El sorprendente ataque de Samuel S¨¢nchez
El Potro recogi¨® sus b¨¢rtulos y se march¨® tranquilamente para el hotel. Eso es b¨¢sicamente lo que pas¨® en la selecci¨®n espa?ola en este Mundial de Stuttgart. Joseba, alias El Potro, es el masajista de ?scar Freire. Es el que le espera en la meta con todo el utillaje necesario para el podio. El alcohol, la toalla, las bebidas, el juego de ropa seca y la gorra, que no falte nunca la gorra. Pero ayer, y contra todo pron¨®stico, todo eso estuvo de sobra y su mochila volvi¨® intacta al lugar de donde sali¨®. Nadie lo habr¨ªa esperado. Hasta ayer, Joseba era su masajista, su amigo, su confidente y su talism¨¢n. A partir de ahora, y hasta nuevo aviso, ha dejado de ser esto ¨²ltimo.
Acostumbrado a contar las participaciones mundialistas de ?scar por medallas, a Joseba le asalt¨® un sentimiento desconocido cuando todo termin¨®. Ya ves, como en cualquier otra carrera en la que no se hace nada, me dec¨ªa, recoger los trastos y para casa... ?y resulta que era el Mundial! Ni podio, ni empujones con la gente, ni periodistas, ni ruedas de prensa, ni saltos de alegr¨ªa ni botellas de champa?a. Nada, ayer no hubo nada de todo eso en la selecci¨®n espa?ola de ciclismo.
De haber algo, hubo extra?eza porque, desde que un d¨ªa apareci¨® por all¨ª ?scar Freire por generaci¨®n espont¨¢nea, la selecci¨®n siempre hab¨ªa tenido las miras bien altas en este tipo de competiciones. Al Mundial se va cada a?o a ganar, no a participar. Y ayer, pues eso, participaron. Y la verdad es que no lo hicieron nada mal, pero el resultado fue ¨¦se, que participaron.
La carrera fue como todos preve¨ªan en un principio: un pulso entre las dos selecciones m¨¢s potentes, Espa?a e Italia, aunque con el permiso de los alemanes (los anfitriones del Mundial), holandeses, belgas y australianos, y alguna que otra individualidad invitada. En el ciclismo todos nos conocemos, as¨ª que sorpresas se esperaban las justas.
La carrera fue como una partida de ajedrez que permaneci¨® igualada hasta que a falta de dos vueltas para el final se form¨® una fuga peligrosa, entre Rebellin y Kolobnev, que a la postre fue el embri¨®n de la que una vuelta m¨¢s tarde ser¨ªa la escapada buena. Ah¨ª comenz¨® Espa?a a perder sus posibilidades de victoria.
Espa?a reaccion¨® tarde y tuvo que quemar sus naves apresuradamente, pero, cuando ya en la ¨²ltima vuelta todo parec¨ªa bajo control, un sorprendente ataque de Samuel S¨¢nchez propici¨® la selecci¨®n definitiva. Sorprendente no porque nadie dudase de su capacidad, sino porque la baza de Espa?a era el maravillosos sprint de Freire, o al menos eso cre¨ªamos, y ese ataque termin¨® siendo contraproducente. Que me lo expliquen, que yo a¨²n no me he enterado.
Al final, y exactamente como hace un a?o, fue el italiano Bettini el que se llev¨® la gloria. ?Grande, Paolo! Victoria merecida como lo fue entonces y como lo ser¨¢ en un futuro si repite porque El Grillo sobre una bici es puro espect¨¢culo. Dudo mucho de que haya alg¨²n buen aficionado que no se alegre por ¨¦l.
Y al final El Potro se fue tranquilamente para el hotel. Y lleg¨® la noche y se fue tranquilamente a dormir porque aunque era un Mundial m¨¢s, esta vez no hab¨ªa nada que celebrar.
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