Juan Bautista sue?a el toreo
Le ocurri¨® a JB lo que a esas palmeras que en invierno se secan y, tras un periodo de vacilaci¨®n, rebrotan tard¨ªas y renovadas al final de primavera. Lleg¨® el franc¨¦s a acariciar la retirada pero eclosion¨® en San Isidro con un toreo cl¨¢sico y galano que nos dej¨® boquiabiertos. El milagro se confirm¨® entre un vendaval de lluvia, rayos y truenos, y ayer estall¨® y so?¨® el toreo. Sali¨® Cantinillo, el quinto, y correte¨® por el ruedo a sus anchas, pero finaliz¨® el periplo en el anillo con una media clara como la tarde y con una revolera lenta se qued¨® en el caballo, dejando en el aire aromas de torer¨ªa y una promesa.
Tras un gran par de Tejero, los aromas se hicieron m¨¢s densos y la promesa, verdad, cuando la muleta, cadenciosa y profunda, acariciaba la arena con el toro pegado, y el cuerpo de JB compon¨ªa la figura desmayando carteles, perdido en el aire de sus sue?os, cambiando las manos al sereno relente, disfrutando, a tiempo parado, la cadera y el pecho quebrados, sin excesos, naturaleando, dando trincheras, quemando el arte hasta tirar el estoque y dar bautistinas -que no manoletinas, ni bernadinas ni monde?inas- y recibirlo con la espada en lo alto. El sol se neg¨® a ponerse.
Puerto de San Lorenzo / Abell¨¢n, Bautista, Perera
Toros de Puerto de San Lorenzo, de juego y presentaci¨®n desigual. Bravos y aplaudidos primero y quinto, manse¨® el segundo, sirvi¨® el tercero y violento y peligroso el cuarto. El sexto, de La Martelilla, soso. Miguel Abell¨¢n: estocada (oreja); dos pinchazos, media -aviso- (silencio). Juan Bautista: pinchazo y desprendida (silencio); estocada recibiendo (dos orejas). Miguel ?ngel Perera: ca¨ªda (saludos); estocada (saludos). Plaza de Las Ventas, 6 de octubre. Lleno. JB sali¨® por la Puerta Grande.
Tambi¨¦n eclosion¨® ayer Abell¨¢n, torero irregular que llevaba un tiempo en letargo. Su primero era un atanasio grande de los que trotan con reservas en el capote y van creciendo en son hasta vibrar afinados en la muleta. Aguant¨® las varas, llev¨® chicuelinas variadas -las suyas bailadas, las de JB en reposo- pares sin prisa, de los de antes, de Montoli¨², y un recibo por alto de Abell¨¢n, muy quieto, que promet¨ªa fuego cuando se fue a los medios a llamarlo desde 20 metros. El toro no defraud¨®: fiel a su casta, acud¨ªa de lejos, repet¨ªa y se com¨ªa la tela de un Abell¨¢n nervioso que, con una ventana en la taleguilla, se repos¨® en naturales y saltaron al aire dos oles de admiraci¨®n, una estocada a la bola y una oreja.
Perera, promesa en expansi¨®n durante la temporada, al que por una u otra causa se le escapaban los trenes de los triunfos, al fin se abri¨® al calor del verano tard¨ªo. Ayer no culmin¨®, pero mostr¨® el fruto. En el tercero puso el gesto tozudo y extreme?o, brind¨® y se fue a cambiar al centro y a rematar al pecho para calentar la tarde. Dibuj¨® naturales cortos que el toro punteaba y luego, en la derecha, se asent¨® en tandas de trazo acabado, brazo largo y mu?eca f¨¢cil. Dome?¨® brusquedades con una seguridad que rompi¨® el murmullo, cambi¨®, quieto de manos, y encontr¨® la rotundidad del natural. Sin alargamientos innecesarios ni adornos premeditados, la espada cay¨® baja y no rubric¨® una faena de torera autenticidad. Cuando el ¨²ltimo toro atend¨ªa a las curvas de su muleta, la emoci¨®n de lo ocurrido en el quinto nos manten¨ªa los ojos nublos y mir¨¢bamos a ratos a lo alto, donde las nubecillas quietas y p¨¢lidas se negaban a ausentarse de la tarde.
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