Pakist¨¢n o la tierra donde todo puede estallar
El r¨¦gimen del general Musharraf intenta mantener el poder acosado por la violencia y por las manifestaciones de la oposici¨®n
Una de la tarde del primer viernes de Ramad¨¢n. Alambre de espino, comandos especiales y cientos de polic¨ªas han cerrado en un kil¨®metro a la redonda todos los accesos a la Mezquita Roja de Islamabad, situada en el coraz¨®n de la capital. "No puede pasar. La mezquita est¨¢ cerrada y aqu¨ª no habr¨¢ rezo hoy. Al¨¢ quiera que se abra el pr¨®ximo viernes", dice el polic¨ªa a la periodista, visiblemente contrariado por la decisi¨®n del Gobierno.
Un d¨ªa antes, un centenar de cl¨¦rigos y estudiantes isl¨¢micos protestaron contra la presencia policial y de agentes secretos en la mezquita desde que fue asaltada por las fuerzas de seguridad, en julio pasado. En Lal Masyid se hab¨ªan atrincherado 300 estudiantes del venerado integrista Abdur Rashid Gazi. El mul¨¢ y un centenar de j¨®venes murieron en el enfrentamiento que hundi¨® definitivamente la imagen ante su pueblo del general Pervez Musharraf y, al mismo tiempo, dio alas a los extremistas para desatar una ola de violencia que se ha cobrado ya la vida de unas 350 personas, la mayor¨ªa de ellas militares, en tres devastadores atentados suicidas. "Es la primera vez desde la guerra de 1971 [cuando Bangladesh se separ¨® de Pakist¨¢n] que las fuerzas de seguridad son el objetivo de ataque de fuerzas contrarias al Estado", se?ala rotunda la analista Aisha Ahmed.
Al Qaeda cuenta con campos para entrenar terroristas en Pakist¨¢n, seg¨²n EE UU
Obstinado en lograr su reelecci¨®n como jefe de Estado, el general no percibe que, en lo que va de a?o, todo cuanto toca se convierte en arenas movedizas que amenazan no s¨®lo con engullirle, sino con desestabilizar el ¨²nico pa¨ªs musulm¨¢n dotado de armas nucleares. "Musharraf debe, de una vez por todas, dejar de interferir en el proceso pol¨ªtico y dejar que fluya la transici¨®n. La gran amenaza de Pakist¨¢n es la talibanizaci¨®n de su frontera occidental que comienza a filtrarse por esa parte del pa¨ªs y no el que gane Nawaz Sharif o Benazir Bhutto", afirma el teniente general retirado Talat Masud.
La inestabilidad del pa¨ªs, unida a la del vecino Afganist¨¢n, juega a favor de los extremistas. Las denominadas ?reas Tribales de la Administraci¨®n Federal (FATA), una estrecha franja que se extiende a lo largo de parte de los m¨¢s de 1.200 kil¨®metros de la frontera oeste paquistan¨ª, se han convertido en un aut¨¦ntico reino de taifa, donde el secuestro, el narcotr¨¢fico y el tr¨¢fico de armas son las principales industrias.
Unidas por la lealtad de la tribu y apoyadas por el conocimiento de un terreno impracticable para un Ej¨¦rcito regular, las distintas guerrillas, armadas hasta los dientes, mantienen en jaque a los casi 200.000 miembros de las fuerzas de seguridad, desplegados en el oeste de Pakist¨¢n desde 2002. Su osad¨ªa permiti¨® a un jefe tribal de Wazirist¨¢n Sur secuestrar el pasado 30 de agosto a 300 militares. Ha soltado a una veintena "como gesto de buena voluntad", pero por los restantes exige la excarcelaci¨®n de varios extremistas y la salida del Ej¨¦rcito de las FATA.
Los paquistan¨ªes le llaman Bush-arraf por plegarse a las exigencias de la Administraci¨®n del presidente de Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo y utilizar el Ej¨¦rcito para bombardear por tierra y aire su propio pa¨ªs, lo que le ha desprestigiado enormemente. "El extremismo no se soluciona a bombazos, sino creando las condiciones necesarias de educaci¨®n, sanidad y trabajo para que la poblaci¨®n tenga esperanza en el futuro y en Pakist¨¢n los pobres son cada d¨ªa m¨¢s pobres", afirma la directora de una ONG internacional.
