El pop como ant¨ªdoto
En 'Magic', que hoy se publica en Espa?a, Bruce Springsteen se aleja del rock y exhibe su pesimismo
Era el ¨²ltimo d¨ªa del verano, pero en el paseo mar¨ªtimo parec¨ªamos disfrutar de una ma?ana perfecta de principios de julio: el oc¨¦ano Atl¨¢ntico reluc¨ªa bajo un cielo sin nubes, y el aire h¨²medo estaba mitigado por una suave brisa salada. Mir¨¦ por encima de la playa vac¨ªa, m¨¢s all¨¢ de las tiendas de recuerdos y los bares reci¨¦n pintados y de toldos verdes reci¨¦n puestos, hacia la orgullosa mole victoriana del viejo casino, y tuve la sensaci¨®n de que me hab¨ªa colado en una canci¨®n de Bruce Springsteen (no s¨¦, quiz¨¢ Fourth of July, Asbury Park. ?O resulta demasiado obvio?).
"Es un disco que habla de la subversi¨®n contra uno mismo", afirma el m¨²sico
"Quer¨ªa que en 'Magic' hubiera una cosa que reflejara el universo pop perfecto"
Lo parad¨®jico de 'Magic' es que contiene algunas de las letras m¨¢s duras que ha escrito
'Magic' contin¨²a donde acababa 'The rising', es un repaso de lo que ha sucedido desde el 11-S
La canci¨®n del t¨ªtulo habla del empe?o de Bush en crear su propia realidad
Hay m¨¢s soledad, y, a pesar del aire pop y relajado, mucho menos optimismo
El ¨¢lbum, a veces, es una burla, pero nunca una broma
En el Convention Hall, el grupo abord¨® el nuevo material con una habilidad total
Llevaba toda la ma?ana con ese sentimiento, no menos fuerte porque lo hubiera provocado yo mismo. Muy tempranito, mi chica -es decir, mi esposa desde hace casi 20 a?os- y yo hab¨ªamos cerrado la puerta de un portazo, hab¨ªamos dejado a los ni?os en el colegio y hab¨ªamos emprendido viaje carretera abajo, a trav¨¦s de los peajes de la autopista del Garden State en nuestro Volvo familiar. Llev¨¢bamos en el coche un ejemplar de promoci¨®n del nuevo disco de Springsteen, Magic, adem¨¢s de pr¨¢cticamente todo su cat¨¢logo en el iPod. Y ahora ¨ªbamos por Kingsley, con la idea de tomarnos un latte. Una nueva oportunidad de vivir la vida, ?como aut¨¦nticos vagabundos, baby!
Nuestro prop¨®sito no era so?ar, sino contemplar el ensayo de la E Street Band y luego o¨ªr lo que el artista ten¨ªa que decir sobre el nuevo disco, la pr¨®xima gira y cualquier otra cosa que se le ocurriera. Musicalmente, Magic es uno de los discos m¨¢s optimistas y accesibles de su carrera, pero, al mismo tiempo, sus temas y sus historias hacen de ¨¦l el m¨¢s pol¨ªtico. Una vez m¨¢s, se dispone a salir a la carretera mientras se calientan los motores de las pr¨®ximas elecciones presidenciales.
"Me gusta salir de gira en estos periodos", me dijo despu¨¦s, cuando nos sentamos a conversar en un camerino tras el ensayo. "Cualquier cosa que podamos hacer en esos momentos vale la pena".
A una edad a la que la mayor¨ªa de los rockeros, si siguen vivos, se han convertido en homenajes o parodias de s¨ª mismos, Springsteen parece haberse asentado en una rutina envidiable, con nuevas formas musicales que explorar y una obra que no envejece jam¨¢s. Con mucho que decir y un p¨²blico pendiente de cada palabra que dice.
Y entre ese p¨²blico -por si no hab¨ªa quedado ya claro- me incluyo yo mismo. Llevo mucho tiempo oyendo a Bruce Springsteen, aunque no puedo decir que fuera la banda sonora de mi juventud. Mis a?os de adolescente los pas¨¦ cautivado por el punk rock y sus diversas derivaciones y a Springsteen llegu¨¦ tarde, pasada la etapa de la vida en la que sus grandes himnos de amor, rebeli¨®n y escapada habr¨ªan podido ejercer m¨¢s impacto. Por tanto, su m¨²sica la relaciono con las penas y las satisfacciones de la edad adulta; no es una m¨²sica que haya que superar, sino para la que hay que madurar.
