa. Lo ser¨¢ siempre. Hay un dominio sobrecogedor sobre el auditorio, sobre lo que hace y sobre lo que refleja. Eso mismo estaba hace la friolera de 60 a?os atr¨¢s, cuando debutaba en el cisne del Lago o cuando encarnaba su peculiar y mayest¨¢tica Princesa Aurora de Bella Durmiente, que se vieron fugaz y fragmentariamente en los filmes preliminares. Es mucho m¨¢s que recuerdo y eso es la esencia del ballet, lo que ella lucha porque no se pierda. Y eso fue p¨¢lpito en el cisne negro y el Quijote, sin desmerecer otras calidades en la Manon de Vishnieva, el refinado cameo a?orante de Greco o el manierismo del georgiano Tsiskaridze en su sensual Narciso, que va m¨¢s all¨¢ de lo que regl¨® Goleizovski.
Gala Maya Plisetskaia
Isadora: Ashton / Brahms (Tamara Rojo, Royal Ballet de Londres); Madame Bovary: Shannon / Rachmaninov (Ilze Liepa y Marc Peretokin); Manon: MacMillan / Massenet (Diana Vishnieva e ?gor Kolb, Kirov-Marinskii de San Petersburgo); El lago de los cisnes, pas de deux, tercer acto: Petipa / Chaikovski (Maria Aleksandrova y Andr¨¦i Uvarov, Bolsh¨®i de Mosc¨²); La muerte del cisne: Bernd Burgmaier (Trockadero de Monte-Carlo); Goyescas: Lola de Ronda / Granados (Lola Greco); La reina: Doctor DA / Zelwer (Marchella Soltan); Mayerling, pas de trois: MacMillan / Liszt (T. Rojo, Carlos Acosta y Ricardo Cervera); Don Quijote, pas de deux: Gorski / Minkus (Natalia Osipova y Dmitri Belogolovysev, Bolsh¨®i); Narciso: Goleizovski / Tcherepnine (Nikol¨¢i Tsiskaridze, Bolsh¨®i); Ave Maya: B¨¦jart / Bach y Gounod (Maya Plisetskaia). Director art¨ªstico: Andris Liepa. Teatro Real. Madrid, 10 de septiembre.
Presencia carnal
En esta gala se ha visto muy buen ballet ruso, casi perfecciones, matices, respiraciones, acentos a¨¦reos, b¨²squedas de la m¨²sica en los entrepasos m¨¢s sutiles: ?eso es el ballet que amamos! Y ¨¦se es el ballet tambi¨¦n en el que Maya no es un recuerdo lejano o empolvado sino una presencia carnal, una llamada de atenci¨®n, un rigor que reclama de la interpretaci¨®n, su cumbre. Es incontestable que el ballet dram¨¢tico llega m¨¢s que el festivo, de hecho, la vida misma de la ballerina es un dramma que se transforma en ef¨ªmera figura cambiante: la danza.
Pero una cosa es una gran gala y otra cosa es que una gala se convierta en un bolo de lujo. Maya la ha salvado de algunos desprop¨®sitos ocasionales. Hay que cuidar qu¨¦ se escoge para homenajear a esa gran dama del ballet. Inapropiado desde todo punto de vista el n¨²mero c¨®mico del travestido en La muerte del cisne, y rar¨ªsimo que se bailen tres coreograf¨ªas de la escuela inglesa que nada tienen que ver con Maya, ni con la tradici¨®n rusa y ni siquiera con la muy estudiada y legendaria di¨¢spora moscovita a Londres.
Entiendo la presencia de Ilse Liepa, hija del primer bailar¨ªn noble del Bolsh¨®i Maris Liepa (y padre tambi¨¦n de Andris, que dirigi¨® la velada), que fuera tantas veces partenaire de Maya; se comprende un n¨²mero de danza espa?ola cl¨¢sica (Goyescas), pero se echan en falta grandes roles de bravura acad¨¦mica que Plisetskaia marc¨® o cre¨®, como Laurencia. O joyas que est¨¢n vivas como Caballito jorobado, con la m¨²sica de su marido, Rodion Schedrin, que estaba en el patio de butacas junto al hermano de Maya, el gran profesor Azari Plisetski. Son detalles filol¨®gicos que el ballet tambi¨¦n lleva consigo, pero fue una bella y emotiva noche, con la platea en pie, con bravos, generosidad, y la presencia de los pr¨ªncipes de Asturias.
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