Seg¨²n el r¨¦gimen, desde el golpe de Estado de Musharraf, en 1999, la miseria ha disminuido del 34,1% al 23,9%; sin embargo, las ONG sostienen lo contrario y aseguran que el 74% de los 165 millones de paquistan¨ªes vive con menos de 1,5 euros al d¨ªa. Adem¨¢s, en estos ochos a?os "se ha deteriorado el nivel de vida de los asalariados que son casi los ¨²nicos que pagan impuestos", manifiesta Zia Qureshi, una periodista del semanario en ingl¨¦s Pulse.
El crecimiento econ¨®mico de estos a?os ha beneficiado sobre todo a los ricos, mientras que la inflaci¨®n en los productos b¨¢sicos -11,5% en agosto y del 7,5% en lo que va de a?o- ha debilitado a¨²n m¨¢s la capacidad de compra de la mayor¨ªa. En un pa¨ªs con el 80% de la poblaci¨®n rural, la carest¨ªa de la vida est¨¢ llevando a muchas familias campesinas a abandonar el control de natalidad para contar con m¨¢s trabajadores que aporten algo de comer a la casa.
M¨¢s de la mitad de los paquistan¨ªes tiene menos de 21 a?os y el 45% de la totalidad es analfabeta. En las zonas rurales, ¨²nicamente el 15% de las ni?as est¨¢n escolarizadas. "Unos 3,3 millones de menores de 14 a?os trabajan a jornada completa en Pakist¨¢n", denuncia Pulse.
Estas circunstancias son las que convierten a Pakist¨¢n en terreno de cultivo del integrismo, sobre todo porque en las FATA la situaci¨®n est¨¢ muy por debajo de la media nacional. "Sin una apuesta gubernamental por la sanidad y la educaci¨®n, las madrasas o escuelas cor¨¢nicas, en su mayor¨ªa dirigidas por integristas, ocupan el vac¨ªo de la Administraci¨®n", opina el abogado Iftijar Gilani.
El alto coste en vidas -m¨¢s de 1.000 soldados- en su lucha contra Al Qaeda y el deterioro de la imagen del Ej¨¦rcito llevaron a Musharraf el invierno pasado a firmar un acuerdo con los jefes tribales por el que ¨¦stos se compromet¨ªan a expulsar ellos mismos a los militantes extranjeros. Sin embargo, seg¨²n el espionaje estadounidense, el pacto s¨®lo ha servido para multiplicar el poder de Osama bin Laden y de los talibanes en las zonas tribales, en las que asegura que Al Qaeda cuenta ahora con "campos de entrenamiento de terroristas".
"Pese a la imagen internacional de Pakist¨¢n, los paquistan¨ªes no son extremistas, sino defensores de la democratizaci¨®n de su pa¨ªs, por la que la mayor¨ªa de sus l¨ªderes han sufrido la c¨¢rcel", cuenta la canadiense Sheila Fruman, directora en Pakist¨¢n del estadounidense Instituto Democr¨¢tico Nacional.
El origen de los actuales demonios paquistan¨ªes procede de la inversi¨®n de EE UU en los muyahidin que luchaban contra la ocupaci¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n durante la Administraci¨®n de Ronald Reagan en los a?os ochenta. Las conexiones de los militares y la inteligencia paquistan¨ª con los yihadistas, alentadas entonces por Washington, se utilizaron tambi¨¦n en la lucha por la liberaci¨®n de Cachemira multiplicando y reforzando, de este modo, los lazos hasta el conflictivo entramado actual.
"No son los talibanes quienes apoyan a Bush-arraf, sino Occidente, y nosotros pagamos el precio", indica un analista al comentar que "ya nadie est¨¢ libre de saltar por los aires", en referencia al suicida que penetr¨® el jueves pasado en el comedor del complejo militar de m¨¢s alta seguridad de Pakist¨¢n. En el atentado dirigido contra el comando Karar del elitista Grupo de Servicios Especiales, supuestamente por su implicaci¨®n en el asalto a la Mezquita Roja, murieron 15 oficiales y otros tantos resultaron heridos.
"Vuelvo a poner fin al extremismo de Pakist¨¢n", coment¨® el viernes en una entrevista telef¨®nica con este peri¨®dico desde su exilio en Dubai la l¨ªder del Partido Popular de Pakist¨¢n (PPP), Benazir Bhutto tras anunciar que regresa el pr¨®ximo 18 de octubre. "La gente que vota por m¨ª no son los ricos ni los poderosos, sino los pobres, los sin hogar y los discriminados", destac¨®.
