Gusanos mutantes
La pr¨®xima vez que se aburran en una jornada de playa, hagan el siguiente experimento: escarben un poco en el fango de la orilla hasta encontrar uno de esos gusanos que los aficionados a la pesca usan como cebo, sost¨¦nganlo en alto entre los dedos y obs¨¦rvenlo hasta que deje de parecer un gusano. Les aseguro que eso ocurrir¨¢, pues la lombriz, una vez liberada de su contexto, extirpada del entorno que la define, podr¨¢ ser lo que nuestra imaginaci¨®n decida. Una escultura de arte moderno, por ejemplo, si atendemos al enrevesado dise?o de su cuerpo.
Ese efecto, el de que las cosas muten al quedar hu¨¦rfanas del h¨¢bitat que las contiene, es el que persigue Garikoitz Cuevas con su pintura. No dejen que el nombre les confunda, Garikoitz naci¨® en Sanl¨²car de Barrameda, y tras vivir largas temporadas en otros pa¨ªses, ha vuelto al terru?o, donde s¨®lo se pintan marismas apacibles y toros bizarros, para continuar con su obra pict¨®rica bajo la luz de su infancia, que ahora entra a raudales por las ventanas del estudio en el que da forma a una obra que le ha reportado, entre otros, el Premio Focus Abengoa. Para ello emplea una t¨¦cnica tan original que a¨²n no tiene nombre. A ¨¦l le gusta llamarla "desconstrucci¨®n", y consiste en "manchar" el lienzo para luego ir cubri¨¦ndolo de sucesivas capas de tela embadurnada de pigmentos y colas, que posteriormente ser¨¢n arrancadas. La tela acabar¨¢ desgarr¨¢ndose por varias partes, dejando retazos sobre el estrato anterior, componiendo as¨ª una alborozada constelaci¨®n de manchas que tiene la virtud de exaltar el alma de quien la mira. Dicho proceso reduce a lo m¨ªnimo el contacto f¨ªsico del pincel en el lienzo, y aunque el autor elige las tonalidades e incluso puede decidir d¨®nde quiere que aparezcan los rotos, es el azar el que decreta el contorno de las "escamas" que ir¨¢n soltando las telas, terminando de crear la obra.
En su anterior exposici¨®n Garikoitz emple¨® como referencia el firmamento. Ahora ha escogido el fondo oce¨¢nico, inspir¨¢ndose en las delirantes texturas de las medusas, los oligoquetos o las rodof¨ªceas, esos afeites submarinos que invitan a pensar que Dios tambi¨¦n tiene un lado vanguardista. Una vez "desconstruidos" ambos escenarios, el resultado puede ser similar, pero las sensaciones que producen son radicalmente diferentes, pues en uno se intuye la sobrecogedora hondura del espacio, y en el otro el fulgor de ese ajuar fantasmag¨®rico que alfombra los oc¨¦anos.
Llegar hasta aqu¨ª fue una exploraci¨®n lenta, un largo camino que quiz¨¢s comience con el ni?o que hojeaba extasiado un libro sobre Vel¨¢zquez, al que su padre dijo: "Genios como ¨¦ste s¨®lo nace uno cada 500 a?os". Aquel comentario categ¨®rico le hizo valorar a los dem¨¢s pintores, aquellos que sin rozar la genialidad tambi¨¦n eran capaces de emocionar con sus obras. En la facultad de Bellas Artes de Sevilla perfeccion¨® su talento, y desenred¨® el ovillo de los distintos caminos que otros hab¨ªan seguido hasta encontrar el suyo. Y tras decidir dejar el arte figurativo para dibujar en la intimidad de sus blocs, escogi¨® aventurarse por la solitaria vereda de la transmutaci¨®n de los objetos.
Observando sus lienzos, esas piezas ¨²nicas, que ni ¨¦l mismo podr¨ªa falsificar, y que estos d¨ªas se exponen en la galer¨ªa Islahabitada en C¨¢diz, uno no puede evitar experimentar una sensaci¨®n de ca¨ªda, debido a que las distintas superposiciones de manchas crean un succionador efecto de profundidad que nos hace perder pie. P¨¢sense por all¨ª y comprueben que no miento: si nos descuidamos, podemos precipitarnos en el interior de sus cuadros, hasta acabar en el Pa¨ªs de las Maravillas o en cualquier otra comarca de la imaginaci¨®n.
F¨¦lix J. Palma es autor del libro de relatos Los ar¨¢cnidos (Algaida).
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