Las mejores canciones de Springsteen, en mi opini¨®n, hablan de equilibrio y estoicismo, de desilusiones y fe, de trabajo, paciencia y resignaci¨®n. Tambi¨¦n hablan, muchas veces -incluso las que escribi¨® cuando todav¨ªa era un veintea?ero- de nostalgia, del deseo de recuperar los fugaces momentos de intensidad y posibilidades que asociamos con la idea de ser j¨®venes.
Esos momentos, no por casualidad, suelen cristalizarse en cierto tipo de canci¨®n pop. Una canci¨®n, por ejemplo, como Girls in their summer clothes, que aparece de pronto a mitad de Magic y que es la que la E Street Band estaba tocando cuando mi mujer y yo entramos de puntillas en el Asbury Park Convention Hall. Eran poco despu¨¦s de las 10 de la ma?ana y el grupo llevaba m¨¢s o menos una hora de ensayo, dentro de los preparativos para la gira por Norteam¨¦rica y Europa que comienza hoy en Hartford.
El Convention Hall es una sala de conciertos vieja y diminuta en la que, de adolescente, Springsteen vio tocar a The Who y The Doors. Esa ma?ana estaba lleno de un sonido brillante, veraniego, como si hubi¨¦ramos retrocedido 40 a?os hasta el paisaje sonoro de los sesenta, con Phil Spector, Brian Wilson y The Byrds. Steve van Zandt rasgueaba una guitarra de 12 cuerdas, y las armon¨ªas vocales, los teclados, el saxof¨®n de Clarence Clemons y el viol¨ªn de Soozie Tyrell formaban un exuberante colch¨®n orquestal para la voz de Springsteen, que se derret¨ªa con una letra tan descaradamente rom¨¢ntica como el t¨ªtulo de la canci¨®n.
"Quer¨ªa que en el disco hubiera una cosa que reflejara el universo pop perfecto", me explic¨® Springsteen cuando el grupo se dispers¨® y despu¨¦s de terminar de comer un poco de cereales con fruta fresca y leche de soja. Dos d¨ªas despu¨¦s cumpl¨ªa 58 a?os, y ten¨ªa un aspecto m¨¢s en forma y m¨¢s bronceado que la ¨²ltima vez que le hab¨ªa visto, en la pantalla de v¨ªdeo Jumbo Tron del estadio de los Giants hac¨ªa unos a?os. "Ya sabe, ese d¨ªa en el que coincide todo, ese mundo que s¨®lo existe en las canciones pop y con el que, de vez en cuando, se tropieza uno".
No es que Girls in their summer clothes no tenga tambi¨¦n un toque de melancol¨ªa. Al fin y al cabo, su narrador observa c¨®mo las chicas del t¨ªtulo "me dejan de lado". "Es la a?oranza, el anhelo no satisfecho de ese mundo perfecto", continu¨® Springsteen. "El pop es divertido. Es una burla. Una burla importante, pero una burla, y ¨¦sa es su belleza y su gracia".
Al o¨ªrlo por primera vez, gran parte de Magic parece invadido de ese esp¨ªritu. Hay un sonido brillante y una ligereza que no se parecen a nada de lo que Springsteen ha hecho en los ¨²ltimos tiempos. En los cinco ¨²ltimos a?os ha publicado cuatro ¨¢lbumes con canciones nuevas, un zigzag entre estilos y lenguajes nuevos y conocidos. The rising (2002), que sirvi¨® para que la E Street Band volviera al estudio de grabaci¨®n tras un largo par¨¦ntesis (de actualizar su sonido se encarg¨® el productor Brendan O'Brien), respond¨ªa al trauma del 11-S con el rugido desafiante y redentor del rock s¨®lido de toda la vida. Con Devils and dust (2005), Springsteen recogi¨® el hilo de los relatos y las baladas ac¨²sticas del Oeste que se remontaba a otros proyectos al margen de la E Street, como The ghost of Tom Joad y Nebraska (adem¨¢s de algunas partes de The river). The Seeger sessions, publicado el a?o pasado, era como una vieja reuni¨®n de cantautores folk y de izquierdas, con un ruidoso grupo country que jugueteaba con los espirituales, las canciones de la Guerra de Secesi¨®n y las baladas de la Depresi¨®n.
Todos esos discos estaban habitados por el firme populismo de Springsteen, pero ninguno era lo que podr¨ªa llamarse un disco pop. Sin embargo, ahora, ¨¦se es el t¨¦rmino que ¨¦l y sus m¨²sicos utilizan todo el tiempo para hablar de Magic. Steven van Zandt, que lleva 40 a?os tocando y discutiendo de m¨²sica con Bruce Springsteen (los especialistas dicen que se conocieron el 3 de noviembre de 1967), destaca que, hasta ahora, las composiciones m¨¢s mel¨®dicas y juguetonas de Springsteen no sol¨ªan entrar en los ¨¢lbumes.
