La era de los videntes
En la narrativa inglesa surgi¨®, a finales de los a?os ochenta, una novel¨ªstica femenina d¨²ctil, entretenida y antisistema. Un¨ªa la mordacidad con lo folletinesco, el realismo descriptivo con la s¨¢tira, y su campo de tiro lo constitu¨ªa los efectos de la devastadora pol¨ªtica social de Thatcher y Mayor: la decadencia moral y econ¨®mica de la clase media y la depauperaci¨®n obrera. A Hilary Mantel (Derbyshire, Reino Unido, 1953) habr¨ªa que contarla entre este grupo corrosivo, nunca constituido como tal. Su especialidad es el mundo de los esp¨ªritus con mensajes de ultratumba y apariciones de muertos. ?Qui¨¦n no va a apostar por los habitantes del mundo et¨¦reo, si "por cada persona a este lado hay treinta y tres al otro"? En Tras la sombra retrata magistralmente a Alison, una m¨¦dium profesional que recorre con su m¨¢nager los pueblos que rodean Londres, para actuar en ferias de esoterismo y shows espiritistas donde emboba con generalidades h¨¢bilmente endosadas de fen¨®menos paranormales, a una clientela deseosa de ser rescatada de sus anodinas existencias.
TRAS LA SOMBRA
Hilary Mantel
Traducci¨®n de Dami¨¢n Alou
Global Rythm. Barcelona, 2007
527 p¨¢ginas. 23 euros
Funda su holgada existencia en las abuelitas, los suicidas, asesinados y ni?os abortados que se manifiestan a trav¨¦s de ella, aunque otros esp¨ªritus viven a su vez de ella, y se las tiene que ver con ellos. Los m¨¢s habituales son una pandilla de criminales descerebrados al servicio de Nick, encarnaci¨®n barriobajera de Belceb¨². La descripci¨®n de las trastadas de este grupo -una transferencia del realismo sucio de los bajos fondos ingleses al mundo de los esp¨ªritus- constituye el genial resorte c¨®mico de la novela. Este humor negro, aderezado de una medida dosis de mal gusto, aten¨²a el cuadro desolador que dibuja como de pasada de la Inglaterra de los suburbios: la insolidaridad, el oscurantismo televisivo, la intoxicante vulgaridad. Lamentablemente, se deja llevar por la man¨ªa detallista y la obra est¨¢ sobrecargada de calderilla psicol¨®gica, di¨¢logos chatos y pormenores disparatados. De modo que, en sus m¨¢s de quinientas p¨¢ginas, se diluye hasta lo irreconocible la l¨²cida cr¨ªtica sobre el abandono social y el retroceso al irracionalismo.
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