La degradaci¨®n en 35 mil¨ªmetros
Un grupo de artistas denuncia el estado de la plaza de la Luna con un ciclo 'fantasma' de cine
Los cines Luna reabren. Lo sabe ya todo el barrio. Hay carteles por las calles anunci¨¢ndolo. Y el antiguo proyector vuelve a tirar de bobina con una programaci¨®n inquietante. "Fantasma", dicen sus promotores. Cuatro salas. Tres meses, tres ciclos. Primero, uno sobre drogas: R¨¦quiem por un sue?o; El pico; Yo, Cristina F., y Trainspotting. Despu¨¦s, uno sobre prostituci¨®n: Pretty woman, Los burdeles de Paprika y Princesas. El ¨²ltimo, uno sobre especulaci¨®n urban¨ªstica, con En construcci¨®n como proyecci¨®n estrella.
Y la programaci¨®n es fantasma porque nunca ser¨¢ otra cosa. Los cines no reabren. Pero Left Hand Rotation (www.lefthandrotation.com), un colectivo de artistas instalados en Malasa?a, lleva un mes ejecutando un proyecto art¨ªstico para denunciar la situaci¨®n de abandono del barrio y la err¨¢tica pol¨ªtica de soluciones del Ayuntamiento. De ah¨ª, dicen, el ¨²ltimo ciclo, el de especulaci¨®n urban¨ªstica. Han pegado carteles en los cines y en la calle. Los tres artistas del colectivo, que se mantienen en el anonimato, denuncian que la reforma de la plaza de Soledad Torres Acosta (tambi¨¦n conocida como de Luna) no ha mejorado la zona. Al contrario, "ha expandido el problema a calles aleda?as".
"Nos gusta m¨¢s esto que salir a protestar con la cacerola", dicen los autores del proyecto
Los vecinos del barrio, los comerciantes y el panorama que se ve dando un paseo lo corroboran. Ahora, el punto neur¨¢lgico de la toxicoman¨ªa itinerante es la confluencia de las calles de la Ballesta y Puebla. Cada 30 minutos comienzan a juntarse personas, como pedazos de mercurio fragmentados que se echan de menos, y esperan una se?al que no tarda en llegar. Aparece un hombre africano, hace un gesto, se levantan, le siguen unos metros y el camello distribuye bolsitas para todos. Luego, se reparten los portales de la zona y las pipas que salen de los bolsillos queman en dos soplidos lo que han comprado.
"Hemos pedido una reuni¨®n con la Delegaci¨®n del Gobierno y con el Ayuntamiento. Empezamos a ver las consecuencias del crack en este barrio", explica Jordi Gordon, uno de los vecinos que m¨¢s participaron en el dise?o que nunca vio la luz de la plaza de Soledad Torres Acosta y que finalmente se remodel¨® seg¨²n el criterio exclusivo del Ayuntamiento. "Aqu¨ª ya viene gente de todo tipo. Unos que est¨¢n en las ¨²ltimas y otros encorbatados. Esto es un punto de venta de droga".
A Werner Marti, un vecino de la calle de Puebla, le cay¨® un pu?etazo hace unos meses debajo de su casa por contestar mal a un tipo que quer¨ªa venderle droga. "Vivo aqu¨ª desde 1999 y nunca hab¨ªa estado tan mal. S¨®lo me queda protestar para poder vivir", dice con desesperaci¨®n. Por eso lleva semanas convocando reuniones y tratando de buscar soluci¨®n a un problema que el Ayuntamiento considera "dif¨ªcil de resolver".
La Unidad de la Polic¨ªa Municipal de la calle de la Ballesta se traslad¨® en mayo a Montera. El Consistorio dijo que no ser¨ªa desmantelada y que servir¨ªa para controlar la delincuencia de la zona. Pero los vecinos denuncian que el edificio, "casi vac¨ªo", no sirve de nada. Seg¨²n el Ayuntamiento, en 2003 hab¨ªa unos 200 polic¨ªas en el distrito Centro y ahora hay unos 400. "Somos conscientes del problema y por ello se ha presentado el proyecto de las c¨¢maras". Se refieren a la futura instalaci¨®n de 31 c¨¢maras en el entorno de Gran V¨ªa que la Comisi¨®n de Videovigilancia tiene a¨²n que aprobar. Mientras, algunos vecinos amenazan con instalar web cams en los balcones.
Los rumores se multiplican en el barrio. Algunos dicen que el Ayuntamiento consiente la degradaci¨®n para que algunas constructoras puedan especular con el suelo. "Hay una empresa que ha comprado varios locales en la calle de la Ballesta y ofrecen seguridad a los comerciantes", denuncia Gordon.
Left Hand Rotation tiene pensado un colof¨®n a su campa?a. En diciembre, cuando termine el ciclo fantasma, quieren proyectar varias de las pel¨ªculas en la plaza de Luna. Arte como intervenci¨®n social, dicen. "Sinceramente, nos gusta m¨¢s hacer estas cosas que salir a protestar con la cacerola", aseveran.
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