"Son s¨®lo palabras", dice Yaved, empleado en una farmacia cuando escucha la grabaci¨®n. "Los pol¨ªticos paquistan¨ªes son como Musharraf: s¨®lo miran por sus intereses. No les importamos ni el pa¨ªs ni nosotros. A m¨ª me gustar¨ªa vivir en Europa porque all¨ª los gobernantes no son corruptos y se preocupan por el pueblo", a?ade.
Como otros muchos paquistan¨ªes, Yaved opina que Bhutto vuelve sobre todo para recuperar los 1.500 millones de d¨®lares (unos 1.100 millones de euros) de sus cuentas bancarias en divisas, congelados por el r¨¦gimen militar cuando la acus¨® de corrupci¨®n, en 1999. La l¨ªder del PPP, que se autoexili¨® para escapar a los cargos de la Oficina de Contabilidad del Estado, negocia el apoyo de su partido a la reelecci¨®n de Musharraf a cambio de que levante las acusaciones, descongele sus cuentas y cambie la ley para que los primeros ministros puedan tener un tercer mandato. Ella gobern¨® de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996.
Bhutto no ha dudado en acusar a la gobernante Liga Musulmana de Pakist¨¢n-Q (PML-Q), de "apoyar a los talibanes y a Al Qaeda y permitir que los extremistas controlen las zonas tribales". La PML-Q, formada por Musharraf con los oportunistas de las dos grandes formaciones pol¨ªticas paquistan¨ªes -el PPP y la Liga Musulmana de Pakist¨¢n-Nawaz (PML-N)-, se opone a cualquier concesi¨®n a Bhutto por temor a que su partido le arrebate el poder en las generales, previstas a finales de a?o.
Los enfrentamientos pol¨ªticos, empezando por el empe?o en perpetuarse de Musharraf, s¨®lo han hecho que a?adir le?a al fuego paquistan¨ª. El general, cada d¨ªa m¨¢s aislado, comete un error tras otro y "ya no conf¨ªa ni en sus ministros", se?ala el peri¨®dico conservador The Nation.
La destituci¨®n el pasado mes de marzo del presidente del Tribunal Supremo, Iftijar Chaudri, por poner en duda la legitimidad de su reelecci¨®n como jefe del Estado sin quitarse el uniforme, ha costado a Musharraf "un alto precio pol¨ªtico", afirma el abogado y senador Aitzaz Asan, que defendi¨® el caso de Chaudri y logr¨® que los jueces le restituyeran en el cargo en el mes de julio. Seg¨²n Asan, "Musharraf ha perdido toda su legitimidad y en unos meses estar¨¢ fuera de juego, porque ni tan siquiera cuenta con respaldo militar para declarar la ley marcial".
El Tribunal Supremo tiene previsto abordar ma?ana la demanda por inconstitucionalidad presentada por uno de los partidos opositores contra la reelecci¨®n del general. Pese a ello, el Gobierno indic¨® que la pr¨®xima semana Musharraf presentar¨¢ su candidatura para las elecciones, que se han de celebrar antes del 15 de octubre, aunque la fecha no est¨¢ fijada. En las presidenciales votan los diputados de la Asamblea Nacional y de las cuatro provinciales.
La decisi¨®n de Musharraf de deportar, nada m¨¢s aterrizar el lunes pasado en Islamabad, a Nawaz Sharif, ex primer ministro, l¨ªder de la PML-N y su principal rival pol¨ªtico, tambi¨¦n puede costarle cara. El Supremo, que ya hab¨ªa sentenciado el derecho "inalienable" de Sharif a vivir en su pa¨ªs, estudiar¨¢ la semana pr¨®xima la demanda presentada por sus abogados y todo apunta a que el general sufrir¨¢ una nueva derrota.
"La situaci¨®n del pa¨ªs es pat¨¦tica", afirma el abogado Kashif Al¨ª Malik, al comentar la citada deportaci¨®n. Sharif acept¨® en diciembre de 2000 exiliarse durante 10 a?os para escapar a la sentencia de cadena perpetua por corrupci¨®n y traici¨®n. Ahora, la Oficina de Contabilidad le reclama 31,5 millones de d¨®lares por "fraude, lavado de dinero y apropiaci¨®n indebida", pero deber¨ªa hab¨¦rsele permitido un juicio en casa.
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