Sin frenos y cuesta abajo
Samuel S¨¢nchez da un recital en el descenso de Monachil y bate a Beltr¨¢n en el 'sprint'
Popularmente, los ciclistas se dividen en contrarrelojistas, escaladores, rodadores y velocistas. Cada categor¨ªa tiene sus condiciones f¨ªsicas y psicol¨®gicas. Hay una quinta categor¨ªa que pasa m¨¢s desapercibida: la de los bajadores, quiz¨¢s un subgrupo de cualquiera de las anteriores, pero que decide m¨¢s carreras de las que se cree. Samuel S¨¢nchez es uno de ellos, un bajador nato, un estilista de los descensos, una especie de Juan sin miedo que ayer se lanz¨® como una bomba por la carretera de Monachil para ir devorando kil¨®metros y ciclistas hasta plantarse en la meta de Granada en un desigual sprint con el triki Beltr¨¢n, al que super¨® con comodidad. Era su tercera victoria en sus participaciones en la Vuelta y la primera importante de Euskaltel esta temporada. Ambos la necesitaban como un bid¨®n de autoestima. Ayer era la cita m¨¢s adecuada, la m¨¢s querida por el ciclista asturiano, que sab¨ªa que en esos kil¨®metros de descenso pod¨ªa fraguar su ¨¦xito.
La carrera fue a su medida. A la medida de todos los principales de la carrera. Con una fuga temprana de 20 ciclistas con distintos objetivos: unos, ganar la etapa; otros, colocarse estrat¨¦gicamente para el desenlace; y otros, so?ar con un triunfo esquivo. Hab¨ªa maillots de todos los colores, lo que hac¨ªa interesante la escapada. Pero era el d¨ªa elegido por Euskaltel, y especialmente por Samuel S¨¢nchez, quiz¨¢s su ¨²ltimo d¨ªa en esta ronda.
As¨ª que Euskaltel se puso a trabajar y en Monachil ocurri¨® lo esperado y lo inesperado. Lo inesperado fue el ataque de Cunego, en la subida, tanto como su hundimiento en la bajada. Y el ataque de Beltr¨¢n, tan emotivo como bald¨ªo. Por segunda vez, se le negaba el triunfo. En Andorra padeci¨® los efectos del d¨²o Piepolo-Menchov; ayer, la furia incontenible de Samuel S¨¢nchez, con quien pudo llegar a la meta para verle ganar.
Lo esperado fueron los ataques desesperados de Carlos Sastre, a los que siempre respondi¨® Menchov con una facilidad pasmosa. Sastre lo intenta siempre, pero no encuentra el terreno favorable, "la etapa tipo Tour" que reclamaba ayer en la meta de Granada. En esas estaban cuando Samuel S¨¢nchez abandon¨® el selecto grupo del l¨ªder y caz¨® a Cunego antes del final del puerto. Su descenso fue espectacular, rememorando la haza?a de la pasada temporada cuando Vinok¨²rov, en ese mismo descenso, le quit¨® la Vuelta a un asfixiado Valverde.
Aquello se le qued¨® grabado a Samuel y tir¨® del disco duro para afrontar el final de la etapa: "Sab¨ªa que lo importante era reservar fuerzas en la subida porque si te gastas el descenso puede ser tremendo. Eso le pas¨® a Valverde con Vinok¨²rov. Yo he guardado fuerzas porque s¨¦ que en este descenso se puede hacer mucho da?o".
Y lo hizo. No al l¨ªder, ni a Efimkin, Evans o Sastre, sino a Cunego, que padeci¨® el efecto gaseosa, y, sobre todo, a su buen amigo Beltr¨¢n, "el mejor compa?ero que me pod¨ªa encontrar en esta bajada", dijo Samuel. S¨¢nchez descendi¨® a 90 km/h, pensando en que no se le reventase una rueda, "porque a esa velocidad te matas". Ya en el llano, ambos hablaron:
-D¨¦jame ganar, que t¨² ya tienes dos etapas en la Vuelta, le dijo Beltr¨¢n.
-No puedo, quiero dedic¨¢rselo a mi hijo (que nacer¨¢ en marzo), contest¨® S¨¢nchez.
-Yo tambi¨¦n quiero dedic¨¢rselo a mi esposa, replic¨® el triki.
-Lo siento. Vamos a tope hasta el ¨²ltimo kil¨®metro y el que m¨¢s pueda que gane, zanj¨® Samuel.
Los dos amigos tiraron como dos compa?eros. Y gan¨® Samuel, como estaba previsto. "Ya sab¨¦is todos que yo no esprinto", reconoci¨® Beltr¨¢n, despu¨¦s de fundirse en un abrazo interminable con Samuel S¨¢nchez, que luego hizo lo propio con Igor Ant¨®n, su compa?ero de equipo, de habitaci¨®n y su alumno m¨¢s aventajado. Y eso que Samuel corri¨® los ¨²ltimos kil¨®metros sin su amuleto de la suerte, un diente de tibur¨®n tigre que le trajo hace cuatro a?os de Cuba su cu?ado, que lleva en la cadena junto a un crucifijo de oro (como apelando a lo religioso y lo pagano al mismo tiempo). Se le enred¨® en el manillar y tuvo que d¨¢rselo a una moto que pasaba junto a ¨¦l. Todo a velocidad de v¨¦rtigo, pero ya se sabe que los bajadores son as¨ª.
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