Si Ch¨¦jov fuese Knipper

Imag¨ªnense a la actriz Olga Knipper sentada en el despacho de Ch¨¦jov, escribiendo Tres hermanas para que su esposo interprete a Masha. Imag¨ªnese usted mismo desempe?ando un d¨ªa, por puro juego, el papel de su pareja, mientras su pareja hace de usted. Daniel Veronese propone algo similar en esta versi¨®n reducida de Tres hermanas: Olga, Masha e Irina son tres hombres de pelo en pecho; sus pretendientes, mujeres; la vieja Anfisa, un anciano, y as¨ª sucesivamente. Sus int¨¦rpretes no van travestidos. Act¨²an con ropa de calle bajo una luz inmutable, con unas pocas butacas por toda escenograf¨ªa, como si estuvieran ensayando.

Lo novedoso del planteamiento de Veronese, lo que lo distingue de tantos espect¨¢culos en los que, desde el drama isabelino a la ¨®pera china, los chicos hacen de chicas, es que en Un hombre que se ahoga, habiendo adoptado un papel del sexo contrario, cada int¨¦rprete conserva su propia identidad sexual. "?Desde cu¨¢ndo est¨¢ as¨ª este hombre?", pregunta Natasha al descubrir que Anfisa est¨¢ enferma.

Esta obra es puro arte y ensayo. Un experimento en el que se cruzan demasiadas variables como para que el resultado sea neto. Vuelvo a verlo un a?o despu¨¦s de su estreno en Espa?a, y echo de nuevo de menos el calado de la obra original, sin saltos narrativos, el Ch¨¦jov jondo que aqu¨ª aparece s¨®lo cuando los actores meten tercera: en un mon¨®logo dicho a p¨²blico por Vershinin (Malena Fig¨®), en otro de Natasha (Pablo Messiez), en ese final hecho a saco... Prefiero el Veronese de Mujeres so?aron caballos, que dispara con p¨®lvora propia. Cuando se usa la ajena, cabe temer comparaciones: aqu¨ª vimos no hace mucho unas Tres hermanas rusas que lo ten¨ªan todo. Al p¨²blico estrenista, compuesto mayoritariamente por gente del espect¨¢culo, el experimento le encant¨®, y lo hizo notar al final.