La victoria de la rabia
El 'indeseable' Bettini repite triunfo tras una carrera de la que Freire y Valverde desaparecieron en el momento decisivo
A Paolo Bettini se le mat¨® en accidente su hermano el a?o pasado, pocas semanas despu¨¦s de ganar su primer Mundial en Salzburgo. Ayer, cuando cruzaba la l¨ªnea de meta el primero, cuando su cuerpo, su coraz¨®n exaltado, le dec¨ªa que volv¨ªa a ser campe¨®n del mundo, Paolo Bettini no elev¨® su dedo al cielo, no puso cara compungida, no quiso recordar p¨²blicamente a su hermano muerto. No. Cruzando la meta en la feria de muestras de Stuttgart despu¨¦s de un sprint a cinco en el que en la ¨²ltima recta, apenas 200 metros, super¨®, por este orden, al ruso Alexandr Kolobnev; al alem¨¢n Stefan Schumacher; al luxemburgu¨¦s Franck Schleck; y al australiano Cadel Evans, Paolo Bettini, campe¨®n orgulloso, italiano, toscano soberbio, compuso con sus manos, con sus brazos, un fusil y dispar¨®. Fuego graneado. Luego levant¨® el pu?o derecho con fuerza mientras soltaba un grito primal, ininteligible. La rabia. La fuerza.
"Me han disparado, as¨ª que no tuve m¨¢s remedio que disparar yo", se queja el campe¨®n
"Toda la semana me han estado disparando a m¨ª, as¨ª que no tuve m¨¢s remedio que coger mi fusil y disparar yo a todo el mundo", explic¨® Bettini, de 33 a?os, el primer ciclista que gana un Mundial con el dorsal n¨²mero uno despu¨¦s de su compatriota Gianni Bugno, maillot arcoiris en Stuttgart 91 y en Benidorm 92. "Pero no disparaba contra nadie en concreto, y mucho menos contra Pat McQuaid [el presidente de la UCI, sentado a su lado en la rueda de prensa, sonri¨® y le estrech¨® la mano, pese a ser uno de los causantes de la rabia del campe¨®n cuando le critic¨® por no firmar la carta compromiso contra el dopaje] o la gente del ciclismo, que somos capaces de hablar para solucionar nuestros problemas, sino para los que no entienden nada y llegan al ciclismo para ganar dinero sin m¨¢s. As¨ª que si alguno se ha sentido aludido, ser¨¢ porque lo merece".
La rabia. A Bettini, aparte de McQuaid, esta semana le ha atacado una televisi¨®n alemana, que le ha acusado de ser el camello de otro ciclista, y s¨®lo ha podido participar despu¨¦s de que un tribunal rechazara la petici¨®n de los organizadores locales de prohibirle salir. Y para terminar, ayer, los inspectores del control de sangre le hicieron levantarse de la mesa del desayuno a las 7.30. "Pod¨ªa haber pensado en dejarlo todo, pero una persona muy importante
me ha hecho ver esta semana lo que es de verdad importante en la vida. Me ha dicho que deb¨ªa continuar, as¨ª que seguir¨¦ fastidiando por lo menos un a?o m¨¢s", dijo. "Adem¨¢s, los italianos somos orgullosos. Rendimos m¨¢s en las situaciones dif¨ªciles. Cuando nos tocan las narices transformamos la presi¨®n en rabia, en fuerza, en est¨ªmulo".
Los espa?oles m¨¢s esperados, Alejandro Valverde, que vivi¨® una situaci¨®n similar -hasta el mi¨¦rcoles no confirm¨® el TAS su derecho a participar-, ?scar Freire, que mostr¨® su malestar por el estado ca¨®tico del ciclismo, transformaron el mal humor en nada, en la nada m¨¢s absoluta llegado el momento decisivo de una carrera que manej¨® Italia desde la salida. Samuel S¨¢nchez fue el ¨²nico del tridente que form¨® parte del grupo de 13 que en la ¨²ltima vuelta, en la ¨²ltima subida a la colina de los abedules, aguantaron el ritmo desaforado de Bettini. Acab¨® s¨¦ptimo despu¨¦s de mostrar sus limitaciones. Valverde, corto de kil¨®metros en el ¨²ltimo mes -como en los ¨²ltimos ocho a?os, el ganador del Mundial hab¨ªa pasado antes por la Vuelta, el mejor entrenamiento- se apajar¨® cuando Rebellin, el ¨²ltimo de los dinamiteros italianos -antes le precedieron Cunego y Ballan- encendi¨® la mecha en la pen¨²ltima vuelta; Freire, que tampoco compiti¨® lo necesario las ¨²ltimas semanas, a falta de las piernas de los grandes d¨ªas, las que le permitieron ganar tres Mundiales y dos Sanremos, decidi¨® cruzar los dedos y esperar que el ataque de Bettini y Schumacher, que arrancaron delante de sus narices en el pen¨²ltimo repecho, muriera antes de llegar y poder jugarse la victoria al sprint. Y un sprint gan¨®, pero el que disputaron los derrotados por la 14? plaza. Hasta entonces, hasta que Rebellin les desnud¨® -hundi¨® a Purito, dej¨® a Samuel S¨¢nchez en la duda de contrarrestar o esperar su oportunidad m¨¢s tarde-, los de Antequera -sobre todo Purito, Barredo y Beltr¨¢n- se hab¨ªan manejado bien en la t¨¢ctica defensiva, actuando como sombra de los italianos. Despu¨¦s, desaparecieron. Samuel jug¨®, sin ¨¦xito, su baza atacante y, as¨ª, para acercar a Freire al grupo de Bettini y Schumacher, s¨®lo estaba Beltr¨¢n, que bastante paliza se hab¨ªa dado ya. Demasiado poco para frenar a un Bettini desencadenado, un hombre a la altura de la situaci¨®n -"un Mundial siempre lo gana un campe¨®n", dijo Freire- incapaz de frenarse ante la menor cuesta. "Es que he recibido tantos est¨ªmulos para superarme esta semana, que ya tengo por lo menos para un a?o m¨¢s", dijo.
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