Itinerario obligado por el franquismo en A Coru?a
Pese a los 32 a?os de democracia, se hace imposible en la ciudad no tropezar con los s¨ªmbolos de los ganadores de la guerra civil
Es pr¨¢cticamente imposible realizar en A Coru?a cualquier acci¨®n o desplazamiento de la vida cotidiana sin toparse con un s¨ªmbolo que recuerde o ensalce a los promotores del golpe de Estado de 1936 y la dictadura franquista. Ir de compras por el centro de la ciudad, echar una carta en Correos, visitar la sede del Ayuntamiento o acudir al hospital conlleva forzosamente encontrarse con un recordatorio del anterior r¨¦gimen. Los escudos franquistas en sedes de todo tipo de instituciones p¨²blicas del Estado, de la Xunta o municipales, y las placas con el yugo y las flechas proliferan en una ciudad que dedica una cuarentena de avenidas, calles y plazas p¨²blicas a eminentes falangistas o golpistas.
Los generales Sanjurjo y Mola siguen en el callejero, como Mill¨¢n Astray en una estatua del centro urbano
Juan Canalejo, jefe falangista que fue fusilado, da nombre al hospital del Sergas y a una calle c¨¦ntrica
Entrando en A Coru?a por el puente de A Pasaxe, bordeando la r¨ªa hacia el puerto, se puede bifurcar hacia la playa y zona portuaria de Oza por la largu¨ªsima avenida dedicada a Los Ca¨ªdos, que incluye una plaza con la misma denominaci¨®n en homenaje a los vencedores de la Guerra Civil, o trasladarse hacia la comercial zona de Cuatro Caminos por la no menos larga arteria General Sanjurjo, uno de los instigadores del golpe de Estado de 1936.
En la otra entrada principal al centro de la ciudad, el viaducto dej¨® recientemente de tener nombre. Nadie sabe cuando fue borrado el t¨¦rmino General¨ªsimo con el que se bautizaba esa v¨ªa, que incluye un monolito, ahora tambi¨¦n an¨®nimo.
En los c¨¦ntricos Cantones, permanece en la fachada de un banco, encima del nombre actual de Cant¨®n Peque?o, la placa con la vieja denominaci¨®n de Cant¨®n Jos¨¦ Antonio. Justo detr¨¢s, en pleno coraz¨®n de la zona de los vinos y de un concurrido barrio comercial, otro de los principales conspiradores de la sublevaci¨®n militar que origin¨® la Guerra Civil, el general Mola, tiene dedicada una calle y una plaza.
Al otro lado de los Cantones, en la parte trasera de los jardines M¨¦ndez N¨²?ez, la avenida Alf¨¦rez Provisional, el nombre del cargo que ostentaban oficiales que mandaban las tropas franquistas durante la guerra, concentra sedes administrativas e instituciones p¨²blicas y tambi¨¦n vistosos escudos franquistas con el ¨¢guila y el lema Una Grande Libre como los que adornan las fachadas de la Comandancia de Marina, del vecino edificio de Aduanas o, un poco m¨¢s lejos, el frontispicio de la sede de Correos, remozada hace unos a?os.
Siguiendo el recorrido que bordea la r¨ªa y la d¨¢rsena donde amarran peque?os pesqueros y embarcaciones de recreo, frente al Hotel Finisterre, se entra a la Ciudad Vieja por la plaza C¨¢nova Lacruz, otro de los militares golpistas m¨¢s allegados a Franco. Para que no queden dudas sobre su identidad, una placa encabezada con el yugo y las flechas recuerda que ese general era el jefe de la guarnici¨®n de A Coru?a el 20 de julio de 1936.
Sea para una visita tur¨ªstica por el casco antiguo de la ciudad o para realizar simples gestiones administrativas en dependencias municipales, la ruta lleva inexorablemente hasta la plaza Mar¨ªa Pita, presidida por el ayuntamiento, un palacio en cuyo interior tambi¨¦n permanecen trazas y homenajes a la dictadura.
Un escudo con el ¨¢guila forma parte de la enorme vidriera que decora el techo de la entrada principal de la casa consistorial. Arranca all¨ª mismo una majestuosa escalera que, como recuerda una placa, "el 3 de septiembre de 1955 fue terminada y bendecida e inaugurada (con la Gracia de Dios) por S.E. el Jefe del Estado, Excmo Sr. D. Francisco Franco Bahamonde y su esposa, la Excma. Sra. D?a. Carmen Polo de Franco".
Una imagen del dictador con gesto victorioso, levantando una bandera y rodeado de su guardia mora a caballo, forma parte del bajorrelieve de madera que, en el sal¨®n de plenos municipal, decora los esca?os donde se sientan, a la izquierda del alcalde, los concejales socialistas del equipo de gobierno.
A las espaldas del palacio municipal de Mar¨ªa Pita, en una exigua zona ajardinada, se erige uno de los monumentos franquistas m¨¢s contestados, la estatua de Mill¨¢n Astray, el fundador de la Legi¨®n espa?ola y ferviente seguidor de Franco, de quien fue jefe de Prensa y Propaganda en los primeros a?os de la dictadura. Mill¨¢n Astray era coru?¨¦s, como tambi¨¦n lo era Juan Canalejo, el jefe de la Falange en Galicia, considerado un m¨¢rtir por los franquistas tras ser detenido y fusilado por las autoridades republicanas a poco de estallar la Guerra Civil. El hospital p¨²blico de A Coru?a, as¨ª como una calle del centro, siguen llevando su nombre.
El Servicio Galego de Sa¨²de no inici¨® a¨²n los tr¨¢mites para rebautizar el complejo hospitalario, aunque s¨ª se ocup¨® de retirar, hace poco m¨¢s de un a?o y sin publicidad, el escudo franquista que luc¨ªa la fachada del cercano centro Materno Infantil.
Pero ni los m¨¢s peque?os se libran de utilizar instalaciones p¨²blicas que rindan homenaje a Franco y su r¨¦gimen. Un colegio p¨²blico de Educaci¨®n Infantil y Primaria, el que est¨¢ situado en el barrio perif¨¦rico de Elvi?a, lleva el nombre de Salgado Torres, que fue ministro de la dictadura.
En las inmediaciones de Riazor est¨¢ el paseo dedicado al ultraderechista Jos¨¦ Calvo Sotelo, ministro de la dictadura de Primo de Rivera y uno de los principales agitadores contra la Rep¨²blica, asesinado en Madrid poco antes de la guerra, y quien tambi¨¦n da nombre a una avenida del centro urbano. Los vecinos del grupo de viviendas Mar¨ªa Pita, en Laba?ou, siguen sin conseguir que se retiren las placas con el yugo y las fechas que recuerdan que sus casas se construyearon en la dictadura.
Tras 32 a?os de democracia, en A Coru?a se hace imposible no tropezar con la historia cruenta de la Espa?a m¨¢s reciente.
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