The Police electriza Barcelona
La banda toc¨® en tiempo presente sus canciones m¨¢s conocidas
Hace unos meses, la noticia corri¨® como un reguero de p¨®lvora: "?The Police regresa!". Tras la sorpresa inicial, las entradas para su ¨²nico concierto hispano se hab¨ªan acabado en pocas horas, como si el tiempo no hubiera pasado, como si su ¨²ltimo ¨¦xito sonara todav¨ªa en las radios. Con ese entusiasmo, con esas ganas desbordadas, el p¨²blico barcelon¨¦s materializ¨® en la noche del jueves un embotellamiento memorable en la monta?a de Montju?c. Teniendo en cuenta la problem¨¢tica exterior, la presencia del grupo en el escenario se demor¨® 30 minutos, que sirvieron para que buena parte de los rezagados consiguieran llegar hasta el interior del estadio. Eso s¨ª, una vez dentro, todo parec¨ªa olvidado. Bob Marley amenizaba la espera.
A las diez de la noche en punto, la voz de Marley se acall¨® s¨²bitamente, la oscuridad se apoder¨® del recinto ol¨ªmpico y un estruendoso acorde de guitarra marc¨® el inicio de lo que iba a ser bastante m¨¢s que un simple concierto. La Stratocaster roja y blanca de Andy Summers marc¨® el principio de uno de sus temas m¨¢s emblem¨¢ticos: Message in a bottle.
Clamor
A ese primer tema sigui¨® el no menos emblem¨¢tico Synchonicity II. Y, a partir de ah¨ª, la veintena de canciones que su p¨²blico estaba deseando volver a o¨ªr. Un crescendo esperado y previsible que alcanz¨® su cenit, no pod¨ªa ser de otra manera, cuando Sting tarare¨® las primeras notas del tema que oficialmente cerraba el concierto: Roxanne. Entonces, el ol¨ªmpico barcelon¨¦s se desbord¨® y casi 60.000 gargantas atronaron al un¨ªsono.
Realmente parec¨ªa un peque?o t¨²nel del tiempo: como si el escenario y el c¨¦sped estuvieran abarrotados de adolescentes enardecidos. Pocos grupos pueden permitirse el lujo de montar una gira mundial de 98 conciertos (se inici¨® el 27 de mayo en la ciudad canadiense de Vancouver y concluir¨¢ el 1 de febrero en Australia; el de Barcelona hac¨ªa el n¨²mero 57) sin aportar nada nuevo y, lo que es a¨²n m¨¢s importante, sin caer en la nostalgia. The Police tocaron en tiempo presente un pu?ado de canciones que todo el mundo conoc¨ªa, pero que no sonaban a agua pasada.
Un escenario espectacular por su amplitud y sus juegos de luces, seis enormes pantallas con planos diferentes y una sonoridad m¨¢s que aceptable enmarcaron al tr¨ªo brit¨¢nico, que no precis¨® de grandes desparrames esc¨¦nicos para convencer al p¨²blico. S¨®lo m¨²sica y tres fuertes personalidades que parecen seguir manteniendo la misma qu¨ªmica esc¨¦nica que en sus a?os de adolescencia.
Sting, camiseta blanca sin mangas y empu?ando un desvencijado Fender Jazz Bass, llev¨® la voz cantante durante toda la noche. Una voz potente y matizada que se expand¨ªa con aut¨¦ntico poder¨ªo, pero dejando mucho espacio para la guitarra de Summers, que se marc¨® algunos de los momentos m¨¢s electrizantes de un concierto electrizante. Andy Summers ya no necesita largos solos para explicar grandes historias, es capaz de sintetizar electricidad en estado puro y en el ol¨ªmpico barcelon¨¦s desgran¨® algunos solos de guitarra memorables. Y, tras ellos, Stewart Copeland, cinta en el cabello y tocando con guantes, manten¨ªa un ritmo infernal. Un tr¨ªo perfectamente compenetrado ofreciendo una m¨²sica musculosa y que a¨²n conserva ¨ªntegra toda su belleza.
Los apabullantes acordes de Next to you pusieron el punto final a un concierto sencillamente electrizante. Si alguien buscaba nostalgia, se equivoc¨® de lugar.
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