El Sevilla no tiene consuelo
El equipo de Juande sufre su cuarta derrota consecutiva ante un Zaragoza m¨¢s resolutivo
Le bast¨® al Zaragoza con una falta directa de D'Alessandro y una genialidad de Sergio Garc¨ªa para derrocar al Sevilla, superior sin paliativos pero carente de definici¨®n. Una r¨¦mora de dif¨ªcil resoluci¨®n, que se le atragant¨® anoche y que agrav¨® su situaci¨®n deportiva, que contabiliza los ¨²ltimos cuatro envites por derrotas. Abigarrado en exceso el centro del campo, ambos equipos se remitieron al f¨²tbol del contragolpe y al juego desde los costados. Los m¨¢s r¨¢pidos ganaron el pulso. Pero no el partido, tarea de los mejores pies, los de D'Alessandro y Sergio Garc¨ªa.
ZARAGOZA 2 SEVILLA 0
Zaragoza: C¨¦sar; Cuartero, Pav¨®n, Sergio, Juanfran; Gabi, Zapater, Luccin, Aimar (?scar, m. 81); Oliveira (D'Alessandro, m. 46) y Diego Milito (Sergio Garc¨ªa, m. 69). No utilizados: L¨®pez Vallejo; Paredes, Chus Herrero y Celades.
Sevilla: Palop; Alves, Boulahrouz, Fazio, Dragutinovic; Navas (Poulsen, m. 66), Mart¨ª, Keita, Adriano (Renato, m. 57); Luis Fabiano y Kon¨¦ (Kanout¨¦, m. 65). No utilizados: De Sanctis; Mosquera, Hinkel y Diego Capel.
Goles: 1-0. M. 52. D'Alessandro ejecuta una falta desde la frontal del ¨¢rea. 2-0. M. 86. Sergio Garc¨ªa bate por arriba a Palop.
?rbitro: P¨¦rez Burrull. Amonest¨® a Sergio Garc¨ªa.
Unos 28.000 espectadores en La Romareda. Se guard¨® un minuto de silencio para Jos¨¦ P¨¦rez Garc¨ªa, socio abonado n¨²mero uno del Zaragoza, que falleci¨® con 101 a?os.
Acostumbrado a desplegarse como trescuartista, Aimar arranc¨® desde la izquierda
Ambos conjuntos se remitieron al f¨²tbol del contragolpe y al juego desde los costados
Kon¨¦ mare¨® a los centrales y jug¨® de perlas de espaldas, pero le falt¨® definir
Escarmentado por el severo correctivo recibido en el Camp Nou y exigido por las cr¨ªticas de la grada, V¨ªctor Fern¨¢ndez vari¨® su dibujo t¨¢ctico. En vez de jugar con un rombo en el centro del campo, practic¨® un 4-4-2 con dos medios centro. M¨¢s consistencia, m¨¢s brega en la medular y, en teor¨ªa, m¨¢s control del bal¨®n a costa de disminuir el potencial ofensivo. Aunque el equipo desprendi¨® fragancias de mejora, de m¨¢s toque y ligeros automatismos, la variante no funcion¨® del todo. M¨¦rito, sin embargo, del Sevilla, que aplic¨® el mismo esquema y se zamp¨® al Zaragoza por velocidad en ejecuci¨®n y en las piernas. No fue, en cualquier caso, suficiente.
Pronto se acab¨® el debate en el centro del campo. No hubo. Dos para dos y ninguneados los medios centro de cada equipo. No les qued¨® otra que escudarse en los costados, donde todos los carrileros subieron con descaro, y en los contraataques, donde los delanteros estamparon su firma. Regular para el Zaragoza, que arriba brilla por su ausencia; mejor para el Sevilla, que pareci¨® reactivarse despu¨¦s de tres partidos ins¨ªpidos. Padec¨ªa en las ¨²ltimas fechas el Sevilla con el bal¨®n en los pies. Apenas sumaba metros y, como se enredaba en las transiciones y se encog¨ªa al pisar el ¨²ltimo tercio del c¨¦sped, se acog¨ªa a los contragolpes. Anoche, aunque dej¨® esencias de su f¨²tbol ingl¨¦s, basado en el despliegue vertical y pases de largo alcance, tambi¨¦n altern¨® con un juego de sal¨®n, de paredes, pases al primer toque y filigranas. Adoleci¨®, sin embargo, de falta de punter¨ªa.
El rescatado sistema del Zaragoza tambi¨¦n entra?aba su pizca de picard¨ªa en Aimar. Acostumbrado a desplegarse como trescuartista y capitalizar el ataque, el argentino dio unos pasos al costado e inici¨® su juego desde la izquierda. Una proposici¨®n que, en principio, le restaba verticalidad porque su desborde quedaba reducido a la mitad de posibilidades. Pero al medirse en la misma parcela de Alves, Aimar recobr¨® su f¨²tbol. El¨¦ctrico y un tanto desbocado, Alves es un lateral de enorme recorrido que no le hace ascos a las subidas por la banda.
Todo un incordio de dif¨ªcil retenci¨®n. Un arma, a la vez, de doble filo; el brasile?o es sin¨®nimo de peligro al tiempo que supone una apuesta arriesgada. Entre otras cosas, porque Aimar le dejaba a su aire y aprovechaba los espacios preciosos de la zona desguarnecida para lanzar los contragolpes de su equipo. As¨ª, el Zaragoza pis¨® el ¨¢rea rival. Pero se qued¨® en eso. Boulahrouz y Fazio, r¨¢pidos y contundentes, noquearon los movimientos de Diego Milito y Oliveira, de plomizas piernas y espesas ideas. En el lado opuesto, vida distinta.
Revoltosos y desapegados al ¨¢rea, los delanteros del Sevilla sacaron los colores a los zagueros adversarios. De toque notable y tren inferior prodigioso, Kon¨¦ reafirm¨® las condiciones que se le presupon¨ªan y se convirti¨® en el martirio del Zaragoza. Sali¨® de zona, recibi¨® y jug¨® de perlas de espaldas a porter¨ªa y mare¨® a los centrales con sus diagonales y slaloms. Primero dej¨® solo a Luis Fabiano, que err¨® tras superar a C¨¦sar, y despu¨¦s regate¨® a cuantos le salieron al paso y, sin el portero, cruz¨® demasiado el esf¨¦rico. Y no cej¨® en su empe?o y tir¨® en repetidas ocasiones desde media distancia. Pero le falt¨® definir. Defecto que aprovecharon D'Alessandro, que lanz¨® con maestr¨ªa una falta, y Sergio Garc¨ªa, que bati¨® por arriba a Palop. Con mejor tino, otorgaron la victoria al Zaragoza a la vez que silenciaron los silbidos de La Romareda y derrumbaron al Sevilla.
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