"Con ¨¦ste ha sido bonito empezar a incluir alguna cosa m¨¢s", me dijo por tel¨¦fono unos d¨ªas despu¨¦s de mi visita a Asbury Park, "un poco m¨¢s de nuestro lado m¨¢s pop, sin perder nada de nuestra integridad ni la calidad que nos exigimos. Fue una sorpresa estupenda, un buen cambio de ritmo, incluir esas cosas en el ¨¢lbum, en vez de grabarlas por diversi¨®n y luego dejarlas apartadas".
Por su parte, Springsteen dice que, al escribir las canciones para Magic, hab¨ªa tenido "un nuevo enamoramiento de la m¨²sica pop". "Recuper¨¦ algunas formas que antes, o no hab¨ªa usado o hab¨ªa usado poco, unas producciones de estilo pop. Escrib¨ª muchos ganchos. En realidad, las canciones empezaron a escribirse ellas solas, creo que porque me sent¨ª lo bastante libre como para no tener miedo de la m¨²sica pop. Antes, siempre quer¨ªa que mi m¨²sica fuera suficientemente dura para las historias que quer¨ªa contar".
Lo parad¨®jico de Magic es que contiene algunas de las letras m¨¢s duras que ha escrito. El ¨¢lbum, a veces, es una burla, pero nunca una broma. La canci¨®n que le da t¨ªtulo parece un seductor fragmento de ruido de feria, como los que se podr¨ªan o¨ªr en el paseo playero de Asbury Park en los viejos tiempos. Un mago, con voz susurrante e insinuante, en una clave menor, te atrapa con unas descripciones de sus trucos que son cada vez m¨¢s siniestras ("tengo una hoja de sierra reluciente / S¨®lo necesito un voluntario"). "No te f¨ªes de lo que oyes / Y menos de lo que veas", advierte. Y el estribillo -"esto es lo que pasar¨¢"- se va haciendo cada vez m¨¢s escalofriante a medida que uno absorbe los dem¨¢s matices y sombras del disco.
Siempre se puede confiar en lo que se oye en un disco de Bruce Springsteen (como ¨¦l dice, no es famoso precisamente por su iron¨ªa), pero en este caso merece la pena escuchar con atenci¨®n, tomar nota de la oscuridad, por as¨ª decir, que acecha en el borde de los brillantes ganchos y armon¨ªas. "Adopt¨¦ esas formas y ese lenguaje cl¨¢sico del pop y lo enhebr¨¦ todo junto con cierto malestar", me explic¨® Springsteen.
Y, aunque las canciones de Magic evitan referencias expl¨ªcitas a los temas del momento, no cabe la menor duda de que ese malestar tiene, en gran parte, un origen pol¨ªtico. La canci¨®n del t¨ªtulo, me explicaba Springsteen, habla de la fabricaci¨®n de ilusiones, del empe?o declarado del Gobierno de Bush en crear su propia realidad.
"Es un disco que habla de la subversi¨®n contra uno mismo", dijo, de c¨®mo este pa¨ªs ha saboteado y corrompido sus ideales y tradiciones. Y, a su manera, el propio disco se subvierte a s¨ª mismo, al perturbar sus superficies suaves y placenteras con el crudo reconocimiento de una serie de hechos duros y desagradables.
Magic contin¨²a donde acababa The rising, y hace un repaso de lo que ha sucedido en Estados Unidos desde el 11-S. Entonces, las experiencias colectivas de tristeza y terror estaban a la vista de todos. Ahora, esas mismas emociones acechan bajo la superficie, y eso significa que la catarsis del optimismo del rock and roll es m¨¢s dif¨ªcil de lograr. Las palabras clave de The rising eran esperanza, amor, fuerza, fe, y se apoyaban en una experiencia de duelo colectivo. En Magic hay mucha m¨¢s soledad, y, a pesar del aire pop y relajado, mucho menos optimismo.
Las historias que cuentan temas como Gypsy biker y The devil's arcade son vi?etas de las p¨¦rdidas personales sufridas por las parejas y los amigos de los soldados cuyas vidas han acabado o han quedado destrozadas en Irak. "El disco es un recuento de costes y p¨¦rdidas", explica Springsteen. "?sa es la carga que debe soportar el adulto, siempre. Pero, en estos momentos, es la carga que debe soportar el adulto, elevada al cuadrado".
