Un bolero en Dakar
La Orquesta Baobab, los 'Beatles' de Senegal, se re¨²nen otra vez para recuperar mezcla africana y caribe?a
El nivel econ¨®mico de los caballeros se pod¨ªa medir por las mujeres que luc¨ªan a su lado. Ellos con vaqueros anchos, camisas deportivas con gemelos y mocasines, y ellas compitiendo en escotes, espaldas al aire, corpi?os de dise?o, joyas y sandalias de tac¨®n de aguja. Muy pocas hab¨ªan optado por el vestido t¨ªpico de Senegal, de estampado esencialmente africano cayendo hasta el suelo. Una semana despu¨¦s se iniciaba el Ramad¨¢n y el ambiente parec¨ªa propicio para apurar peque?os placeres. Cuando la Orchestra Baobab subi¨® al escenario del Just 4 U, un club nocturno de Dakar al aire libre, con sus guitarras, timbales, maracas, tambores, congas y saxos, la quietud se transform¨® en fiesta. Se presentaba Made in Dakar, el nuevo disco del combo, en el que se funde la salsa con los ritmos africanos y que hoy sale a la venta.
'Made in Dakar' funde m¨²sica cantada en wolof, diola o mandinga
La orquesta lleg¨® a grabar m¨¢s de 20 discos, sus vinilos todav¨ªa se venden
Rudy Gomis, uno de los vocalistas, entona un bolero en castellano, algo habitual entre los salseros africanos. Cuando el guitarrista Barthelemy Attisso, l¨ªder de la banda, lleg¨® a Dakar en los a?os sesenta para estudiar la carrera de abogado, en la ciudad s¨®lo se escuchaba m¨²sica cubana; el son, el mambo, la guajira y el chachach¨¢ entraron con los marineros por el puerto, situado a unas pocas millas de Goree, la isla desde la que embarcaron rumbo a Am¨¦rica millones de esclavos. Encadenados en bodegas viajaron con su m¨²sica, echaron ra¨ªces en los lugares de destino y luego la devolvieron a su lugar de origen con nuevas referencias, pero eso ya forma parte de la historia. En el Just 4 U las parejas dominan todos los ritmos.
Made in Dakar funde m¨²sica africana, cantada en wolof, diola o mandinga, con salsa caribe?a, pero la noche es larga y la orquesta echa mano de un cat¨¢logo tan amplio como para llenar cuatro horas seguidas de descargas.
Hay bises y canciones dedicadas, especialmente para Nick Gold, responsable de World Circuit, productor del disco y el hombre que fue capaz de cumplir el sue?o de reagrupar a la Orchestra Baobab tras su disoluci¨®n en 1987. Gold, que antes triunf¨® con Buena Vista Social Club, ha repetido con Made in Dakar el modelo de producci¨®n: sonidos limpios y canciones populares, el tipo de m¨²sica que a ¨¦l mismo le gusta escuchar.
Conseguir juntar de nuevo a la orquesta requiri¨® tiempo. Para algunos, la Orquesta Baobab fueron los Beatles de Senegal, luego desbancados de su trono como grupo de referencia por Youssou N'Dour y su sensual mbalax. La Baobab pas¨® cerca de dos d¨¦cadas separada antes de que Gold consiguiera juntarles, un trabajo que no hubiera sido posible sin la ayuda del propio N'Dour. Pero el tiempo transcurrido no parece haber influido en su manera de tocar. Ninguno de los miembros de la banda cumplir¨¢ los 50, pero la qu¨ªmica funciona. "La identidad musical se mantiene; era importante copiar el antiguo estilo para mantener la originalidad del trabajo y que el p¨²blico lo reconozca", aclara Atisso. El saxo de Issa Cissoko y la guitarra de Atisso siguen levantando pasiones. Pero la vuelta no fue igual para todos. "No fue f¨¢cil recuperar el tono despu¨¦s de tanto tiempo. Me ven¨ªan las ideas pero expresarlas era muy dif¨ªcil; no me hab¨ªa olvidado de tocar la guitarra, pero los dedos y las manos no quer¨ªan", rememora Atisso, el ¨²ltimo en incorporarse a la banda en esta segunda etapa. Le localizaron en Togo, donde ejerc¨ªa como abogado, y no fue f¨¢cil convencerle. El propio Nick Gold le envi¨® una guitarra desde Londres. Y, por segunda vez en su vida, Atisso consigui¨® hacerse con el instrumento.
