Mi cuota de CO2
Desde que el globo cambi¨® radicalmente de conversaci¨®n y de apocalipsis, desde que s¨®lo hablamos de esa burbuja llamada "efecto invernadero" por la emisi¨®n incontrolada de gases nocivos, mi vida cotidiana ya no es lo que era: duermo mucho peor, consumo con mala conciencia, me estreso m¨¢s que antes con los viajes, incluidos los urbanos, y ni siquiera estoy relajado en casa cuando no hago nada porque mi mente acojonada suma obsesivamente la cantidad de cosas y servicios que me rodean que incrementan mi cuota personal de CO2. Cuando me llegan los recibos mensuales ya no me fijo en las cantidades de euros que debo, sino en las cantidades de CO2 que emiten los recibos de mi compa?¨ªa el¨¦ctrica, de mi supermercado, de mi telef¨®nica y, sobre todo, de mi Visa Clasic, que ahora se?ala el d¨¦bito con todo detalle gr¨¢fico porque la nueva factura est¨¢ dividida por sectores industriales y encima de pagar hay que averiguar si incrementan o no mi cuota personal de emisi¨®n de esos gases que provocan la maldita burbuja del efecto sierra.
El problema, desde que tom¨¦ conciencia del asunto medioambiental gracias al oscarizado documental de Al Gore, es que todav¨ªa no s¨¦ cu¨¢l es mi exacto porcentaje mensual de emisiones de CO2 seg¨²n el Protocolo de Kioto. La denuncia de Al Gore sobre la sostenibilidad del planeta no puede dejar indiferente a nadie, de acuerdo, pero es una alarma, c¨®mo lo dir¨ªa yo, demasiado gen¨¦rica y abstracta, exclusivamente centrada en los megapoderes pol¨ªticos y econ¨®micos. S¨®lo hablaba y detallaba la factura global, pero se saltaba la factura personal. Y tuvo que ser la canciller Angela Merkel la que le enmend¨® la plana al ex vicepresidente Al Gore en la ¨²ltima reuni¨®n de Viena sobre el seguimiento del Protocolo de Kioto, proponiendo la verdadera eco-revoluci¨®n para impedir la formaci¨®n de la burbuja invernadero: la cuota personal e intransferible sobre las emisiones de CO2.
Nada de utop¨ªas negativas y apocal¨ªpticas calcadas de las viejas utop¨ªas abstractas de la era de las utop¨ªas, cargando toda la responsabilidad a los poderes y los Estados, sino facturas individualizadas de emisi¨®n de gases t¨®xicos y adem¨¢s detalladas en las cuentas de la vieja del consumo individual. Que cada sujeto de la globalizaci¨®n sepa exactamente cu¨¢nto CO2 emite por mes, cu¨¢nto trato personal mantiene con los malditos combustibles f¨®siles y que se atenga a las consecuencias de Kioto, dijo en Viena Angela Merkel desde su impecable l¨®gica neoliberal.
No la soluci¨®n ut¨®pica e intervencionista de Al Gore, o al menos neokeynesiana, que a fuerza de generalizar (globalizar) sin nombres ni apellidos no afecta a nadie, sino la muy olvidada soluci¨®n antisociol¨®gica del uno m¨¢s uno m¨¢s uno m¨¢s uno m¨¢s uno, etc¨¦tera.
Me apunto inmediatamente a la muy revolucionaria teor¨ªa neoliberal de la Merkel por pura comodidad, porque en principio me facilitar¨ªa mucho la vida cotidiana saber con exactitud mensual cu¨¢nto CO2 puedo o no puedo emitir y qu¨¦ productos debo consumir sin mala ciencia medioambiental, pero sospecho que tambi¨¦n se trate de una nueva utop¨ªa. Porque una vez sabida mi cuota de emisiones de CO2, cumplida a rajatabla y verificada en mis d¨¦bitos, quedar¨ªa por saber los gases t¨®xicos que emiten sin mi permiso todos los que me rodean. ?Dejar¨¦ de pagar las facturas de Iberia cuando superen un consumo de combustibles f¨®siles que ignoro? ?Detallar¨¢n en emisiones de CO2 las facturas de mi querida Hidroel¨¦ctrica del Cant¨¢brico? ?Qui¨¦n me garantiza que los productos frescos y de etiqueta verde de mi supermercado, cada d¨ªa m¨¢s caros y en la l¨ªnea ecochic, no han sido transportados hasta mi punto de venta en un Boeing transatl¨¢ntico que se pasa mucho de la raya sostenible? ?Estoy completamente seguro de que mis m¨¢s queridos productos multinacionales, desde su producci¨®n, envasado, etiquetado y distribuci¨®n, respetan mi personal cuota de contaminaci¨®n medioambiental? ?Los libros y DVD que recibo por Amazon utilizan tambi¨¦n los combustibles f¨®siles que exige la v¨ªa terrestre de la urgente entrega a domicilio? ?El taxi que llamo ser¨¢ o no ser¨¢ un coche h¨ªbrido de la gama Toyota Prius? ?Cu¨¢nta gasolina consume la Vespa amarilla de mi cartero? ?C¨®mo estoy seguro de que no voy a incrementar mi factura ecol¨®gica cada vez que Miguel, el jardinero, arranca su estrepitosa segadora?
La utop¨ªa gen¨¦rica de Al Gore respecto al CO2 aumenta la conciencia cr¨ªtica global, el esp¨ªritu de la antiglobalizaci¨®n o del altermundialismo, s¨ª, pero la utop¨ªa neoliberal de Angela Merkel en Viena, con su propuesta de las facturas personalizadas del protocolo e invitando al personal al consumo exclusivo de las car¨ªsimas mercanc¨ªas ecochic, no s¨®lo pone en solfa todo el sistema capitalista, cosa que la neoliberal Merkel supongo no pretender¨¢, sino que aumenta mucho mi propia insostenibilidad por la emisi¨®n de ese otro gas asesino que no menciona el Protocolo de Kioto y que se llama estr¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.