C¨¢maras sin control
La mayor¨ªa de los 20.000 sistemas de videovigilancia de la regi¨®n, incluidos los de las administraciones, incumplen la normativa que obliga a advertir de la grabaci¨®n
?Se siente usted observado? ?Sospecha que le siguen los pasos? No lo dude. Su intuici¨®n no le falla. Miles de c¨¢maras controlan a los madrile?os noche y d¨ªa. Al salir de casa, al ir de compras, cuando visita un edificio oficial, en el banco, el hospital y hasta en el trabajo: estamos constantemente vigilados.
En un corto paseo por Madrid, el ciudadano pasa bajo 40 'ojos' y ning¨²n cartel que le avise
"No hay supervisi¨®n. No hay manera de saber cu¨¢ntas c¨¢maras hay", dice Protecci¨®n de Datos
Eso se comprueba mediante un paseo cualquiera que un ciudadano realice por la capital. Este ciudadano, en realidad, un periodista, sale desde la confluencia de la calle de las Huertas con el paseo del Prado. Con s¨®lo poner un pie en la calle, al menos 10 c¨¢maras registran su paso: tres en la puerta de la comisar¨ªa, otras cuatro entre el Ministerio de Sanidad y el Consejo Econ¨®mico y Social, una en el interior de una oficina bancaria que apunta directamente a la calle y dos que vigilan y graban el tr¨¢fico; ambas del Ayuntamiento. Ninguna de ellas est¨¢ situada junto a un cartel que indique al ciudadano que est¨¢ siendo grabado.
S¨®lo el Consistorio ha colocado ya 121 c¨¢maras por toda la ciudad -83 de control de la circulaci¨®n, m¨¢s 26 en la plaza Mayor y 12 en el Museo al Aire Libre de la Castellana- y prev¨¦ la colocaci¨®n de 31 m¨¢s en las calles de la Montera y en la plaza de Soledad Torres Acosta y aleda?os, una zona castigada por la prostituci¨®n y el trapicheo. Estas ¨²ltimas acaban de ser autorizadas por la Comisi¨®n de Garant¨ªas de Videovigilancia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, integrada por jueces, fiscales y la Delegaci¨®n del Gobierno. La comisi¨®n garantiza que los derechos de los ciudadanos no queden menoscabados.
Estas 150 c¨¢maras municipales resultan una cifra insignificante comparada con la suma de las casi 3.000 del metro de Madrid -una de las redes m¨¢s grabadas de Europa-, las instaladas en algunas l¨ªneas de autobuses, las 83 c¨¢maras de los trenes de Cercan¨ªas, las 100 de la estaci¨®n de Chamart¨ªn o los 4.500 ojos que vigilan la T4. O las que abundan en las 5.322 oficinas bancarias de toda la Comunidad, que por ley deben contar con esta medida de vigilancia. A?¨¢dase a ello la multitud de aparatos instalados en edificios oficiales, grandes almacenes, comunidades de vecinos, empresas y peque?os comercios.
Es probable que 20.000 ojos electr¨®nicos est¨¦n vigilando. Pero esta cifra s¨®lo es un c¨¢lculo, puede ser que ni siquiera aproximado: ni la Agencia de Protecci¨®n de Datos (APD) de Espa?a ni el organismo correspondiente de la Comunidad de Madrid, los encargados de velar por la intimidad de los ciudadanos, tienen cifras concretas al respecto. "No podemos saberlo. Nosotros tenemos registro de los datos en funci¨®n de lo sensibles que sean, no en funci¨®n del dispositivo que los recoge", explica Antonio Troncoso, de la APD de Madrid. A pesar de que la agencia espa?ola dice que "por descontado la creaci¨®n de un fichero de videovigilancia -es decir, la grabaci¨®n de im¨¢genes- exige su previa notificaci¨®n a la agencia, para su inscripci¨®n en el Registro General" su director, Artemi Rallo, reconoce que "no hay una supervisi¨®n general del sistema de videovigilancia. Por lo tanto, no hay manera de saber cu¨¢ntas c¨¢maras hay instaladas". La ley dicta que se censen las c¨¢maras de vigilancia, pero el Estado no tiene la capacidad de hacer cumplirla.
Ajeno a ello, el periodista contin¨²a con su paseo por Madrid subiendo por el paseo del Prado -donde filman dos c¨¢maras en el ministerio de Sanidad- hasta la plaza de Neptuno -una del Ayuntamiento-. Desde all¨ª subir¨¢ por la calle de las Cortes -al menos cuatro ojos vigilan en el Congreso- hasta la Puerta del Sol, donde una c¨¢mara controla el tr¨¢fico. Se dirige a un centro comercial en Preciados. Cada 20 metros, s¨®lo en la planta baja cuelga del techo, semioculta, una c¨¢mara, colocada, en principio, por motivos de seguridad. Cualquier experto en marketing estar¨ªa encantado con la informaci¨®n que ofrecen esas c¨¢maras.
Son ya m¨¢s de 20 los aparatos que ha registrado el paseo, pero no ha visto ni un cartel que le avise de que est¨¢ siendo vigilado o grabado, como manda la ley. "Nadie cumple con el cartel distintivo", corrobora Artemi Rallo de la AEPD. Y a?ade, adem¨¢s, que la multa por ello puede ir de los 600 a los 60.000 euros.
Hay c¨¢maras no registradas y que adem¨¢s difunden las im¨¢genes por Internet. El ¨²ltimo caso, el de vecinos de la calle de la Montera, que colgaron sus grabaciones en YouTube.
Hechas las compras, el periodista acude a la octava planta del n¨²mero 47 de la calle de Leganitos, pues quiere contratar un seguro para su pr¨®ximo viaje. En esa oficina, una c¨¢mara filma a sus trabajadores durante toda la jornada. Las im¨¢genes, adem¨¢s, pueden ser vistas en Internet, a trav¨¦s de www.opentopia.com. En la aseguradora, los empleados dicen saber que est¨¢n siendo filmados. "No nos importa, no pasa nada", comenta la recepcionista. El gerente de la oficina hace saber, a trav¨¦s de la chica de recepci¨®n, "que el tema de la c¨¢mara es un asunto interno de la compa?¨ªa" y que no dar¨¢ explicaciones. El presidente de la AEPD se?ala que "¨¦ste es un caso de libro. La cesi¨®n de datos personales -la imagen lo es- a terceros est¨¢ castigado hasta con 600.000 euros".
El ciudadano baja hasta la plaza de Espa?a, donde hay instalada otra c¨¢mara de tr¨¢fico, igual a la de Callao, por donde ha pasado. Toma el metro, donde al menos seis c¨¢maras supervisan a los viajeros en andenes y pasillos. Hace un transbordo en Sol -donde de nuevo es filmado por cuatro ojos- y llega a Ant¨®n Mart¨ªn. Entra a un comercio regentado por chinos. All¨ª sonr¨ªe al verse a s¨ª mismo en la pantalla -expuesta al p¨²blico- del circuito cerrado de televisi¨®n de la tienda. Lo que no sabe, es que si todas las c¨¢maras por las que ha pasado le estaban filmando, habr¨¢ aparecido en m¨¢s de 40 pantallas como ¨¦sa. Y sin una sonrisa.
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