En su caso no se puede hablar de una vocaci¨®n clara, pero s¨ª de una especial disposici¨®n para tocar. Entr¨® en la m¨²sica para pagarse los estudios. Aprendi¨® a tocar con un manual que se compr¨® en un mercado para poder actuar en un cabaret llamado Baobab. A la orquesta del local se fueron sumando m¨²sicos llegados desde Mali, Guinea y distintos puntos de Senegal, un multiculturalismo que ha impregnado su sonido. Casi todos los m¨²sicos pose¨ªan antecedentes familiares como griots (un equivalente medieval a los juglares europeos), hombres que cantaban o recitaban las noticias de la tribu; tradici¨®n que se ha transmitido de padres a hijos y muestra la importancia de la m¨²sica en ?frica. Eran los a?os de la independencia -1960- y en Dakar se respiraba un ambiente de libertad desconocido. En Baobab, el jefe eleg¨ªa cada noche el repertorio que ten¨ªa que sonar para un p¨²blico de empresarios, pol¨ªticos y diplom¨¢ticos. De sus viajes por el mundo regresaba con vinilos que inclu¨ªa en el jukebox para que los m¨²sicos se fueran haciendo a los nuevos sonidos que ellos fusionaban con canciones de su repertorio. "El p¨²blico era muy variado y hab¨ªa que dar a cada uno lo que esperaba; el abanico musical iba desde el rhythm & blues al tango, mezclados con los sonidos de Guinea y Ghana. Aquello nos convirti¨® en especialistas de todos los estilos".
El club acab¨® por cerrar sus puertas y la orquesta emprendi¨® su camino en solitario decididos a ser sus propios empresarios. Eso s¨ª, mantuvieron el nombre de un ¨¢rbol que, dicen, est¨¢ dotado de propiedades m¨¢gicas y es s¨ªmbolo de resistencia, tolerancia y vitalidad. La Orquesta Baobab lleg¨® a grabar m¨¢s de 20 discos. Sus vinilos todav¨ªa se venden en el mercado de CD de Dakar junto con las producciones actuales. Tras su fichaje por la discogr¨¢fica World Circuit, parte del patrimonio de la banda pudo ser recuperado con la edici¨®n de compactos como Pirat'e choice (1989), que re¨²ne sus sesiones hist¨®ricas. Posteriormente, grabaron un nuevo disco con material in¨¦dito, en el que colabor¨® Ibrahim Ferrer, Specialist in all styles, con el que recorrieron medio mundo. Made in Dakar seguir¨¢ el mismo camino. A partir de noviembre, el combo africano tiene previsto realizar una gira por Europa.
Pero a¨²n falta tiempo para eso. Ahora en Dakar se anuncian las luces del amanecer. Los m¨¢s de dos millones de habitantes de la capital de Senegal se preparan para tomar las calles. Las cabras se pasean bajo las acacias en pleno centro mientras los vendedores ofrecen Channel 5 a los viajeros y las mujeres lavan la ropa en las aceras en cubos de pl¨¢stico. La vida de la capital senegalesa transcurre en la calle. Las escenas del Just 4 U quedan en la mente como un decorado. Muy pocos senegaleses podr¨¢n comprar el disco. Por lo que se paga en Europa por un CD ellos pueden adquirir un saco de arroz y, adem¨¢s, tampoco disponen de aparato donde escucharlo.
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