En conversaci¨®n, Bruce Springsteen tiene muchas cosas que decir sobre lo que ha ocurrido en Estados Unidos en los ¨²ltimos seis a?os. "Descorazonador y desgarrador. Para no decir enfurecedor": ¨¦se es su resumen. Pero la declaraci¨®n m¨¢s clara y en¨¦rgica que hace es la que se ve, como era de esperar, en el escenario. No es que diga ni cante nada especial, sino una mera cuesti¨®n de dramaturgia musical, el asunto aparentemente sencillo y puramente t¨¦cnico de pasar de una canci¨®n a otra.
En el escenario del Convention Hall, el grupo abord¨® el nuevo material con una habilidad total -despu¨¦s de 35 a?os juntos, no tienen que hacer ning¨²n esfuerzo para comunicarse-, y s¨®lo se pararon para resolver alg¨²n problema concreto o para ajustar la mezcla de sonido. En cambio, practicaron la transici¨®n de The rising a su siguiente n¨²mero, al menos, media docena de veces.
"?Ten¨¦is que sostener ese acorde, todos!", les instaba Springsteen. "No puede morir".
En este paso, los guitarristas tienen el reto a?adido de mantener el sonido durante el cambio de instrumentos, una serie de carreras de relevos para el equipo que les ayuda a hacerlo, hasta que una nota disonante del ¨®rgano anuncia el cambio de clave y la atronadora apertura de Last to die. No es exagerado decir que la visi¨®n que tiene Bruce Springsteen de la historia de EE UU desde el 11-S puede medirse en el espacio entre los coros de esas dos canciones. El p¨²blico se ve lanzado desde una exhortaci¨®n enardecedora (Venid a la sublevaci¨®n) hacia una pregunta conocida y sombr¨ªa: "?Qui¨¦n ser¨¢ el ¨²ltimo en morir por un error?".
"Por eso era necesario que nos saliera muy bien hoy", explicaba despu¨¦s. "Usted nos ha visto practicarlo. Es una cosa que tiene que surgir como si el mundo se viniera abajo, ese primer acorde. El final de The rising tiene que chirriar, y luego tiene que restallar y retumbar. Todo el concierto depende de esa transici¨®n. Por eso es por lo que subimos ah¨ª, por esos 30 segundos".
Sin embargo, la noche no acaba ah¨ª. Sobre el escenario, Last to die va seguido, como en el disco, por una canci¨®n titulada Long walk home. En la primera estrofa, el narrador viaja a varios lugares conocidos de su pueblo y experimenta un distanciamiento que resulta especialmente inolvidable por el lenguaje con el que lo describe: "Mir¨¦ sus rostros / Todos eran extra?os corrientes para m¨ª". Esa expresi¨®n tan curiosa y arcaica -extra?os corrientes- evoca un curioso lamento monta?¨¦s del mismo t¨ªtulo, que en su d¨ªa grabaron los Stanley Brothers.
"En esa canci¨®n concreta, un tipo vuelve a su pueblo; no reconoce nada ni nadie le reconoce a ¨¦l", explicaba Springsteen. "Eso es lo que vive el cantante de Long walk home. Su mundo ha cambiado. Las cosas que cre¨ªa conocer, la gente a la que cre¨ªa conocer, con cuyos ideales ten¨ªa algo en com¨²n, son extra?os. El mundo que conoc¨ªa le es extra?o. En mi opini¨®n, eso es lo que ha pasado en este pa¨ªs en los ¨²ltimos seis a?os".
Y as¨ª las im¨¢genes de una vida de pueblo ya desaparecida ("el caf¨¦ estaba cerrado / con un cartel que no dec¨ªa m¨¢s que 'me he ido") se convierten en met¨¢foras, y la ¨²ltima est¨¢ expresada con la claridad y la fuerza que caracteriza a las mejores letras de Bruce Springsteen: "Mi padre dijo: 'Hijo, tenemos / suerte en este pueblo, / es un lugar hermoso para nacer. / Te envuelve en sus brazos / nadie te agobia, nadie te abandona. / Sabes esa bandera / que ondea sobre el juzgado / significa que ciertas cosas son permanentes / qui¨¦nes somos y qu¨¦ vamos a hacer / y qu¨¦ no vamos a hacer'. / Queda mucho camino para volver a casa".
"Y ¨¦se es el final de la historia que contamos cada noche", dice Springsteen. "Porque as¨ª es como debe ser. Y as¨ª no es como est¨¢n las cosas ahora".
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.