20 a?os de c¨¢rcel por un tel¨¦fono sat¨¦lite
La eficiente maquinaria de espionaje y control de la informaci¨®n creada por la Junta Militar de Myanmar (antigua Birmania) trabaja a fondo para desactivar las movilizaciones encabezadas por los monjes. Esa extensa red de vigilancia, desarrollada durante cuatro d¨¦cadas por los generales birmanos, es una de las m¨¢s sofisticadas y extensas estructuras de espionaje en Asia. Las fuerzas de seguridad tienen interceptados todos los sistemas de telecomunicaciones.
En Myanmar, estar en posesi¨®n de un radio-tel¨¦fono no declarado acarrea la detenci¨®n, y quien sea sorprendido con un tel¨¦fono sat¨¦lite ser¨¢ acusado de "alta traici¨®n" y condenado a una pena m¨ªnima de 20 a?os de c¨¢rcel. Adem¨¢s, para disponer de un ordenador en este pa¨ªs asi¨¢tico, donde s¨®lo existe una decena de cibercaf¨¦s con limitado acceso a Internet, hay que pedir un permiso especial al Ministerio de Comunicaciones, e infringir esa ley es castigado con penas que van desde los 7 a los 15 a?os de prisi¨®n. En todos los hoteles, las llamadas son interceptadas con descaro y, si se emplea el servicio de Internet, el establecimiento se queda con una copia del mensaje.
Los birmanos dicen que el r¨¦gimen militar tiene "o¨ªdos y ojos" en todas partes, y que en la n¨®mina del poderoso servicio de inteligencia, adem¨¢s de militares, tambi¨¦n figuran pedig¨¹e?os, vendedores callejeros, recepcionistas de hoteles, empleados de oficinas, monjes, taxistas o estudiantes.
Los espiados no son s¨®lo miembros confesos de la oposici¨®n o seguidores de Aung San Suu Kyi, la l¨ªder del movimiento democr¨¢tico que desde junio de 2003 cumple otro arresto en su domicilio de Yangon. Tambi¨¦n los diplom¨¢ticos, periodistas y empresarios extranjeros, que los generales denominan "esbirros del imperialismo", son seguidos y fotografiados.
Desde el inicio de las protestas, los sistemas de telefon¨ªa m¨®vil est¨¢n bloqueados. En el aeropuerto internacional de Yangon, los agentes inspeccionan los equipajes en busca de aparatos de telecomunicaci¨®n y obligan a declarar los m¨®viles, que luego no sirven, as¨ª como los ordenadores port¨¢tiles. Varias decenas de extranjeros han sido expulsados por observar o fotografiar las manifestaciones.
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