Por el rigor y la transparencia
"El calentamiento de la Tierra es inequ¨ªvoco y es muy probable que las emisiones de gases de efecto invernadero sean las responsables. El calentamiento continuar¨¢, incluso si mantenemos las emisiones en el nivel actual. (...) Los impactos del cambio clim¨¢tico sobre los sistemas naturales o socioecon¨®micos ser¨¢n numerosos. (...). Las emisiones podr¨ªan reducirse por debajo de los niveles actuales, y el coste medio de hacerlo ser¨ªa una peque?a fracci¨®n del PIB".
?stos son algunos de los principales mensajes que contiene el IV Informe de Evaluaci¨®n del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Clim¨¢tico, m¨¢s conocido por sus siglas en ingl¨¦s como IPCC. Muchos pensar¨¢n que ¨¦ste no deja de ser uno m¨¢s entre muchos informes, y que lo que dice un informe se rebate con otro. Pues bien, aqu¨ª llega la Fundaci¨®n Nobel diciendo que el IPCC no es cualquier grupo cient¨ªfico y sus informes tampoco. ?Por qu¨¦? Pues porque el IPCC tiene normas precisas en cuanto al rigor, transparencia y consenso cient¨ªfico para la redacci¨®n de sus documentos. Esto no debe sorprendernos pues era necesario que los gobiernos del mundo y los ciudadanos cont¨¢semos con el mejor asesoramiento cient¨ªfico posible para hacer frente a un problema de dimensi¨®n planetaria, tan complejo, con intereses tan encontrados y con repercusiones globales y duraderas.
Sin el rigor cient¨ªfico de sus informes y el liderazgo en materia de cambio clim¨¢tico, los intereses de las fuerzas en liza hubiesen hecho imposible la toma de decisi¨®n alguna. Este reconocimiento que ahora llega en forma de Premio Nobel de la Paz confirma que la informaci¨®n que el IPCC ha venido transmitiendo basada en la ciencia del momento contaba con el m¨¢s s¨®lido respaldo cient¨ªfico y la un¨¢nime aprobaci¨®n de todos los gobiernos, y que era, por ello, la mejor que se pod¨ªa hacer llegar a todos. Nada m¨¢s, y nada menos.
Para valorar la importancia de lo que digo, es importante que los ciudadanos sepan que los cient¨ªficos del IPCC son elegidos ad personam, y no representan a ning¨²n gobierno ni grupo; se representan a s¨ª mismos, a sus conocimientos y convicciones. Los informes se elaboran con total independencia. Nada queda recogido en los textos si no est¨¢ respaldado por una publicaci¨®n cient¨ªfica. Los juicios de valor no est¨¢n permitidos, como tampoco lo est¨¢ prescribir qu¨¦ es lo que hay que hacer, pues eso corresponde a los gobiernos.
Cada informe, antes de ver la luz, se somete a varias rondas de revisi¨®n por otros cient¨ªficos y tambi¨¦n por los gobiernos quienes, a su vez, pueden asesorarse por todos aquellos expertos que estimen oportuno para criticar, enmendar o refutar lo que se escribe. Si un trabajo cient¨ªfico antes de ver la luz es revisado por dos o tres expertos, un cap¨ªtulo del IPCC es revisado por decenas. Los textos principales son refundidos en dos res¨²menes, uno t¨¦cnico y otro para los responsables pol¨ªticos. Este ¨²ltimo, que contiene las principales conclusiones del trabajo, se somete a la aprobaci¨®n de los gobiernos frase a frase. Todas esas frases y han de aprobarse por unanimidad.
El resultado de este procedimiento tan estricto probablemente es el m¨ªnimo com¨²n denominador de lo que la ciencia puede inequ¨ªvocamente decir en cada momento, sin que sea refutable. No obstante, ese m¨ªnimo com¨²n denominador es el documento m¨¢s precioso que podemos tener para guiar la gobernaci¨®n del planeta. ?ste es el valor del IPCC: haber puesto en marcha un mecanismo intachable para resumir el conocimiento cient¨ªfico del momento en un formato que pueda ser aprobado por todos. Si no tuvi¨¦semos este procedimiento, habr¨ªa que inventarlo.
Establecidas las conclusiones del IPCC, es el momento de mirar hacia el futuro y actuar sin dilaci¨®n. Probado est¨¢ por el IV Informe que el cambio clim¨¢tico ha ocurrido y se debe a la contaminaci¨®n producida por el hombre; que lo ocurrido ya ha tenido consecuencias sobre los sistemas f¨ªsicos y biol¨®gicos del planeta; que va a continuar durante d¨¦cadas o quiz¨¢s siglos, tanto m¨¢s cuanto mayores sean las emisiones de gases efecto invernadero; que tendr¨¢ consecuencias tanto peores cuanto mayor sea el calentamiento, y que de no actuar pasaremos el umbral de lo que se ha venido en llamar interferencia peligrosa sobre el clima. Puesto que est¨¢ claro que el cambio clim¨¢tico es ya una realidad, el tiempo de la discusi¨®n se ha acabado. Seguro que en el futuro sabremos m¨¢s, pero lo que sabemos hoy es m¨¢s que suficiente para actuar. Ha llegado la hora de o¨ªr la melod¨ªa de la reducci¨®n de las emisiones y de que todos la sepamos tararear. Mientras las detenemos, ha llegado la hora tambi¨¦n de dise?ar planes de adaptaci¨®n para lo que prevemos que va a ocurrir. Los gobiernos tienen en su mesa las bases para poder actuar. Los ciudadanos tienen ad¨®nde acudir para reclamar a sus gobiernos que act¨²en. Gracias a la Fundaci¨®n Nobel por saber apreciar que, con sus informes, el IPCC ha contribuido a evitar una guerra, no convencional, pero no por ello menos desastrosa para muchos y para el planeta entero. Con su premio, la paloma de la paz del conflicto del hombre contra la Tierra ha comenzado a volar.
Jos¨¦ Manuel Moreno Rodr¨ªguez es catedr¨¢tico de Ecolog¨ªa y coordinador de un cap¨ªtulo del Grupo II del IPCC.
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