Drama en tres estratos
Desde Elizabeth Costello, el surafricano J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) parece haber abandonado su antiguo estilo cercano al realismo para indagar en esas formas de expresi¨®n narrativa que incorporan elementos de la realidad o de otros g¨¦neros (el ensayismo, por ejemplo, que tambi¨¦n ¨¦l practica directamente) a la narraci¨®n propiamente dicha. El caso de este libro, Diario de un mal a?o, es claro: el libro se divide en dos partes que, a su vez, se dividen cada p¨¢gina en dos o tres pisos; en el piso alto encontraremos, en la primera parte de la obra, un conjunto de reflexiones sobre temas candentes que se supone que son la contribuci¨®n de un autor llamado C. -nacido en Sur¨¢frica y afincado en Australia, como Coetzee- a un libro conjunto de varios escritores sobre problemas del mundo actual.
DIARIO DE UN MAL A?O
J. M. Coetzee
Traducci¨®n de Jordi Fibla
Mondadori. Barcelona, 2007
258 p¨¢ginas. 18,90 euros
Este C. es un hombre viejo que
ve acercarse la muerte y una ma?ana, en la lavander¨ªa del edificio donde habita, encuentra a una preciosa joven de unos veintinueve a?os que le atrae poderosamente. El segundo piso al que antes me refer¨ªa contiene la voz de C. relatando su relaci¨®n con esta joven, relaci¨®n meramente profesional, a la que ha contratado como mecan¨®grafa de sus textos, ya que es la ¨²nica manera que se le ocurre para tenerla cerca. El tercer piso es la voz de la joven, Anya, que vive con un pragm¨¢tico y agresivo ejecutivo de mediana edad hecho a s¨ª mismo.
En la segunda parte de Diario de un mal a?o, las reflexiones de C. var¨ªan y son m¨¢s personales, es decir: forman parte de un diario y no de una contribuci¨®n a un volumen colectivo. Los otros dos pisos siguen igual, pero en el tercero ya se viene mostrando el car¨¢cter de las relaciones entre Anya y Alan, los celos de ¨¦ste y, a partir de ah¨ª, los caracteres de los tres que conducen a un final determinado. En su "piso de arriba" la novela carece de progreso narrativo, pues aunque los textos siguen un orden, tampoco pasar¨ªa nada importante si ¨¦ste se alterase. En los otros dos pisos es donde se da el movimiento de conciencia que encamina a los personajes hacia el resultado final. Es un asunto breve, hay que decirlo, sin especial enjundia dram¨¢tica, casi un relato casual; un suceso que transcurre a lo largo de unos meses y que, visto a la distancia, se queda en an¨¦cdota. Al cabo del relato, cada uno de los personajes ha cambiado y el cambio s¨ª es significativo para cada uno aunque para la entidad de la novela como tal lo sea menos. C. hace un ejercicio de aprehensi¨®n de su inevitable vejez que se sustenta sobre todo en la imposibilidad de alcanzar deseos que han sido suyos, aqu¨ª representados por Anya, y en la doble inseguridad ante ello y la muerte, representada por el deterioro f¨ªsico. Las reflexiones de C. son muy l¨²cidas y tienen un tono de cercan¨ªa excelente que las aleja del ensayismo puro y duro, son casi como una conversaci¨®n con el lector. Aunque a veces son un tanto abstractas (v¨¦ase a partir de los textos sobre Zen¨®n de Elea) y alguna otra se encuentra en ese plano en la zona t¨®pica del sentido com¨²n que roza con la vulgaridad, la mayor¨ªa es muy sugerente. Lo que ocurre es que, para ser una novela, la hilaz¨®n entre los tres pisos es bastante precaria. Atractiva, inteligente, pero precaria.
C. es un hombre de valores pro
gresistas cuyo mundo se extingue; Alan es un tipo de modesta extracci¨®n, que ha tenido que luchar solo para llegar y que no tiene otro fin en la vida que hacerse con todo lo que pille. Anya es una mujer muy atractiva y un tanto ociosa, que se siente protegida y vive en una especie de frescura inconsciente. En un momento dado ella se sentir¨¢ en medio de una pelea sorda entre el toro joven y el toro viejo y "yo soy la joven vaca a la que tratan de impresionar, a la que est¨¢n aburriendo con sus bufonadas". Y, justamente, tomar conciencia de esa situaci¨®n har¨¢ de ella el personaje m¨¢s afectado por la historia en la misma medida que es el que tiene un futuro m¨¢s abierto.
Encuentro intergeneracional
"LA HISTORIA carece de vida a menos que le proporciones un hogar en tu conciencia". En cierto modo, el libro navega en la corriente que transporta esta frase. En ¨¦l se produce un encuentro intergeneracional, tres concepciones del mundo ligadas a las vivencias de sus tres protagonistas, que son actitudes generacionales, siendo la m¨¢s fecunda la de Anya, por su juventud y su actitud. En un momento dado del libro, el escritor C. habla de la dificultad extrema -por no decir imposibilidad- de abordar la construcci¨®n de vastos complejos novel¨ªsticos a causa de la vejez, de la falta de energ¨ªa. Entonces habla de refugiarse en la capacidad de s¨ªntesis del escritor anciano... y en una cierta pereza vital. El lector no deja de pensar que este libro tambi¨¦n responde a algo as¨ª, que el autor de Desgracia o Esperando a los b¨¢rbaros parece insinuar que no se encuentra ya con ¨¢nimos para emprender un esfuerzo semejante. Pero sigue siendo Coetzee el que aqu¨ª escribe.
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