Deshacer y rehacer
Es muy buena la intenci¨®n de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, de rehacer el paisaje costero mediterr¨¢neo, incluida la Huelva atl¨¢ntica, expropiando terrenos, derribando casas, comprando masivamente solares para que el Estado los proteja. Parece una labor tit¨¢nica, de a?os o siglos, prodigiosa, casi tan imposible como la que uno acomete cuando, por torpeza o descuido o mala fe, rompe un jarr¨®n y se propone recomponerlo y pegarlo trozo a trozo para que sea como era, algo poco posible. A esto se le llama arrepentimiento, o resaca, cuando uno jura que no volver¨¢ a caer, que rehar¨¢ lo deshecho. Es el momento m¨¢s puro de la vida, y dura hasta que llegan nuevas tentaciones, nuevos compromisos.
Quien ha visto nuestra costa poco arreglo le ve. Ah¨ª est¨¢n las sobrecogedoras fotos a¨¦reas del litoral de M¨¢laga que Juli¨¢n Rojas publica en este peri¨®dico. La costa se ha convertido en una monstruosa obra arquitect¨®nica, orientaloide: el producto de la megaloman¨ªa de un enloquecido rey del viejo Oriente. Las masas de bloques parecen monumentos conmemorativos del af¨¢n de dinero, una acumulaci¨®n mani¨¢tica de habitaciones, "expresando la unidad del mundo por el amontonamiento", como dec¨ªa a prop¨®sito de ciertas construcciones indias Elie Faure, historiador de arte. Qui¨¦n sabe c¨®mo transformar¨¢ el tiempo estas construcciones, c¨®mo las arruinar¨¢, c¨®mo las reducir¨¢ a miseria ¨¦pica.
Estos edificios costeros, en permanente met¨¢stasis, nos dicen qui¨¦nes somos. Los estilos de construcci¨®n muestran la manera en que el ser humano se comprende a s¨ª mismo en el clima y el paisaje. Son tan caracter¨ªsticos como la ropa que llevamos. Eso dice Tetsuro Watsuji (Antropolog¨ªa del paisaje. Traducci¨®n de Juan Masi¨¢ y Anselmo Mataix. Ediciones S¨ªgueme). Las casas son un recurso para protegernos de las tiran¨ªas de la naturaleza, el fr¨ªo y el calor, las lluvias y los vientos, el vendaval y el fuego. Forman el paisaje, y en el paisaje el ser humano se descubre a s¨ª mismo, dice el japon¨¦s Watsuji. Pero nuestras aglomeraciones urbanas costeras son casas hechas fundamentalmente para ganar dinero, no para vivir.
Si han destrozado el paisaje de los antepasados, como dir¨ªa un japon¨¦s disc¨ªpulo de Heidegger, tambi¨¦n han tra¨ªdo nuevos modos de vida, progreso econ¨®mico, una revoluci¨®n moral, incluso con innovaciones en delincuencia pol¨ªtica y com¨²n. Y ahora el sistema inmobiliario parece que se fatiga, se ahoga, y sube el paro, y los salarios caen, y se venden menos coches, no porque ya nadie necesite una casa y todas las casas est¨¦n llenas, sino porque, con miles de casas vac¨ªas, sigue habiendo gente sin casa. El mercado de la construcci¨®n se retrae. Huye el turismo de lujo. Y entonces el Ministerio de Medio Ambiente se propone revivir el campo y el bosque arrasado, rescatar los cauces de agua invadidos, encontrar las playas bajo los ladrillos. Una cosa as¨ª exigir¨ªa el regreso de los faraones y los profetas hacedores de milagros, y la ministra Narbona ha vaticinado ya que tardar¨¢ muchos a?os en volver el tiempo, el esplendor perdido.
Los responsables del Ministerio de Medio Ambiente deben carecer de memoria, o dan por garantizada la amnesia de los ciudadanos, o la ignorancia, o el desinter¨¦s, o la idiotez com¨²n. El Ministerio de Medio Ambiente anuncia su reconstrucci¨®n litoral-mediterr¨¢nea, cuando la costa mediterr¨¢nea no es de su competencia. El Estatuto de Andaluc¨ªa, por ejemplo, o el de Catalu?a, dos leyes impulsadas por el partido al que pertenece Cristina Narbona, fijan competencias exclusivas a la Comunidad Aut¨®noma en urbanismo, suelo, ordenaci¨®n del territorio, litoral. La competencia exclusiva "incluye, en todo caso, el establecimiento y regulaci¨®n de los planes territoriales de ordenaci¨®n y uso del litoral y de las playas". Puede ser que la acci¨®n del Estado, a trav¨¦s de Medio Ambiente, se limite a comprar solares para salvarlos de la especulaci¨®n y la devastaci¨®n, y convertirlos en reservas de vida ejemplar y pr¨®xima a la naturaleza, lo que abrir¨ªa una interesante v¨ªa de negocio p¨²blico-privado para el futuro. Pero no creo que sea m¨¢s f¨¢cil deshacer los nuevos Estatutos que rehacer las costas v¨ªrgenes.
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